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En el rodaje de la nueva película de Icíar Bollaín: "Dejamos sola a Nevenka, ahora la respuesta sería diferente"

La directora rueda 'Soy Nevenka', película sobre la denuncia que hizo Nevenka Fernández, la que fuera concejala de Ponferrada, contra el exalcalde Ismael Álvarez por un caso de acoso sexual en los primeros 2000

Zamora

En la plaza mayor de Zamora conviven estos días los vecinos que aprovechan la subida de las temperaturas tomando el vermú al sol, con los técnicos, con los más de mil figurantes y con los actores y actrices de Soy Nevenka, la nueva película de Icíar Bollaín, que se rueda estos días en la ciudad castellana. Desde La boda de Rosa, Bollaín cuenta con el sello verde que otorga la Academia a aquellos rodajes que son sostenibles y no desestabilizan el entorno donde ruedan. Es precisamente lo que pasa en Zamora, donde la gente pasea, saluda y mira de reojo, pero nadie interfiere en la escena que ruedan ese mismo día, bajo el sol y ante la atenta mirada de un nido de cigüeñas que emerge en lo alto del ayuntamiento. Hace unos días estuvo por aquí la propia Nevenka. Dice Bollaín que fue muy emotivo, porque tuvo que ver escenas duras. “Imagino que impresiona ver tu vida en la pantalla”, explica la directora en la Cadena SER a la que atiende en el seminario de la ciudad, convertido en el cuartel del equipo de rodaje, donde se sirve el casting a todos los trabajadores y trabajadoras.

Antes de eso, presenciamos una de las escenas que estará en esta película, que produce Movistar Plus. La escena tiene lugar en el ayuntamiento de Zamora, que recrea en realidad el consistorio de Ponferrada, donde trabajaba Nevenka Fernández en el año 2000 y de donde era alcalde, dueño y señor, Ismael Álvarez, del Partido Popular, cuando las mayorías absolutas de la derecha eran una realidad. “Nos dieron largas y buscamos otras opciones”, dice sobre el cambio de ciudad, algo que solo el cine puede lograr. “Zamora era perfecta porque tenía un tamaño y fisonomía parecida y estaba más cerca y mejor conectada con Madrid. Después supimos por la prensa que no nos querían dar los permisos, pero la verdad es que lo decidimos antes”, cuenta Bollaín sobre la relación con el ayuntamiento de Ponferrada, ciudad donde pasó todo. “Él es una persona que todavía tiene mucho peso allí y tiene el respeto de muchos ciudadanos, al final si ruedas en ese lugar necesitas la ayuda de mucha gente y creo que es más fácil hacerlo fuera”.

La actriz Mireia Oriol en el rodaje de 'Soy Nevenka' / DAVID HERRANZ

La actriz Mireia Oriol en el rodaje de 'Soy Nevenka' / DAVID HERRANZ / david herranz

La actriz Mireia Oriol en el rodaje de 'Soy Nevenka' / DAVID HERRANZ

La actriz Mireia Oriol en el rodaje de 'Soy Nevenka' / DAVID HERRANZ / david herranz

La cámara de Bolláin rueda precisamente el primer encuentro entre ambos, la primera vez que se conocieron en un bar al lado del consistorio. “Es una escena muy intensa, porque ahí empezó todo”, nos dice la directora en una pausa. Ese día ambos se conocieron y se gustaron. Él la persiguió y mantuvieron una relación. Ella quiso dejarle, pero él no se lo tomó bien y llegó el acoso y la violencia. Nevenka era mucho más joven, trabajaba para él, un tipo muy poderoso y muy querido en Ponferrada. Por eso aguantó y aguantó hasta que no pudo más. Su denuncia convirtió todo en un escándalo mediático. Nevenka ganó la batalla judicial pero perdió la batalla social, algo que hoy en día no sería así. “Ahora hay una respuesta social radicalmente distinta. Lo hemos visto con Jenni Hermoso, lo hemos visto con La Manada. Es verdad que sigue habiendo una parte de la sociedad que no se pone del lado de la víctima. Pero otra gran parte responde. Eso no ocurrió con Nevenka, fue todo lo contrario. La respuesta social fue bastante terrible, se quedó muy sola y además se la culpabilizó. Ahora creo que la percepción es otra”.

Uno de los desafíos era retratar a una persona real que sufrió tanto. “Me pasó con Maixabel y con Carlos Acosta, cuando ruedas con gente real tienes una doble personalidad, por contar bien su historia y representar lo que les pasó. Por lo menos de encauzar su espíritu, porque sabes que nunca será igual. Ella nos dio luz verde desde el principio”. Con ella mantuvieron encuentros, entrevistas en las que hablaron de sus propias experiencias, de todo aquello. Con todo ese material y esa confianza, Isa Campo e Icíar Bollaín confeccionaron un guion que se centra en todo el tiempo en el que ella trabajó en el ayuntamiento, desde que le conoce hasta que decide denunciar. “Empezamos el día que va por primera vez al abogado que luego lleva su caso. Desde ahí vamos haciendo saltos hacia atrás, muy grandes, como de 20 secuencias para ir reconstruyendo lo que ha pasado desde el despacho de de Adolfo Barreda, que fue su abogado y también desde la clínica de su psicólogo, porque ella hace un trabajo paralelo antes de poner la demanda. Esos dos despachos digamos que nos sirven para reconstruir lo que ha pasado”

Con Nevenka habló también Mireia Oriol para preparar el personaje. A ambas les separan bastantes años y un cambio radical en la sociedad española gracias al movimiento feminista. “Me liberó mucho hablar con ella, porque me dijo un día que esta historia transcendía a Nevenka, que era su historia, pero era la de muchísimas mujeres. A eso me he agarrado para quitarme la presión de ser ella”, contaba la actriz que realiza su primer protagonista. "Desde el principio yo imaginaba que iba a ser muy complicado, porque es un tema que, como mujer, me remueve muchísimo, porque creo que socialmente para las mujeres es un tema que tristemente forma parte de nuestra esencia como personas”, insiste la intérprete que cuenta con Urko Olazábal como compañero. Fue el etarra de Maixabel y ahora interpreta a este alcalde con don de gentes y abusador. “He pasado de ser una persona pusilánime al jefe del pueblo, la estrella del rock. Es completamente opuesto a mi”, reconoce el intérprete que encuentra en Nevenka a un personaje imprescindible para entender cómo han cambiado las cosas. “Fue la mujer que abrió la puerta para este tipo de abusos, sobre todo en la política, que era impensable en un momento de hegemonía del PP, que eran intocables, que pudiera abrir la puerta y decir abiertamente que lo que estaba sufriendo era acoso y maltrato. Después España se le echó encima”.

Precisamente la película es un retrato de todo aquello, pero también de cómo era la España de principios de siglo. “Nos interesaba retratar la Ponferrada de los 2000, que es la España del año 2000. Este señor es un señor todopoderoso en Ponferrada y nos interesaba contar ese ecosistema, porque es un acoso y un abuso que, de alguna manera, ocurre en parte en público. Hay una parte que pasa en el ámbito privado, pero el abuso de poder se ve y eso es lo que queríamos contar”, explica la directora que quería indagar en cómo es el proceso en el que una víctima toma conciencia y coge el valor para denunciar. “Hay muchas cosas que ocurren dentro del acoso que paralizan a la víctima. Está la culpabilidad, la vergüenza, tu familia y que ese maltratado es una persona que te da una de cal y una de arena y eso te deja sin capacidad de reaccionar”.

Bollaín ha ahondado en su cine en algunas de las cuestiones vitales del país. Por ejemplo, antes de que se hablara de violencia de género en los medios de comunicaicón y en la política, dirigió Te doy mis ojos, una de las películas que mejor ha retratado la violencia contra las mujeres dentro de la pareja. En Hola, ¿estás sola? mostró el desencanto de una generación a través de dos mujeres que querían romper con los roles asociados a la feminidad. En El Olivo de cómo los valores y la humanidad se esfumaban por culpa de la crisis económica y en Maixabel cómo la comunicación y la empatía son necesarias para superar cualquier dolor y conflicto. Siguiendo esa línea, que demuestra una coherencia asombrosa, se encuentra su siguiente proyecto, Soy Nevenka, una película sobre un caso de acoso contra una mujer mucho antes de que llegara el Me Too. “Siempre ponemos el dedo en las víctimas y decimos que hablen. Y claro que tienen que hablar, pero nosotros, como testigos, también. Ayudaría mucho a las víctimas si los que estamos alrededor decimos algo también o llamamos la atención, pero hay mucha impunidad”. La película quiere mostrar qué pasa dentro del acoso, qué sufre una mujer, qué siente, qué piensa. “Responder a esas preguntas que la gente hace ante un caso así, de por qué no se fue, por qué mantuvo una relación, por qué no lo denunció. Todo eso tiene muchas capas y motivos e intentamos ahondar en ellas”, explica la directora.

Inevitablemente el tema del consentimiento tiene que ver también con las últimas noticias sobre el Me Too del cine español, las denuncias de varias mujeres al director Carlos Vermut, que publicó El País. “El cine es como la sociedad. Creo que mientras más nos sensibilicemos más fácil será arropar a alguien que sufre abuso de poder. Es curios que en estos últimos casos que han salido en concreto en el cine, siempre hay gente que lo sabe. Cuando salen los casos siempre hay testigos, gente que lo sabía, gente que lo había oído. Eso es lo que yo creo que tenemos que cambiar. Si lo sabemos, no se puede permitir”. Para Urko Olarzábal este personaje le ha hecho darse cuenta de muchas cosas. “Ahora tenemos las alarmas instaladas y esos silencios cómplices que había hoy en día igual los conseguimos evitar. Yo no quiero ser un cómplice, quiero denunciar si veo algo. Si conozco a alguna amiga que lo sufre, yo la voy a animar a denunciar respetando sus tiempos”. Para la directora, con Nevenka le gustaría que todos, hombres y mujeres nos repensáramos, sobre los silencios cómplices que hemos permitido.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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