Oscars 2024 | Memoria histórica, sátira racial y comedias feministas, los Oscar miran a la agenda política
Desde 'Oppenheimer' a 'La zona de interés, pasando por 'Los asesinos de la luna', las nominadas a película piden perdón por un pasado violento, mientras destacan las comedias feministas como 'Barbie' o 'Pobres criaturas'
Los Ángeles
Hollywood siempre ha sido el centro del cine mundial, del más popular y conocido, pero a la vez siempre ha tenido relación con todo lo que acontecía en la sociedad. El cine y la política han ido de la mano. Y es las películas reflejan el mundo en que vivimos, nuestros miedos, angustias y esperanzas. Da igual que sea la ciencia ficción, un drama o una comedia romántica. El cine muestra cómo vivimos, cómo nos gustaría vivir y, en esos relatos, hay también un discurso político. Esta edición de los Oscar es curiosa porque coinciden varias películas que apelan a algunos de los debates en curso en la sociedad. Por ejemplo, la mirada al pasado de Occidente para pedir perdón por el daño cometido. Es el tema que subyace detrás de tres de las películas nominadas. Por ejemplo, Los asesinos de la luna, el monumental western de Martin Scorsese.
'Los asesinos de la luna', Scorsese denuncia el genocidio indio en un monumental wéstern
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Es la película de Scorsese más importante en términos históricos y también políticos. Que una figura clave en el cine mundial, cinéfilo reconocido por el público, la crítica y los premios, haga esta película es tremendamente revolucionario. No solo por su calidad artística sino porque cambia la mirada sobre los nativos americanos, una población que fue masacrada dos veces, primero físicamente al serles arrebatadas sus tierras y sus vidas, y luego en la ficción, donde se les arrebató su dignidad. El relato de los indios como salvajes, víctimas y borrachos sigue a día de hoy a pesar de que pequeñas ficciones hayan tratado de restaurarlo. Scorsese pide perdón por toda la historia de Hollywood, sin dejar de reivindicar el wéstern como su género favorito. En ese debate que se abrió sobre qué hacer con películas con discursos racistas o machistas del pasado, Scorsese lo tiene claro. Haya que lidiar con eso. Ni censuras, ni hacer como que no ha pasado nada. Y a partir de ahí empezar a crear nuevos relatos que no cosifiquen a ningún colectivo. Por eso es tan significativa la nominación de Lily Gladston, primera actriz nativa en estar nominada, si exceptuamos a la mexicana Yalitza Aparicio. Su trabajo interpretativo es impresionante, pero también su compromiso con una historia, con un idioma y con una comunidad, los osages.
En esa misma línea se sitúa La zona de interés, la película del británico Jonathan Glazer que tiene cinco nominaciones, entre ellas película, dirección y película internacional, donde compite con Juan Antonio Bayona. La zona de interés ganó el segundo premio en Cannes y es una manera nueva de romper el relato sobre el holocausto, igual que hace Scorsese con el genocidio de los nativos en su país. La idea principal es que también el dolor y el horror pueden contarse desde la ausencia de la belleza y desde la belleza. Por eso, Glazer nos muestra a una idílica familia a alemana que ha ascendido socialmente al dirigir Auswicht. La película nos habla del pasado, de la importancia de no banalizar la memoria, pero también de cómo seguimos comportándonos igual que esos perpetradores nazis en muchas partes del mundo.
Especial | Oscars 2024: todo lo que tienes que saber para la gran fiesta del cine
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Por último, Oppenheimer es también una película que tiene mucho de memoria histórica. Es la mirada a un momento donde Estados Unidos pasó de héroe a villano. La película de Christopher Nolan es la favorita en esta edición de los Oscar por su manera de contar el dilema ético del físico padre de la bomba atómica, que creó un arma para combatir el fascismo y el nazismo, pero que acabó matando a civiles inocentes y generando una carrera armamentística y un problema geopolítico mundial. El director hace un ejercicio para mirar al pasado, para entender cómo se tomaron esas decisiones, pero para volver al presente donde las armas y las guerras siguen siendo un problema de primer orden. Hay está Ucrania, Gaza o Yemen.
Pero además, Oppenheimer ha reabierto el debate sobre las armas nucleares. Make Nukes History (convierte en historia las armas nucleares) ha sido la campaña lanzada por la organización The Nuclear Threat Initiative, que trata de concienciar sobre la amenaza nuclear al calor del éxito de la película de Nolan. "Oppenheimer tenía razón al advertirnos”, dice la carta que cuenta con firmantes como Annie Lennox, Michael Douglas, Jane Fonda, Viggo Mortensen o Kristen Stewart. Curiosamente nadie del equipo del filme ha firmado, pero los organizadores esperan que en su discurso de agradecimiento haga mención a esto. Nolan ya lo hizo en los Bafta y ha sido uno de sus argumentos en la promoción de la película. Por cierto, que Los Ángeles está blindada para evitar manfiestación por el alto al fuego en Gaza y llena de carteles contra estas armas.
Luego está otra tendencia, la sátira como manera de enfrentar la sociedad. Ahí se inserta American Fiction, una de las últimas películas en estrenarse en nuestro país. Cord Jefferson adapta la novela de Percival Everett, donde un escritor afroamericano se ve marginado del mundo editorial porque sus novelas no son lo suficientemente negras, en pleno momento de sensibilización tras el Blak Lives Matter. Ganó el premio del público en Toronto y, desde entonces, ha sido una de las películas que se ha mantenido en la carrera de premios hasta llegar con cinco nominaciones a los Oscar, entre ellas las de película y guion adaptado, por el que ya aseguró su Bafta. Jeffrey de los colectivos que han sido oprimidos en la ficción y cómo esa representación ha afectado y afecta a su autoestima, a su día a día y a su dignidad. American Fiction es también un desternillante relato de cómo funciona el mundo editorial, basado ya en algoritmos, en redes sociales y en lo emocional, más allá de lo literario.
Una divertidísima 'Barbie' feminista contra el patriarcado viene a alegrarnos el verano
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En tono de comedia han llegado este año dos películas feministas que tiene a mujeres empoderadas que se rebelan contra el sistema. Barbie es el gran fenómeno del año. La película más taquillera que ha hecho que los cines se tiñan de rosa y se llenen de público joven. Producida por Margot Robbie y dirigida por Greta Gerwig, Barbie es una película hecha en el seno de la industria, con esa pareja formada por Warner y Mattel, pero que consigue meter la llaga desde dentro. La famosa muñeca ha sido, desde siempre, un elemento geopolítico y a la vez un elemento de tortura para muchas mujeres, que ven en ella todo lo que nunca podrán ser. Estándares de belleza que están en la televisión y en el cine de Hollywood. De eso se ríe la película y también de las técnicas de dominación del patriarcado y de los falsos aliados. Lo hace la directora con algo que siempre funciona en comedia: alterar la realidad dando la vuelta a la tortilla. Es decir, si en el mundo real los hombres dominan las corporaciones de las empresas que deciden qué películas tenemos que ver o con qué muñecas jugar, si los hombres dirigen la política, ejercen la justicia, son grandes cirujanos y llegan al espacio, pasa todo lo contrario en Barbiland.
Una táctica similar a la que vemos en Pobres criaturas, la adaptación de la novela de Alasdair Gray que firma el griego Yorgos Lanthimos. Aquí es Emma Stone, favorita en su candidatura de mejor actriz, la que da la vuelta al sistema. Ella es una mujer a la que se le ha insertado el cerebro de una niña. Ese tono naife hace que sea una persona desinhibida, que no le importen los demás, y que rompa la presión del patriarcado. Lanthimos y su guionista Tony McNamara aprovechan para introducir algunas cuestiones como el reparto de la riqueza, la revolución de clase, la prostitución, la violencia de género. Se habla del matrimonio como otra forma de dominación masculina, se habla de ciencia y de romper las normas puritanas y convenciones sociales y, también, de los límites de la medicina, como hacía la obra de Mary Shelly, de la que el filme y la novela son herederas, y de sanidad pública y universal. Barbie y Pobres criaturas tienen algo en común, que usan la parodia de forma emancipadora.
Es curioso que otros relatos de este año hablen del feminismo desde lugares más sutiles y menos obvios. Por ejemplo, lo hace a su manera Maestro, la película de Bradley Cooper, que muestra la relación tormentosa del compositor Leonard Bernstein con su esposa y su sexualidad no reconocida. Lo hace también Vidas pasadas, la opera prima de Céline Song, que cuenta las dinámicas de pareja post me too. Una película positiva, pues cuenta un triángulo amoroso donde no hay ni celos, ni toxicidad, donde los hombres entienden y las mujeres son libres. Vidas pasadas es también una mirada a la identidad, dirigida por una mujer de origen asiático que se inserte en ese camino que abrieron películas como The farewell o Minari.
'Anatomía de una caída', el thriller judicial del año
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Luego está Anatomía de una caída. El fenómeno indie del año, la Palma de Oro en Cannes, podría dar la sorpresa esta noche. Su directora Juntine Triet escribió el filme durante la pandemia junto a su pareja, el director y actor Arthur Harari. Ambos conformaron un thriller judicial donde una mujer es sospechosa de matar a su marido. En realidad, la película habla de la pareja moderna, de sus dinámicas tóxicas y violentes, pero también de cómo la sociedad juzga a las mujeres que, como el personaje de Sandra Hüller, no se ajustan a los mandatos del patriarcado y son sospechosas. Pero además, la película puede leerse como un toque de atención en estos tiempos de postverdad y fake news, donde el relato cuenta más que los hechos.
Por último, tenemos Los que se quedan. Es la película de Alexander Payne, un drama navideño con Paul Giamatti, que podría amargarle la noche a Cillian Murphy, el protagonista de Oppenheimer. Lo cierto es que detrás de esta historia de tres tipos solitarios que pasan una Navidad juntos en un colegio de élite, un profesor de Latín, un alumno con problemas y una cocinera que ha perdido a su hijo en la guerra de Vietnam, la película habla de heridas profundas en la sociedad americana. Para empezar destruye la creencia en el sueño americano y muestra el clasismo en la educación, pilar básico para poder alcanzarlo. Muestra también lo que supuso Vietnam para un país que todavía sufre sus consecuencias morales y sociales. Curiosamente, la película de Payne ha protagonizado la polémica más reciente, ya que un director le ha acusado de plagio.
En definitiva, un año donde el cine mira a los problemas y los desafíos que tenemos como sociedad global. También lo hace el documental La memoria infinita, que habla del amor y la memoria individual y colectiva en un país como Chile asolado por la dictadura reciente. Juan Antonio Bayona habla del compañerismo y el trabajo en equipo en un mundo que premio todo lo contrario, el esfuerzo individual. Kaouther Ben Hania en el documental Las cuatro hijas indaga en las heridas de la guerra y el fundamentalismo en las mujeres. Mientras que 20 días en Mariupol nos recuerda que la guerra sigue en Ucrania, aunque cada vez hablemos menos de ello. Matteo Garrone insiste en que Europa debe poner soluciones a las muertes en el Mediterráneo y dejar circular libremente a las personas, como explica en Yo capitán. Wim Wenders por su parte hace algo sumamente revolucionario, invitarnos a ser felices con poco, a hacer las cosas bien y a vivir el aquí y el ahora en su maravillosa Perfect Days. Y Sala de profesores, nos advierte de los peligros de los prejuicioos, el racismo y los estereotipos. Ojalá todas ellas nos ayuden a ser mejores.
Las opciones españolas en los Oscar y lo mejor del Festival de Málaga
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Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...