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Málaga 2024 | El viaje reparador de Luis Zahera y Javier Gutiérrez: "Los hombres tenemos que 'resetear' mucho"

Pau Durà presenta 'Pájaros', su tercera película en la sección oficial del certamen, un viaje tragicómico de Valencia al delta del Danubio en Rumanía donde dos hombres heridos se encuentran a sí mismos

MÁLAGA, 02/03/2024.-Los actores Luis Zahera (i) y Javier Gutiérrez (d), junto al director Pau Durà (c), posan en el photocall de la película Pájaros que se presenta este sábado en el 27 Festival de Málaga. EFE/ Daniel Pérez / Daniel Pérez (EFE)

Madrid

Los viajes iniciáticos y transformadores forman parte de la literatura clásica, pero ha sido el cine americano quien más ha popularizado la road movie como un género casi existencial, como un mecanismo metafórico para narrar el desarrollo de los personajes mientras recorren su vasto paisaje. Ahí están las novelas de Kerouac o títulos como Easy Rider o Bonnie y Clyde como máximos exponentes. En menor medida el cine europeo también ha utilizado la carretera para contar grandes historias donde la distancia, los contratiempos o el destino es casi siempre una excusa para abordar la evolución de unos personajes que se buscan a sí mismos. Algo de esa tradición, con la luz y la comedia mediterránea, tiene Pájaros, el nuevo trabajo de Pau Durà, director que ya pasó por el Festival de Málaga con Formentera Lady y Toscana. "La película bascula entre el drama humano y personal de estos personajes pero siempre con mucho humor e ironía. Y una ligereza mediterránea, como decía Nanni Moretti hace poco, no como algo frívolo o banal, sino lo contrario a la pesadez", explicaba el realizador y también actor en la presentación.

Pájaros es la historia de dos hombres en la madurez, perdidos y heridos, en busca de reconciliarse con un tiempo pasado. Por un lado Colombo, el personaje que interpreta Javier Gutiérrez, un vigilante de un garaje 24h que trapichea para ganarse un sobresueldo y se encuentra en pleno proceso de divorcio. Un hombre que siente que ha fracasado y fallado como padre de familia y vive en una huida constante engañándose a sí mismo y a los demás. "Los hombres tenemos que resetearnos. Está yendo todo tan rápido que lo de hace un rato ya no vale. Y a mí me gusta ver esa vulnerabilidad, esa fragilidad, esa desubicación en dos personajes que a priori podían parecer otra cosa, no? Y a mí una de las cosas que más me llamó la atención fue precisamente esos dos perdedores que trataban desesperadamente de encontrar su lugar en el mundo. Y a todo eso le sumas algo tan disfrutable para un actor como el transitar sin solución de continuidad del drama a la comedia, cada uno tiene su momento cómico, su momento dramático", analiza el actor.

Y del otro lado su compañero Luis Zahera en el papel de Mario, un tipo extraño, tímido, aficionado a avistar aves, con pocas habilidades sociales y un pasado traumático. Ambos se encuentran por casualidad en ese garaje y ambos se necesitan sin saberlo. Uno busca un chófer para ir a ver grullas a la Costa Brava y el otro no sabe de dónde sacar el dinero para su separación. "El personaje tiene esa penitencia o ese intento de solucionar un error, yo tuve una una educación católica en los hermanos de La Salle, aún vivía Franco cuando yo iba al colegio. Tenemos muchos motivos los varones de mi edad para ser culpables y creo que tardas en decirlo, tardas en reconocerlo y es algo que valoro de la película, este viaje que hacen desde la culpabilidad. Me parece bonito este ejercicio, este viaje de dos personajes que hicieron muy mal las cosas y lo terrible es que pensaron que lo hacía bien. Está bien decirlo en una entrevista, reivindicarlo y la película pues ojalá ayude", añade Zahera.

El actor tiene aquí un papel muy alejado de otras de sus interpretaciones. Un hombre de pocas palabras, al que le cuesta relacionarse, frente a un Javier Gutiérrez con el desparpajo de tirar para adelante pese a la herida interna. "Están buscando el amor, buscando que alguien les quiera, ahí está siempre esa fragilidad, esa vulnerabilidad. Y me parece hermoso ver a dos tipos rompiéndose y sincerándose acerca de que están perdidos y, gracias a eso, encontrándose como amigos", dice Gutiérrez del arco de los personajes mientras Zahera celebrar salir del arquetipo de tipo duro o traficante. "Es de agradecer que te muevan de tu área de confort. Creo que en España se encasilla mucho, no se hace lo mismo en Francia o Inglaterra por por no acudir a los Estados Unidos. Y creo que es un ejercicio interesante el de desencasillar actores, todos podemos ser resolutivos en cualquier personaje y le estaré eternamente agradecido a Pau".

Ese es otro de los aspectos que celebran de este proyecto, el de poder trabajar con un director actor donde haya espacio para la creación y las propuestas de los intérpretes. "Y si no hay un director actor, por lo menos que sepa dialogar, que no tenga miedo a los actores y que confíe. Nosotros también tenemos miedo a la hora de enfrentarnos, tenemos sensibilidad, a veces son diferentes. Pero también sabemos cosas del personaje y yo creo que, lo hemos hablado ya alguna vez, estoy a favor del actor creador que tiene su punto de vista sobre el guión, sobre la dirección, sobre absolutamente todos los aspectos. Incluso te diría técnicos de la peli, sin ser invasivo en el trabajo de los otros departamentos, pero sí saber un poco de todo para también ofrecer soluciones", argumenta Gutiérrrez y continúa Zahera. "Me llama poderosamente la atención el director autor, el director que escribe, tuve la inmensa suerte de rodar con Sorooyen, por ejemplo. Joder, aquí es lo mismo porque conocen muy bien el material, saben transmitirlo muy bien, lo llevan dentro. Hay una comunicación que es más sencilla con un director autor y si tienes el plus de que es actor, como Pau, pues yo creo que es una maravilla".

Desde su fortuito encuentro los personajes emprenden un viaje por carretera desde la Albufera valenciana a lugares como Turín, Bucarest y el delta del Danubio, una odisea tragicómica donde van aflorando sus tormentos y sus sombras pero donde también se conocen, se divierten y se emborrachan. Un viaje iniciático, como señalaban los actores anteriormente, pero con la crisis de los 50 de fondo, algo que confiesan están experimentando ahora con los cambios tecnológicos y la velocidad de consumo. "No tanto como los personajes, pero en cierta medida sí me veo a veces desubicado y desenfocado, parecemos seres del paleolítico. Nos hemos quedado atrás, esto va muy deprisa, va a una velocidad vertiginosa. Y en eso sí me reconozco en los personajes de la peli, que la ola les pasa por encima, que la ola les pasa absolutamente por encima. Y está bien que hablemos de eso también y que paremos un momento, que haya una pausa y que hablemos de cómo nos está afectando el tiempo en el día a día, en cómo va todo a esta velocidad y cómo nos afecta a los seres humanos que hemos vivido otra pausa, otro tempo, otro ritmo analógico".

En Pájaros está esa reconfiguración de la identidad en la madurez cuando las cosas no han salido como se planearon, está la paternidad ausente, la culpa, la búsqueda de reparación, el ego, pero todo con un tono luminoso que se sostiene en ese complicado equilibrio con el humor y la ironía. Precisamente Pau Durà cita como uno de sus referentes a Alexander Payne y su cine aparentemente ligero y cómico pero con un profundo peso dramático. "Le leí hace poco que hablaba de cómo es de difícil ubicar sus películas, ponerles un género y recordaba las dos máscaras griegas que llegan a nuestros días siempre unidas, la tragedia y la comedia. Yo creo que en Pájaros hemos intentado bascular casi sin solución de continuidad entre el drama y la comedia, como pasa en la vida", concluye sobre esta película rodada por todos esos espacios naturales que atraviesan con el coche estos dos personajes a los que el director mira con ternura y empatía.