Puigdemont, en minoría
Su pretensión no acaricia tanto la victoria como mantener la presencia e influencia de su partido, que está hecho unos zorros en cuanto a la credibilidad de su núcleo dirigente, aunque cuenta con bastantes alcaldes apreciados y experimentados
Puigdemont, en minoría
Barcelona
Nuevo envite del hombre de Waterloo. Carles Puigdemont se presenta a las elecciones autonómicas catalanas del próximo 12 de mayo. Así acaba de anunciarlo. Su pretensión no acaricia tanto la victoria como mantener la presencia e influencia de su partido, que está hecho unos zorros en cuanto a la credibilidad de su núcleo dirigente, aunque cuenta con bastantes alcaldes apreciados y experimentados.
Puigdemont no pretende la victoria, porque esta es muy, muy, muy improbable, al menos según todas las encuestas. La última es oficial de la Generalitat, y de hoy mismo. Aumenta la ventaja de los socialistas catalanes, deshaciendo en su favor el empate que mantenían en escaños con Esquerra y muy por delante de Junts, que quedaría como tercera y muy por debajo de su cómputo actual, siempre según la encuesta oficial de hoy.
De modo que el objetivo es salvar a su partido, Junts, de una catástrofe. Y lograr quizá un resultado decente que le permita influir, sorprender y desconcertar sacándose nuevos conejos de la chistera. Solo así podría enterrarse el viejo proyecto convergente pasado a la radicalidad del unilateralismo: desde una presencia suficiente como para reorientarlo de nuevo hacia un definitivo pragmatismo.
Pero acudir a una elección para ser elegido, en principio, diputado autonómico, es también firmar un contrato con los votantes. Si después de este paso, Puigdemont diese el salto para presentarse de nuevo en las europeas, defraudaría a sus electores. No es imposible, porque la inmunidad del eurodiputado es muy alta, y muy atractiva. Pero entonces Junts quedaría en la desagradable posición de haber sido utilizado por su líder como mero papel klínex.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas...