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Netanyahu ignora a sus aliados y mantiene que habrá un ataque militar terrestre en Rafah: "No hay otra forma de derrotar a Hamás"

El primer ministro hebreo le ha dejado "muy claro" a Biden que seguirá adelante con su plan de atacar una región donde se concentran alrededor de 1,5 millones de palestinos

Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí / LEO CORREA / POOL (EFE)

Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, no da su brazo a torcer y sigue enrocado en su decisión de lanzar una ofensiva militar terrestre sobre la región de Rafah, al sur de Palestina. Se trata de la ciudad a la que el propio Gobierno israelí recomendó que se desplazasen todos los ciudadanos palestinos en el inicio de la guerra, por lo que se concentran allí alrededor de 1,5 millones de personas.

Alemania, Reino Unido, Estados Unidos y prácticamente la totalidad de los socios occidentales de Israel le han pedido a Netanyahu que evite esa ofensiva militar, pero el líder hebreo ha decidido ignorar cualquier recomendación de los líderes internacionales.

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Así, este martes ha insistido en su plan, señalando que destruir a Hamás en Rafah requiere una incursión terrestre de las fuerzas israelíes. Cuando ha informado a los miembros de su Gobierno, ha indicado que ha dejado "muy claro" al presidente estadounidense Joe Biden "que estamos decididos a completar la eliminación de estos batallones (de Hamás) en Rafah, y no hay manera de hacerlo excepto atacando el terreno".

Ambos mandatarios mantuvieron este lunes su primera conversación telefónica en más de un mes, en el que la tensión ha alcanzado su cota máxima ante el empeño de Netanyahu de mantener la intensidad de la guerra en Gaza para "destruir a Hamás".

"Hablamos de los últimos acontecimientos en la guerra y del compromiso de Israel de lograr sus objetivos: eliminar a Hamás, liberar todos nuestros rehenes y que Gaza no represente una amenaza para Israel", afirmó Netanyahu, quien el fin de semana aprobó el plan militar para invadir Rafah, pese a las claras reticencias de EEUU.

Para Netanyahu no operar en Rafah es sinónimo de no acabar con Hamás y perder la guerra; una postura diferente a la de Biden, que ayer le insistió en que es un "sinsentido" y se mostró "profundamente preocupado" porque esa operación podría en peligro las vidas de más de un millón de evacuados que no tienen a donde ir, además de ser esa ciudad la vía de entrada de ayuda humanitaria vital desde Egipto.

"Una gran operación terrestre será un error y llevará a más muertes de civiles. Los objetivos que Israel quiere conseguir en Rafah pueden alcanzarse por otros medios", afirmó el asesor de seguridad de la Casa Blanca, Jake Sullivan, cuando informó a la prensa sobre la conversación entre Biden y Netanyahu.

La entrada de más ayuda humanitaria a la Franja, insuficiente ante la negativa de Israel a abrir más rutas terrestres, es otro de los puntos de divergencia entre ambos países y EEUU está presionando para que los alimentos lleguen al norte, donde la ONU declaró ayer riesgo inminente de hambruna.

"Esta es una crisis continua en la relación desde hace meses, desde que Netanyahu retomó el poder, que se prolongará y empeorará", vaticinó en conversación con EFE sobe el futuro de la relación entre Israel y EEUU el diplomático israelí Alon Pinkas, exasesor de varios presidentes y sirvió como cónsul general en Nueva York.

 
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