El corderazo de medianoche
"Si en lugar de hacer inspecciones laborales y asegurarse de que el personal hostelero tiene sueldos y turnos legales, un gobierno impone el cierre a las 11, me temo que nos entrarán ganas de cenar a las 12"
La píldora de Enric González | El corderazo de medianoche
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Madrid
Hace unos 40 años me trasladé de Barcelona a Madrid. Eran tiempos convulsos. Vivíamos agobiados entre el golpismo, el terrorismo, las reconversiones, las devaluaciones, los pufos bancarios, la heroína y la delincuencia. Hay quien piensa que en aquella década, los 80, éramos más libres que ahora. Yo creo que éramos como niños que salen al recreo tras el largo encierro del franquismo. Más que libres, yo diría asilvestrados.
El caso es que hice amigos madrileños que, muy amables, montaban cenas para que conociera a otros amigos. La cita en el restaurante solía ser a las 10. Nadie llegaba antes de las 10,30. A las 11 nos sentábamos. A las 11,30 empezábamos el primer plato. Y con las campanadas de las 12 caía sobre la mesa la enorme bandeja de cordero. Para mí, barcelonés de horarios monjiles, lo más duro de aquellos tiempos duros fue el corderazo de medianoche, que daba campanazos en mi estómago hasta el mediodía siguiente.
Esta semana nos reunimos unos amigos para darle el premio Raúl del Pozo al gran columnista Ignacio Camacho. En la mesa había profesionales ilustres pero, se lo aseguro a ustedes, no de costumbres morigeradas. Estábamos en un restaurante otrora especializado en el corderazo de medianoche. Pues bien, el cordero llegó antes de las 10. Y a las 10,30, como europeos elegantes, habíamos liquidado el asunto. El comedor se vaciaba poco a poco.
Los horarios españoles van cambiando lentamente a mejor. Y han de cambiar aún más. Pero no estoy de acuerdo con la vicepresidenta Díaz en eso de imponer horarios para las cenas. Este país tiene el clima que tiene y es como es. Si en lugar de hacer inspecciones laborales y asegurarse de que el personal hostelero tiene sueldos y turnos legales, un gobierno impone el cierre a las 11, me temo que nos entrarán ganas de cenar a las 12.
Hasta yo podría añorar el corderazo de medianoche. Espero que, a mi edad, no me obliguen a llegar a tales extremos.
Me llamo Enric González. Tengan ustedes un buen día. Y recuerden aquello de las grandes cenas y las sepulturas llenas.