"Para meter a esa gentuza en la trena": Maruja Torres sentencia en una sola frase el 'caso Koldo' y no se olvida de lo que ha ocurrido en Sevilla

Madrid

Pagaría una tasa diaria, no para ver la sevillana Plaza de España cual turista al viento, sino para penetrar en la covacha mental de quienes se forran aprovechando los estados de desprotección, sea por emergencia de COVID, por indefensión de vejez o por tantas otras carencias como tanta gente sufre.

Hay una película de 1949, una obra maestra titulada 'El Tercer Hombre', que va de individuos que se enriquecen vendiendo penicilina adulterada en el mercado negro. Eso ocurrió también aquí, en nuestra posguerra, incluyendo algún antro de madrileño agasajo postinero, pero no tuvo el final feliz de la peli, porque ya se sabe que el cine puede mejorar la vida, pero las dictaduras lo imitan poco. Si, previo pago de tasa, me metiera en la basura mental de quienes se enriquecen gracias a los débiles, es posible que hallara algo parecido al cinismo de la escena en que Orson Welles pregunta si no seríamos todos capaces de apretar un botón para cobrar un dólar por cada víctima de nuestra corrupción, siempre que no les viéramos las caras.

Pero es más probable que encontrara también el tipo de desvergüenza contemporánea de quien es capaz de enriquecerse al tiempo que mira a sus víctimas a los ojos, porque se sabe impune por ser el hermano de, el asesor de, el conseguidor de. En fin, el enchufado de siempre pero con más, cómo diría, con más desparpajo y sin complejos.

Por eso, en vez de pagar la tasa para penetrar con lejía y una fregona en la mente del corrupto, prefiero exigir que los impuestos que pago, quienes los pagamos impuestos, sirvan para meter a esa gentuza en la trena. A todos. Y a todas.