Andrés Neuman: "Hay un silencio en torno a la relación de los hombres con los bebés lleno de pretextos biológicos"
Después de 'Umbilical', Andrés Neuman vuelve a poner la paternidad en el centro del discurso en su nueva novela 'Pequeño hablante', una mirada que intenta alejarse de arquetipos tóxicos y narrativas heredadas, con la que sigue conquistando ese espacio emocional que parece vetado a los hombres. Con el escritor argentino conversamos del goce que supone ser padre y de la importancia de hablarlo
Entrevista | Andrés Neuman: "Hay un silencio en torno a la relación de los hombres con los bebés lleno de pretextos biológicos"
¿Es posible otro tipo de paternidad alejada de los modelos tóxicos heredados, desviarnos de las narrativas que terminan convirtiéndose en profecías autocumplidas?. Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977) vuelve a indagar en la paternidad con su nueva novela 'Pequeño hablante' (Alfaguara), en la que repite enfoque y estructura como hizo en 'Umbilical'. Si primero reflexionó sobre lo que supuso la llegada de su hijo Telmo, ahora lo hace sobre el descubrimiento que hace del lenguaje, como explica el autor, el privilegio de ver cómo una persona tiene todo el lenguaje por delante y aprende a nombrar el mundo cuando nada está dicho. Es el momento en el que uno toma conciencia de que su bebé deja de serlo aunque el sentimiento de un padre es que no dejará de serlo nunca.
Ser padre transforma, reconoce Neuman, pero no desde la idea de que uno deja de ser la misma persona. "Está la mitología de que todo comienza de nuevo, la vida me ha cambiado y entiendo ese enfoque pero he sentido algo distinto, que el camino recorrido hasta entonces se reactivaba como si fuéramos un piano y, en algún momento de nuestras vidas, hubiésemos escuchado algunas de sus teclas. Habíamos conocido el amor, el cuidado, la incertidumbre, la euforia, el miedo, la muerte y la vida pero viene esta criatura a tocar todas las teclas al mismo tiempo y se produce un acorde insólito que no habías escuchado nunca".
Es una experiencia transformadora que no tiene retorno y que confirma y refuta muchos de los temores que todos tenemos, cuenta Neuman, que llegó a preguntarse si podría seguir escribiendo. "Cuando nació mi hijo estaba trabajando en un libro gordo, y en efecto no pude trabajar en él pero se abrió otra escritura, la del acompañamiento de la crianza de mi hijo, que sin él no habría sido posible. La novela es breve y de estructura fragmentaria, como la forma de vida que la paternidad me permite".
En 'Pequeño hablante' Neuman continúa conquistando ese espacio emocional que parece vetado a los hombres. Hablar es un buen comienzo pero hace falta una transformación mucho más profunda. "Por la educación que hemos recibido hay poca tradición de abrir conversaciones colectivas en torno a nuestros sentimientos en general y en cuanto a nuestras emociones familiares en particular. Hay un silencio en torno a la relación de los hombres con los bebés lleno de pretextos biológicos como si no hubiera madres adoptivas, por ejemplo, a las que nadie llamaría menos madres". Neuman se pregunta hasta qué punto la biología impide que uno se relacione con su hijo, "nos cuesta hablar entre nosotros de qué esperamos, qué deseamos y qué tememos respecto de la paternidad incluso antes de ser padre. El conjunto de narraciones con las que nos vamos haciendo una idea del mundo no ayuda, los arquetipos paternos son bastante aterradores. Se basan en parte en una experiencia real pero también hay algo de imposibilidad de pensar desde otro lugar la paternidad".
Todos conocemos cuáles han sido y todavía siguen siendo esos modelos de padres. "Está el padre terrible, el violento; está el padre bíblico, que nos deja un legado de daño; el ausente, que hace daño por omisión, y el padre heroico, el padre Hollywood que todo lo puede, una especie de Superman de la familia. Ninguno tiene que ver con la crianza, que está relacionada con la impotencia, la vulnerabilidad, los temores. Fuera de los arquetipos de la paternidad tóxica apenas hay narrativa de la paternidad que tenga que ver con el cuidado". Neuman propone contribuir colectivamente a un horizonte de goce porque cree que se nos ha narrado muy poco, igual que a las mujeres se les ha impuesto ser madres de una determinada manera y si no lo eran las tachaban de malas madres, cuenta el escritor de las experiencias que han compartido sus propias amigas. "Los hombres hemos recibido el mandato de no vas a saber, no vas a poder, esto no va contigo, nunca vas a tener el vínculo que una madre tiene. Por eso hay una especie de profecía autocumplida, por eso no terminas de encontrar la cercanía. Pero a parte del cansancio hay un placer y un aprendizaje y ese horizonte de goce nos puede sacar del cumplimiento del deber".
Hay quien pueda plantearse que hemos convertido la materno-paternidad en una forma de esclavitud por los errores cometidos, sin embargo, para el autor lo que recibe lo supera con creces. "Intentamos compensar las lagunas del pasado con toda clase de excesos. Formamos parte de una generación que no pasó mucho tiempo con sus padres, tiene mucho que ver la lenta conquista de derechos laborales de las mujeres. Es verdad que hay un mandato de una crianza muy absorbente pero siento que es más lo que recibo. Lo que estoy aprendiendo y gozando es más de lo que lo estoy perdiendo".
Sobre la relación con su pareja, cuenta Neuman que había asimilado el esquema freudiano en el que el padre está destinado a interponerse en el Edipo de criatura y madre y si es varón aún más, sin embargo, se sorprendió porque sus sensaciones fueron otras. "No sentí eso en ningún momento, nunca he sentido ese enfrentamiento si no como una revolución interna que, a veces, tiene consecuencias que no sabemos gestionar". De momento, no se esperan más entregas sobre su experiencia de la paternidad. Seguirá asombrándose y emocionándose, explica Neuman, pero en cuanto a la escritura reconoce que necesitaba hacer una pausa, que ha llegado la hora de renovar la mirada y el lenguaje.