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"Muchos entraban en depresión por no poder expresarse": la salud mental de los refugiados ucranianos pasa a un primer plano

Desde la Cruz Roja han impulsado una iniciativa con fondos europeos que busca combatir los problemas psicológicos que padece una parte de los refugiados ucranianos. Según la OMS, uno de cada cinco personas afectadas por un conflicto bélico desarrolla una enfermedad mental

"Muchos entraban en depresión por no poder expresarse": la salud mental de los refugiados ucranianos pasa a un primer plano

"Muchos entraban en depresión por no poder expresarse": la salud mental de los refugiados ucranianos pasa a un primer plano

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Oksana, trabajadora social de la Cruz Roja, es una ucraniana de 38 años casada con un asturiano y residen en Burgo de Osma, Soria, junto a sus dos hijas. Desde el 24 de febrero de 2022, cuando comenzó la invasión rusa de Ucrania, su labor pasó a tener una importancia vital para los refugiados ucranianos que comenzaron a llegar a España. Se encargó de recibir a muchas de estas familias y pasó a ser su voz, como traductora, ya que la primera gran barrera con la que chocaron fue la del idioma: "Muchos entraban en depresión por no poder expresarse, porque se junta con el dolor de la guerra y al final sientes como te revienta la cabeza un poco", recuerda a la Cadena SER.

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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un 22,1% de las personas afectadas por un conflicto bélico desarrolla una enfermedad mental. Es decir, uno de cada cinco refugiados sufre un problema tan doloroso como puede suponer una depresión, ansiedad o un trastorno de estrés postraumático. Desde Cruz Roja estiman que, antes del conflicto, el 12,4% de los adultos en Ucrania padecía alguna enfermedad mental, pero apenas un 3,2% recibía tratamiento. Ahora, calculan que 820.000 personas podrían estar enfrentándose a trastornos mentales, de los 4,2 millones de refugiados que están en países europeos.

En este sentido, cuidar la salud mental de los ciudadanos de un país donde este aspecto de la medicina tiene todavía un factor estigmatizante supone una dificultad añadida: "He visto varios casos de personas y familias que me decían que estaban bien, que no me preocupara por ellos, cuando todas sabíamos que no lo estaban a nivel mental. Parecía que les daba vergüenza admitirlo", señala Oksana.

Sin embargo, reconoce que no siempre es fácil gestionar algunas situaciones y que puede provocar escenas con un poco tensas: "A veces alguna mujer podía subir la voz o decir algo a una trabajadora social. Entonces yo me veía entre dos fuegos, porque no quería perjudicar a las trabajadoras, porque hacen lo que pueden, pero tampoco quería ir contra ellas, porque entendía perfectamente que estuvieran nerviosas por su situación. Entonces buscaba la calma para resolver estas situaciones".

Además, Oksana también admite que la dureza de trabajar con refugiados, con historias difíciles de escuchar, tiene una gran exigencia a nivel psicológico: "Mentalmente, es muy difícil mantenerse, porque varias veces que decía, no voy a seguir en este trabajo, no puedo, porque soy muy sensible y a veces lloro. Y pensaba, si me ven llorar, entonces ellos van a llorar también. Pero luego reflexioné y me dije que esta es la mejor forma de ayudar a Ucrania. Así que me propuse hacerme fuerte y ayudarles en todo lo que necesitasen, incluso fuera de mi horario".

Oksana, trabajadora ucraniana de la Cruz Roja

Oksana, trabajadora ucraniana de la Cruz Roja

Un plan de salud mental para refugiados con fondos europeos

Para paliar estos problemas psicológicos que muchos están sufriendo, se está desplegando ya un plan de la Cruz Roja con fondos europeos en diversos países, entre ellos España, con el objetivo de "mitigar el impacto del conflicto en la salud mental, brindando a las personas afectadas las herramientas necesarias para recuperar la paz interior y reconstruir sus vidas".

Alhena Pérez es una de las responsables de Cruz Roja a cargo de este proyecto y explica que tiene dos partes: "Por un lado, está la línea de ayuda psicosocial para todas las personas que tengan un malestar emocional. Por otro, queremos proporcionar las herramientas necesarias para gestionar emocionalmente sus problemas, puesto que nadie nos enseña".

También tiene como objetivo visibilizar la salud mental y darle la importancia que tiene, porque, como declara Pérez, "sigue habiendo personas que no lo ven como un problema y no están sensibilizados con este asunto". Además, añade que los problemas más frecuentes son episodios de estrés postraumático, así como ansiedad o estrés.

"En España ha empezado ahora mismo a implentarse el plan, tanto en Málaga como en Valencia y bueno, se irán incorporando más lugares. En principio van a ser 12 provincias las que se adhieran al proyecto, pero hay posibilidad de aumentar", concluye la responsable de Cruz Roja.

"Mentalmente, fue muy difícil irme de Ucrania"

Illia es un joven de 17 años que se fue de Ucrania con su madre cuando estalló la guerra, mientras que su padre se quedó. Admite que estuvieron "muy nerviosos" a la hora de afrontar este duro proceso, "porque es una experiencia que nunca nos había pasado". Sin embargo, declara que tuvieron muchas dificultades para encontrar piso, llegando incluso a plantearse el regreso a Ucrania. "Yo quería quedarme aquí para estudiar, lo hablé con mi madre y decidimos seguir en España", declara a este medio.

Respecto al aspecto psicológico, este joven natural de Jarkiv, una ciudad muy cercana a la frontera rusa, admite que son emociones complicadas de gestionar: "Para mí mentalmente fue muy difícil el momento de irme de Ucrania. No ver a mi padre y a mi familia, a mis amigos... cuando recuerdo todo esto no lo puedo imaginar ahora".

Sin embargo, trató de centrarse en su futuro: "No necesité ayuda psicológica porque quería empezar una nueva vida. Vivir en Ucrania y vivir aquí son cosas muy distintas. Si quieres quedarte en España, tienes que cambiar todo mentalmente y tuve la suerte de que no supuso un gran problema para mí, porque hice nuevos amigos y empecé a buscar un sentido a mi futuro. Y lo que tengo ahora, dos años después, me parece fenomenal".

Por último, pese a que admite que la salud mental es un tema "muy importante", considera que ahora mismo la prioridad es "que cojan la llamada tus familiares que están todavía en Ucrania", como es el caso de su padre y sus abuelos: "Cada día le llamo para preguntarle todo sobre su vida y también hablo con mis abuelos, pero es muy complicado, porque quieren verme, pero ahora es imposible". Actualmente, reside en Toledo junto a su madre y confía en poder estudiar la carrera de arquitectura el próximo curso.

"Llegar a Valencia supuso dejar atrás las bombas para siempre y eso nos tranquilizó mucho"

Por su parte, Vagif es un hombre de 41 años que actualmente reside en Ciudad Real junto a su mujer y su hijo. Cuando estalló la guerra, ellos se encontraban en la ciudad de Bucha, una ciudad cercana a Kiev conocida por ser el lugar donde se produjo una de las mayores matanzas en los primeros compases de la guerra. Hasta tal punto, que él cuenta que fue uno de los primeros en reportar con los vídeos grabados con su móvil las impactantes escenas que se produjeron, difundiéndolas a los medios y realizando entrevistas.

En su relato a la Cadena SER, Vagif cuenta que tenía un restaurante y que, el 24 de febrero de 2022, cuando se levantó, vio numerosos militares por las calles y unas enormes colas en las gasolineras. Cogieron sus pertenencias más imprescindibles y se fueron a un refugio, donde recuerda que había mucha gente: "Éramos muchos y nada funcionaba, ni supermercados, ni gasolineras. Apenas había comida, solo bombas. Tras una semana, hablé con los militares y les dije que en mi restaurante había alimentos, pero estaba en primera línea del frente. Me acompañaron cuatro militares y recogimos toda la comida que había, que era mucha. La mitad fue para los militares y la mitad para los del refugio".

Semanas después lograron salir gracias a un corredor humanitario y, una vez llegaron a Polonia, vieron varias banderas con diferentes ONG que trasladaban refugiados a España, Alemania y Francia. Vagif eligió España "porque era un país que nunca había visitado y que tiene aspectos culturales similares a Ucrania".

Preguntado sobre cómo afrontaron él y su familia todo este duro proceso a nivel mental, recuerda que al llegar a España fueron acogidos en Valencia por Jorge, una persona a la que recuerda con cariño: "Llegar a Valencia supuso dejar atrás las bombas para siempre y eso nos tranquilizó mucho. Pudimos quitarnos el estrés. Jorge nos acogió muy bien, recuerdo que era pintor". En este sentido, añade que no han tenido que recibir ayuda psicológica, pese a que se la ofrecieron desde Cruz Roja, pero hablar con sus familiares todos los días le tranquiliza enormemente.

"En nuestro barrio caen bombas y estoy muy preocupada"

Luibov es una mujer de 61 años que vive en Soria junto a su madre. Se marcharon de Ucrania poco tiempo después del estallido de la invasión, dejando atrás numerosos familiares y muestra cuál es su principal preocupación a día de hoy: "Cuando recibo noticias de Ucrania estoy nerviosa, porque ahí viven mis dos hijos con sus mujeres, mis cuatro nietos y mis hermanos. En nuestro barrio caen bombas y estoy muy preocupada".

Liubov (izq), refugiada ucraniana, junto con Nadya (d), trabajadora de la Cruz Roja

Liubov (izq), refugiada ucraniana, junto con Nadya (d), trabajadora de la Cruz Roja

En este sentido, confiesa que a su madre, de avanzada edad, no le cuenta todas las novedades que llegan sobre los avances de los soldados en el frente, "para evitar que se preocupe más". Sin embargo, pese a que confiesa que ahora han encontrado la paz mental, sueña con regresar a Ucrania cuando termine la guerra: "Algún día podremos volver a Ucrania a vivir junto a mis hijos y toda mi familia de forma tranquila".

Carlos de Barrón

Carlos de Barrón

Escribo sobre actualidad en Cadena Ser.com, con especial interés en la información internacional. Empecé...

 
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