Melina Mercouri: actriz y política
La protagonista de Nunca en domingo o Topkapi falleció hace 30 años, el 6 de marzo de 1994.
Decía la actriz griega Melina Mercouri que las dos grandes pasiones de su vida habían sido el teatro y la política. Olvidaba así sus otras dos facetas, la de cantante y la de actriz de cine. Pero es verdad que su actividad como ministra o sus triunfos en los escenarios eclipsaron su trabajo en la pantalla, con una filmografía que no es larga, apenas una veintena de películas, pero con algunos títulos destacados en ella.
Melina Mercouri, ha sido junto a Irene Papas, la actriz griega más mítica y con mayor proyección internacional que ha habido. Una estrella de una belleza extraña y diferente; tenía una boca y unos ojos grandes, muy grandes, con unas cejas espesas y poseía una voz ronca y sensual. Nació en 1920 en una de las familias con mayor influencia política de su país. Su padre fue parlamentario, su tío presidente del Banco de Grecia y su abuelo, alcalde de Atenas durante muchos años. “Todo el mundo quería a mi abuelo”, decía la actriz. “Gracias a él mi casa estaba siempre llena de gente y de esta forma aprendí a no tener miedo de nadie. Mi abuelo fue la persona más importante en mi infancia. Me enseñó a ser decidida, a ser generosa y no estar obsesionada por el dinero. Me enseñó a ser justa”.
Melina Mercuri parecía destinada al mundo de la política, pero esa actividad no la ejercería hasta muchos años después. Fue su abuelo, precisamente, el que le animó a seguir su primera vocación, la de actriz. Interpretó a los clásicos griegos, pero también a Shakespeare o a Tennessee Williams convirtiéndose en una de las principales figuras de la escena teatral griega, actuando tanto en su país como en Francia.
Su debut en el cine llegó cuando tenía ya 34 años, en 1955, con la película Stella, dirigida por Michael Cacoyannis, el director de Zorba el griego. Stella ganó el Globo de Oro a la mejor película extranjera y fue presentada en el festival de Cannes. Fue allí donde Melina Mercouri conoció al actor y director Jules Dassin, responsable de películas como Rififi o El fantasma de Canterville. El director y la actriz se convirtieron en pareja durante diez años y se casaron finalmente en 1966. Fue Dassin en la película Nunca en domingo, el que le daría el que acabó siendo el personaje más famoso de su carrera. Melina Mercuri fue nominada al Oscar y ganó el premio a la mejor actriz en el festival de Cannes de 1960. “Fue uno de los dos grandes momentos de mi vida”, confesaba la actriz. Sobre todo, porque en la ceremonia pude ver con orgullo y por primera vez como la bandera griega se colocaba entre las de otras cinematografías. El otro gran momento de mi vida fue unos años más tarde en Nueva York, el día en que conocí a Greta Garbo que fue el mayor regalo que me han hecho nunca porque toda mi vida he amado a Garbo. Por ella me hice actriz”.
Nunca en domingo fue además un gran éxito en todo el mundo, impulsado por su canción principal, Los niños del Pireo, que ella cantaba con su voz profunda. Melina Mercouri fue también nominada a los Globos de Oro como mejor actriz dramática por su siguiente película, Fedra, al lado de Anthony Perkins. En ella daba vida a una mujer que se enamoraba de su hijastro. Fedra también estaba dirigida por Jules Dassin. En realidad, la mayor parte de las películas que protagonizó fueron dirigidas por su esposo. Títulos como El que debe morir, Promesa al amanecer o una de las más famosas, Topkapi, en la que, con Peter Ustinov y Maximilian Schell, formaba parte de una banda de ladrones que robaba en un museo de Estambul.
En 1967 Melina Mercouri se encontraba en Broadway protagonizando una versión musical de Nunca en domingo, titulada Querida Illya. Fue entonces cuando, desde su país, le llegó una mala noticia. El general Stylianos Patakkos y otros militares habían dado un golpe de Estado instaurando en Grecia la que se conocería como “la dictadura de los coroneles”. Melina Mercouri no regresó a su país, si no que se exilió en Francia y desde allí se convirtió en una de las principales activistas contra la dictadura.
Durante los siete años que duró la dictadura la actriz viajó por todo el mundo dando a conocer la situación que se vivía en Grecia, convirtiéndose así en el símbolo de la resistencia exterior, una etiqueta que ella rechazaba. “Es mentira eso de que soy un símbolo. Es una etiqueta creada por los periódicos que no es real. Cuando vives con otras personas que están exiliadas como tú y sabes lo duro que es; cuando estás rodeada de otros exiliados griegos, españoles o portugueses, vives todos los días la tristeza de tu situación y no te sientes precisamente como una heroína tal y como dicen los periódicos”, afirmaba.
La actriz sufrió hasta tres intentos de asesinato, el más conocido en 1969 en un teatro de Génova, donde una bomba preparada contra ella fue descubierta por casualidad poco antes de explotar. Además, la junta militar prohibió sus películas y discos, le confiscó todos sus bienes y le retiró la ciudadanía griega, a lo que Melina respondió con una frase que se haría célebre: “Nací griega y moriré griega. Patakkos y los coroneles nacieron fascistas y morirán fascistas”.
Durante sus años de exilio Melina Mercouri se dedicó sobre todo a grabar discos e hizo un par de incursiones en el cine americano, como en la película Los locos años de Chicago, dirigida por Norman Jewison, y en la que interpretaba a la madame de un burdel. Antes, también había rodado en Inglaterra a las órdenes de Joseph Losey La gitana y el caballero, o en España, dirigida por Juan Antonio Bardem, Los pianos mecánicos, en la que interpretaba a una extranjera que abría un local en la Costa Brava.
El 24 de julio de 1974 cayó la dictadura de los coroneles. Dos días después Melina Mercuri aterrizaba en Atenas aclamada por miles de personas que la esperaban en el aeropuerto. En 1978 puso fin a su carrera cinematográfica con la película Gritos de pasión. Para entonces ya había encontrado una nueva ocupación, la de política. Participó junto a Andreas Papandréu en la creación del PASOK, el Movimiento Socialista Panhelénico, y fue elegida parlamentaria en 1977. “La gente del PASOK luchamos para conseguir un gran cambio en la sociedad griega, creemos en un futuro donde la gente pueda vivir libre y feliz, sin que haya monopolios y sin la ocupación imperialista norteamericana”, afirmaba.
En 1981 se convirtió en la primera mujer en ocupar el puesto de ministra de Cultura en Grecia, cargo que mantuvo durante dos legislaturas. Fue, por ejemplo, la impulsora de lo que hoy conocemos como la Capital Europea de la Cultura que cada año ostenta una ciudad, siendo Atenas la primera en 1985. Otro de sus grandes empeños fue su campaña para que Gran Bretaña devolviera a su país los mármoles del Partenón, sustraídos del Templo de la Acrópolis en el siglo XIX. “Los mármoles del Partenón son nuestro orgullo, son nuestra identidad, es el vínculo que tenemos con la excelencia griega clásica, son los símbolos de nuestro concepto de democracia y libertad”, decía para argumentar esa petición.
Melina Mercouri siempre tuvo fama de mujer fuerte y luchadora. Sin embargo, tenía una debilidad. Era una fumadora empedernida y fue el tabaco el que le provocó el cáncer de pulmón que acabó con su vida el 6 de marzo de 1994. Su cadáver fue llevado en peregrinación durante dos días hasta Atenas, seguido por cientos de miles de sus compatriotas, y allí se celebró un funeral con honores de jefe de Estado, siendo la primera mujer griega enterrada con estos honores. Y no solo en Grecia le rindieron tributo. Ese día las luces de las marquesinas de los teatros y tiendas de Broadway se apagaron durante un minuto; una tradición que se brinda como homenaje a los grandes actores y actrices estadounidenses del teatro y que se hizo también por primera vez, tratándose de una artista extranjera, para Melina Mercouri.