Nevenka Fernández: "Sigue siendo importante hablar de esto. No hemos evolucionado lo suficiente"

Zamora

La escena tiene lugar dentro de un coche. Ismael, de unos cincuenta años, acaricia el pelo de una mujer, Nevenka, a la que dobla la edad. Le dice lo mucho que le gusta y ella no sabe muy bien cómo reaccionar. Él sale del coche dando un portazo y se dirige al edificio de las Cortes de Castilla y León “que le quiere enseñar y enseñarse con ella”.

Nada es lo que parece. Él no es Ismael Álvarez sino Urko Olazabal. Ella Mireia Oriol. La historia de amor es en realidad de acoso con sentencia firme y no estamos en Ponferrada sino en Zamora, porque veinte años después, aun escuece que una mujer se revelara al abuso de poder y acoso sexual de aquellos poderes fácticos. Estamos en el rodaje de “Soy Nevenka” la película que Icíar Bollaín estrenará en Septiembre y que llegó a sus manos por sugerencia de los productores Juan Moreno y Koldo Zuazua con los que ya trabajó en Maixabel. También de aquel rodaje son la guionista Isa Campo, el jefe de peluquería Sergio Pérez, la jefa de producción Guadalupe Balaguer y Urko. Cuando un equipo funciona para qué cambiar. En este momento parte de ese equipo mira al cielo, una nube ha tapado el sol y hay que esperar a que pase para que plano y contraplano tengan la misma iluminación.

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Dentro de una carpa está el monitor en el que miran y escuchan la escena que están rodando. Detrás, en unas sillas, está Nevenka Fernández. Esta vez sí, la de verdad. Ha venido unos días con su marido y sus hijos para asistir como espectadora a la recreación de su historia “que, en realidad, es la historia de muchas Nevenkas”. Se pasea por el set y entabla conversación con unas señoras que observan curiosas todo lo que está ocurriendo. No la reconocen pero, le dicen, allí se está haciendo una película sobre una chica que fue muy valiente. Se sonríe. “Sí, fue muy valiente”.

Hace 20 años regresó a su pueblo, Ponferrada, a trabajar con el equipo de Gobierno del entonces alcalde Ismael Álvarez, amigo de sus padres. Una mujer joven, preparada y guapa. Inició una relación sentimental que después no pudo parar. Y cuando ya no aguantó más decidió plantar cara y denunciar lo que estaba sufriendo. En aquel momento no encontró más apoyo que el de su familia y su actual marido. Su partido político le dio la espalda, para la oposición ese escándalo no era cosa suya y la sociedad decidió que la víctima era el acosador.

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“Hay algo que no es como me dicen” Así tituló Juan José Millás el relato de esta historia que fue el primero en contar tras varias reuniones con ella en Talavera. Cuando se encuentran se abrazan con cariño y recuerdan aquellos días en los que hablaban y comían y de vuelta a Madrid en coche. “Hay que reconocer que siempre ha sido de una coherencia tremenda. En un momento en que los programas de televisión la perseguían y le ofrecían mucho dinero para contar su historia, fue imperturbable. No accedió a nada. Y, aparte de la rueda de prensa cuando denunció, solo ha aparecido en el documental de Ana Pastor para Netflix”. Y ahora, con la excusa de la película, vuelve a conversar con Juanjo “Esto es más grande que yo. Es importante que se hable de casos como éste. A muchas mujeres les está pasando y tienen miedo a dar la cara”. Cuando veía las manifestaciones por la violación de La Manada lloraba y “sentía que los gritos de ‘yo sí te creo’ también me lo decían a mi. Entendí lo importante que es la sororidad y que alguien te diga yo te entiendo”

Algo ha cambiado en la sociedad pero no lo suficiente. En 2020 la abogada Raquel Díaz se quedó en silla de ruedas después de que su pareja, concejal también en Ponferrada, la lanzara por el balcón. La condena de 16 años solo admite los maltratos y lesiones, pero no intento de homicidio o asesinato porque el acusado después de tirarla se arrepintió y llamó a Urgencias…