Inés Hernand y el infierno del alquiler: se han dicho muchas cosas, pero pocos lo han hecho así
La colaboradora de 'Hora 25' reflexiona sobre el estado del alquiler en España
Íbamos a salir mejores, pero | Decidimos techar nuestras vidas
Madrid
"Íbamos a salir mejores, pero decidimos techar nuestras vidas", ha afirmado Inés Hernand al comenzar su sección semanal en 'Hora 25'. La colaboradora ha querido reflexionar esta semana sobre el estado del alquiler en nuestro país, una "reinterpretación" de 'La Odisea' de Homero que se traduce, según la comunicadora, en la vanguardia de la precariedad. "Algunas trampas, como el diseño de mapas para poder saber dónde puedes alquilar según lo que ganas o las aplicaciones para buscar a tu compañero de piso ideal, son uno de los angustiosos infiernos a los que se someten las gentes en las ciudades", ha señalado.
Este desequilibrio, otro más, entre oferta y demanda hace que el metro cuadrado de alquiler se pague "a precio de vial de bótox". Entre tanto, cobros de honorarios ilegales a inquilinos desesperados por parte de algunas inmobiliarias, acreditación "de tu tipo de grupo sanguíneo" en hilos de correo interminables en los que sientes que estás ejerciendo un acoso "que tiene que ir disfrazado de favor", mucho Photoshop para fingir que cobras lo que deberías cobrar para poder entrar en una casa junto con 3 personas más en el mejor de los casos, prestaciones mínimas en los pisos que las hacen inhabitables, ser "más rápido que Verstappen" cambiando las ruedas para que te enseñen un piso, castings "de Got Talent" para entrar a vivir en una vivienda con gotelé de la época de la Gioconda… "¿Os recorre un sudor frío, verdad?", ha planteado.
En el capítulo de "un día en Madrid", ha dicho Hernand, puedes elegir entre ser un eterno adolescente o salir de un cascarón para meterte en otro: "Literalmente el piso más barato que se alquila en Madrid tiene el tamaño de un huevo de gallina estándar". Seis metros cuadrados en el barrio de Cuatro Caminos. Tiene microondas y una cocina eléctrica pegada a la ducha, "el deporte de riesgo más triste del mundo, tratar de asearse sin acabar frito". El váter no está a la vista porque está situado en medio de una zona común exterior "de la que solo puedo decir que estaría mejor con unos geranios y una inspección sanitaria".
Lo que más inquieta a Hernand de este infra alquiler, además de que pone de manifiesto que lo de la vivienda en Madrid "ha pasado de problema a imposibilidad", es que esto no es ninguna broma. "Alguien redactó el anuncio y alguien contestó: "Es un mes de fianza, un mes corriente y contrato indefinido". Cuando el periodista de El País que escribió el tema de este inmueble le contactó, ha contado Hernand, alguien hizo disparates inhumanos con el metro, buscó una mesita de noche del tamaño de un cubilete de parchís y hasta puso un suelo geométrico de linóleo mono, medio modernito, como si esto no fuera un chiste macabro. "Lo más cercano a un secuestro que puedes vivir pagando".
Estamos viviendo en el mejor momento de la historia, según Johan Norberg: alimentadas, educadas, protegidas… Pero la realidad, ha recordado Hernand, es que si nuestra esperanza de vida es de 80 años, y a tenor de sociedades anteriores, ya deberíamos de haber colonizado 2 continentes con 30 años. "Vamos regular con el timing, porque, sin embargo, somos una chavalada que pone vocecitas con su pareja, que tiene escasez de intimidad en edades altas y que los pies se le salen de la cama. En resumen, que no tiene algo que va por encima del derecho a la vivienda: una vida digna".
Una vida digna, ha destacado la colaboradora, donde podamos desarrollarnos sin la ironía de que nuestros recuerdos se reduzcan a fotografías en una nube del móvil porque eso es "lo máximo que cabe en tu casa", una vida con exploración de tu propia intimidad, donde no tengas que convivir con un maltratador, una vida en la que puedas pagar las cosas. "Si nuestra intención es pagar oiga, pero la cuerda no da más de si", ha recordado.
Algo estamos haciendo mal desde luego cuando el desajuste queda en manos de unos pocos especuladores, ha insistido Hernand, cuando nuestros barrios los han tomado los alquileres turísticos que no pagan las tasas que serían justas, cuando mucha solución pasa por parques públicos de vivienda, o sencillamente, con poner una regulación de máximos en las grandes ciudades. "Se llena la boca de orgullo de algunos de nuestros gobernantes, pues ojalá también se les llene de palabras que sean hechos, porque yo ya no sé a qué nos podemos agarrar si no tenemos palabra: desde luego, a un contrato de arrendamiento está claro que no. Íbamos a salir mejores, pero se nos olvidó que la vivienda no es una mercancía cualquiera", ha concluido Hernand.
Íbamos a salir mejores, pero | Decidimos techar nuestras vidas