Ciencia y tecnología

Electroganchillo vs 'Fast Fashion'

¿Sabías que se necesitan 7.000 litros de agua para producir un pantalón vaquero?

Reportaje EP133 | Tu camisa me contamina

Madrid

Cada año se generan 12,6 millones de toneladas de residuos textiles en toda Europa. Es decir, 12 kilos de residuos de media por persona al año. Así lo recoge el Parlamento Europeo en una nota de prensa publicada este mismo mes de febrero, en la que comparte las propuestas de la Unión Europea para hacer frente al auge del fast fashion y el desperdicio de textiles. Y es que, a pesar de que seamos cada vez más conscientes sobre la importancia de reciclar la ropa, a día de hoy tan solo se reutilizan un 1% de todos los textiles a nivel global para la creación de nuevos productos.

Más información

¿Y qué pasa con el resto? Mientras que la mayoría de toda esta ropa se quema, otra se exporta a países que tienen un mercado que se dedica a la ropa de segunda mano como puede ser Chile, donde podemos encontrar uno de los vertederos de ropa desechada más grandes del mundo en pleno desierto de Atacama. ¿Y cómo puede acabar toda esta ropa en el desierto? La moda rápida está provocando que cada vez llegue más ropa al país y que las distintas empresas no sean capaces de darle salida a la misma. Como consecuencia de esto, y para poder hacer espacio a las nuevas prendas, las compañías acaban tirándolo todo al desierto.

Con el objetivo de hacer frente al gran problema de la moda rápida, que ya genera el 10% de la contaminación mundial, la Comisión Europea presentaba en junio de 2023 su estrategia para la circularidad y sostenibilidad de los productos textiles. Un plan, que se ponía como objetivo principal hacer que los productos textiles sean más duraderos, reparables, reutilizables y reciclables de aquí a 2030, con tres vías principales de actuación sobre todo tipo de textiles:

  • Que los productores asuman la responsabilidad de todo el ciclo de vida de los productos textiles a través de un régimen de responsabilidad.
  • Que se acelere el desarrollo de un sector de recogida separada, clasificación, reutilización y reciclado de productos textiles
  • Que se aborde la cuestión de las exportaciones ilegales de residuos textiles.

El problema del 'fast fashion'

Partiendo de esta base, Europa pretende hacer frente al fast fashion y a las consecuencias que tiene este fenómeno tanto de producción como de consumo masivo para el medio ambiente. Más aún teniendo en cuenta los datos publicados por la Agencia Europea de Medio Ambiente, que prevén que el consumo de ropa y calzado aumentará un 63% de cara a 2030. Pero, ¿Qué es el fast fashion? En declaraciones a la Cadena SER, la directora del Máster Universitario en Ingeniería y Gestión Ambiental de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), María Isabel Cerezo, nos cuenta que se trata de un fenómeno de producción que consiste en generar muchísimas prendas de ropa de forma rápida sin centrarse demasiado en el proceso de producción y sí en el proceso de marketing de la venta masiva de estas prendas: "Cada vez hay una mayor tendencia a comprar ropa sin la necesidad real de comprar tanta ropa".

María Isabel Cerezo: "Compramos ropa sin la necesidad de hacerlo"

La sociedad compra y compra sin tener en cuenta que este fenómeno está perjudicando seriamente al medioambiente: "El impacto medioambiental procede tanto desde la producción de la materia prima para la fabricación del producto, como podría ser el cultivo del algodón, como de la producción del producto en cuestión". El problema principal es que, mientras Europa trabaja a destajo para hacer frente al fast fashion, la mayoría de las empresas tienen su sede en diferentes países asiáticos, donde realmente no hay una legislación medioambiental que pueda pararles los pies.

Producir un pantalón vaquero requiere 7.000 litros de agua

Uno de los ejemplos más claros para explicar el daño que hace el fast fashion al medioambiente es el de los pantalones vaqueros. Según un estudio desarrollado por Greenpeace, producir un pantalón vaquero requiere 7.000 litros de agua. Por si esto fuera poco, los tintes utilizados tanto para darle el color deseado como para recrear el efecto desgastado tan característico contienen sustancias químicas que provocan la contaminación del agua con la que trabajan. Un agua residual que finalmente acaba en el mar y que provoca daños irreversibles. Según María Isabel Cerezo, el 20% de la contaminación de los mares y los océanos proviene de este tipo de actividad: "Realmente todo el proceso en sí conlleva un impacto medioambiental que, si lo sumamos es muy, muy grande. La empresa textil es la segunda actividad más contaminante a día de hoy.

¿Y qué podemos hacer para hacer frente al fast fashion? A pesar de que es fundamental que las empresas y los gobiernos pongan de su parte para resolver este problema, pues son los principales responsables de la situación actual, también podemos tomar acción para resolver esta situación. Desde no comprar más que lo necesario hasta apostar por marcas que hayan implementado medidas ecofriendly reales en su producción. Por otro lado, también puedes optar por materiales que sean más sostenibles o echarle un vistazo a empresas que le dan una nueva vida a la ropa usada. A día de hoy existen numerosas iniciativas ciudadanas que ponen la urgencia climática en el centro de sus prácticas diarias. En esta ocasión te presentamos un total de tres que reciclan desechos para crear auténticas obras de arte.

Bisutería a ritmo de electroganchillo

La primera de ellas es la promovida por Teresa Ordoñez, quien crea bisutería a través de una técnica conocida como electroganchillo. Todo comenzó en el año 2017, cuando la protagonista de esta primera historia acudió a un curso en Medialab Prado en el que le enseñaron a añadir luces a un tejido. A raíz de esta primera experiencia, de apenas un par de semanas de duración, Ordoñez decidió seguir investigando sobre el tema hasta el punto de desarrollar una técnica completamente nueva mediante la que crea bisutería con cables y alambres.

Teresa Ordoñez: "Soy la pionera del electroganchillo"

A pesar de que es un material muy rígido, Teresa Ordoñez asegura en declaraciones a la Cadena SER que ha podido dominarlo por completo hasta el punto de que teje con los cables como si fuera lana: "Hago broches, collares, pulseras, pendientes... incluso joyería de alta calidad. Para ello pelo el cable y con esos hilitos que salen puedo tejer joyas. La gente no se cree que lo haya tejido, se piensan que viene de fábrica".

¿Y de dónde saca tanto cable? A día de hoy, Teresa imparte cursos de electroganchillo en Repair Café Madrid, un punto de encuentro vecinal donde una serie de voluntarios tratan de reparar pequeños electrodomésticos como afición. Una vez allí, los responsables de este proyecto alternativo le proveen de cables que ya no puedan tener una segunda vida para que haga bisutería con los mismos. Por otro lado, Teresa nos cuenta que también acude a los puntos limpios en busca de posibles cables que pueda utilizar: "Voy a los puntos limpios y allí consigo mucho cable. Hay gente que tira cables completamente nuevos, que tal vez compraron para instalar algo o que les ha sobrado, y de esa manera tengo mucho material para poder tejer".

Bisutería creada a través de la técnica del electroganchillo.

Bisutería creada a través de la técnica del electroganchillo. / Teresa Ordóñez

El próximo objetivo de Teresa es hacer una exposición con todas estas piezas, pues asegura que siempre tienen una gran acogida allá a donde van: "Es una técnica nada conocida que sorprende a todo tipo de público". Al mismo tiempo continúa dando clases con el objetivo de transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones y que estas puedan desarrollarse en el campo del electroganchillo.

Biodiseño contra el 'Fast Fashion'

Hace ya varios años, concretamente en abril de 2021, Laura Marchante, Libe Kerroum y Amaia Garzón organizaban THE EKO LAB. Después de conocerse gracias al movimiento Fashion Revolution, las tres protagonistas de esta historia desarrollaron un evento de moda sostenible en Bilbao que reunía exposiciones, charlas y talleres con diseñadores emergentes vascos tanto para poner en valor su trabajo como el proceso de fabricación textil. Así nos lo cuenta Laura Marchante en declaraciones a la Cadena SER, quien nos explica que este proyecto fue el primer paso de lo que posteriormente sería el Estudio Bokashi: "Era una exposición en la que se veía el proceso proceso de creación de una prenda. Desde la obtención de la materia prima hasta la confección de la ropa. A lo largo de este camino poníamos ejemplos de gente a nivel local que en cada paso desarrollaba buenas prácticas y, al mismo tiempo, organizábamos talleres, charlas y proyecciones sobre el tema".

Laura Marchante: "Hemos aprendido a generar biocuero con kombucha"

Tras la gran acogida de este primer evento, el equipo decidió seguir adelante con el proyecto hasta el punto de que optaron por alquilar su propio local. Una vez allí decidieron cambiar su nombre por el de Estudio Bokashi, ya que les identificaba mucho más, y hacer realidad todos aquellos proyectos que tenían en mente. Desde entonces han compartido numerosas alternativas al fast fashion al mismo tiempo que han descubierto muchas otras que les han roto los paradigmas: "Cuando hicimos este primer evento se nos abrió un mundo entero. Cuando conocimos a Adele Orcajada, que es una investigadora en biodiseño, entramos en contacto con esta rama del diseño y vimos la posibilidad de crear nuestros propios materiales, que además son biodegradables o biocompostables. Pudimos aprender a generar bioplásticos o incluso biocuero a partir de kombucha".

Laura Marchante nos cuenta que gracias a esta iniciativa están descubriendo nuevos modos de darle una segunda vida a productos de nuestro día a día: "La reutilización textil o el aprovechamiento de materiales que están en desuso es algo que se ha hecho toda la vida, ¿No? Pero de repente esta nueva rama del biodiseño nos permitió abrir muchísimo la mente". De este modo, en el Estudio Bokashi aúnan la tradición de las telas con los conceptos más novedosos del biodiseño para preservar el medioambiente. Además de realizar cursos de costura más tradicionales, en los que trabajan con telas ya utilizadas previamente, también desarrollan este tipo de biomateriales e incluso crean sus propios tintes naturales a partir de plantas, apostando así por otro tipo de consumo.

Por lo tanto, el Estudio Bokashi se ha convertido en uno de los baluartes de Euskadi en lo que a moda sostenible se refiere. Y quieren ir mucho más allá. De cara a los próximos meses, las responsables de este proyecto ofrecerán cursos sobre estampación manual sobre tela y tintes naturales, entre otras cosas: "Vamos a hacer un taller de 'Cómo crearte un semillero con plantas tintóreas' para que la gente pueda llevarse sus plantas a casa y que, en un futuro, puedan utilizarlas para teñir sus prendas". Así mismo, también forman parte del programa GreenGlam, promovido por el Ayuntamiento de Bilbao, en el que tratan de sensibilizar a los y las jóvenes sobre el impacto medioambiental, social y económico de la moda rápida, al mismo tiempo que respaldan iniciativas sostenibles que propicien un futuro textil más ético y equilibrado.

Joyas para limpiar el mar

La tercera arista de este reportaje nos transporta hasta Canarias. Concretamente hasta las playas de Santa Cruz de Tenerife, donde Cristina Mahelo lleva ya varios años participando activamente tanto en la recogida de residuos como en la limpieza de las costas. A raíz de este trabajo, que le ha permitido conocer de primera mano cómo una mala gestión de los residuos puede acabar cerrando una playa tan importante como la de El Medano, Mahelo decidió crear arte a partir de ese tipo de recursos para darles una segunda vida: "Yo siempre decía que en algún momento quería utilizar recursos que ya estuvieran en el planeta para crear algo".

Cristina Mahelo: "La mayoría de plásticos que acaban en Canarias proceden de fábricas de materia prima de plásticos de Canadá y Estados Unidos"

Cada dos semanas, siempre y cuando la carga de trabajo se lo permite, la artesana acude a distintas playas canarias con el objetivo de liberarlas de todos los microplásticos que acaban en la costa. Según un estudio desarrollado por WWF, se necesitan al menos 20 años para que una bolsa de plástico se degrade por completo. Una cifra que se dispara hasta los 50 años en el caso de los vasos de plástico y los 600 años para un sedal. Además, la mayoría de estos desechos no proceden ni tan siquiera de Canarias: "La mayoría de plásticos que acaban en Canarias proceden de fábricas de materia prima de plásticos de Canadá y Estados Unidos que llegan a las islas a través de las corrientes marinas"

¿Y cómo nace la necesidad de convertir lo que a priori parece basura en joyas? Después de trabajar durante estos últimos años en este mismo sector, principalmente con bioresina y arcilla, Cristina Mahelo vio una oportunidad de darle una segunda vida a estos desechos y evitar que acaben nuevamente desperdigados por el mundo: "Primero hago una preselección de las piezas que voy a usar. Deben tener la dureza suficiente como para resistir el taladrado y que no se parta en las manos". Mientras tanto, el resto los inserta dentro de resina y trabaja con ellos de otra manera, incluso crea paisajes jugando con las gamas de colores de estos microplásticos.

Un trabajo que muestra en sus redes sociales, donde puedes adquirir las distintas piezas que ha creado durante estos últimos meses. Además de esto, también organiza talleres donde todas aquellas personas que lo deseen pueden crear sus propias joyas a partir de plásticos rescatados del mar y aprender acerca de la reutilización de materiales: "Intentamos crear un diálogo en torno a la reutilización de materiales y que aprendan técnicas manuales y artesanales para que desarrollen sus propios complementos. Todo esto acompañado de un picoteo vegano y sin gluten, claro".

Tres iniciativas completamente distintas que tienen un mismo objetivo: darle una segunda oportunidad a elementos condenados a la basura y compartir esta filosofía con terceras personas que apuesten por la sostenibilidad en vez de en el fast fashion. Porque sí, otro modelo de consumo es posible. A pesar de que vivimos en la sociedad del clic, en la que podemos comprar cualquier producto en cuestión de segundos, también vivimos en la sociedad de la reutilización. Una sociedad que ve una oportunidad donde muchos ven un desecho y una manera de preservar nuestro planeta.

David Justo

(Astrabudua, 1991) Periodista especializado en...