El papa incluye en la Pontificia Academia de las Ciencias a un experto en inteligencia artificial, maestro de ajedrez y diseñador de videojuegos

La Iglesia se mantiene anclada en principios de hace siglos en algunas cosas, pero intenta ir al ritmo de los tiempos en otras. Un ejemplo de esto último es la decisión del papa Francisco de incluir en la Pontificia Academia de las Ciencias, el organismo que estudia los avances científicos y su implicación en la religión, a Demis Hassabis, consejero delegado de Google DeepMind, la filial del gigante norteamericano dedicada al estudio y desarrollo de la inteligencia artificial.

Hassabis, que este año cumplirá 48 años, lleva desde los 17 trabajando en la industria de los videojuegos, de la que pasó a centrar sus investigación en el estudio de la memoria, la amnesia y el aprendizaje, así como en sus implicaciones en el progreso de la inteligencia artificial. Fue uno de los ganadores del Premio Princesa de Asturias de Investigación en 2022.

Hassabis es además maestro de ajedrez y desde DeepMind se han desarrollado diversos programas de Inteligencia Artificial capaz de jugar a este juego o al go, un juego de mesa muy extendido en Asia. Hassabis es también un reconocido jugador de póker.

Además de toda esta labor en el mundo del entretenimiento, las investigaciones de Hassabis intentan aplicar sus hallazgos a la biología, por ejemplo a descifrar la estructura de las proteínas.

Ciencia y religión, una preocupación papal

El papa Francisco ha mostrado en varias ocasiones su preocupación por el desarrollo de la inteligencia artificial. De hecho, centró en este asunto su mensaje en la Jornada Mundial de la Paz celebrada el pasado 1 de enero. Entonces el papa reconoció la utilidad de la IA para mejorar el esfuerzo en el trabajo, los instrumentos médicos o la interacción personal, pero también calificó de "riesgos graves" el uso no regulado de armas con esta tecnología o su capacidad para influir en procesos electorales.

Francisco pidió a la comunidad internacional la firma de un tratado internacional vinculante para delimitar el uso de la inteligencia artificial. En el texto alertaba del uso de la IA para difundir información falsa y alertaba de que no es "suficiente suponer, por parte de quienes diseñan algoritmos y tecnologías digitales, un compromiso de actuar ética y responsablemente".

La Pontificia Académica de las Ciencias se creó en 1936 siglos después de la persecución constante de científicos por parte de las hogueras eclesiásticas. El órgano en sí es independiente de la Santa Sede y puede realizar sus investigaciones por su cuenta y, de hecho, a lo largo del siglo XX ha tenido entre sus miembros a varios ganadores del Nobel. Actualmente ningún científico o científica de España forma parte de la Academia.