Los negociadores de la huelga de guionistas en Hollywood: "Fue un grito de guerra para los trabajadores de todo el país"
David A. Goodman y Christopher Keyser del sindicato de guionistas americano han recogido el Premio del Sindicato Alma por su contribución en el comité organizador de la huelga que paralizó la industria
Madrid
Son los hombres que negociaron durante meses con las todopoderosas productoras de Hollywood, como Universal y Paramount, y con los directivos de las plataformas de streaming, Netflix, Amazon y Apple. Todos hombres de negocios bregados en conseguir acuerdos millonarios y enfrente, un grupo de escritores, que fueron elegidos por su sindicato, el Writers Guild ofAmerica (WGA), que representa a más de 11.500 escritores, consiguieron un acuerdo, dicen, beneficioso, para todos sus miembros, después de una huelga que duró cien días. David A. Goodman y Christopher Keyser son dos de esos representantes del comité, que han venido a Madrid a recoger un premio de Honor que el sindicato de guionistas españoles, Alma, otorgó anoche. "Demuestra el compañerismo y la solidaridad que hay entre guionistas de todo el mundo, estamos muy agradecidos", dicen, casi a coro, dos de los artífices de una negociación en la que estaba juego definir la manera de trabajar en la era de los contenidos bajo demanda.
"Veníamos de un momento de contracción en la industria y la huelga ocurrió en medo de eso. No sabemos si sigue siendo un momento complejo, pero sí sabemos que a partir de ahora guionistas están más protegidos. Es pronto para saber las consecuencias", explican sobre qué ha cambiado ocho meses después del fin de la huelga en el seno de la industria. "Nuestra queja era para cambiar las cosas a largo plazo", insisten sobre cada medida de las que negociaron, casi hasta la extenuación. Los guionistas fueron a la huelga en 2008 y en 2017 lo evitaron con un acuerdo in extremis. La de 2023 fue la primera de la era del streaming. A el WGA y los ocho estudios, reunidos en la Alianza de Productores de Cine y Televisión (AMPTP, por sus siglas en inglés), les costó alcanzar acuerdos en la renovación del contrato colectivo. Las empresas rechazaban una y otra vez siete de las 14 propuestas que los escritores pusieron sobre la mesa. En el centro de la disputa se encontraba el monto que los escritores reciben cada vez que se retransmite un programa de televisión, serie o película en la que participaron, conocido en la industria como residuales, los residuals. "Obtuvimos más de lo que teníamos, es cierto, pero es un incremento que se verá a futuro", explican.
Cada vez que un estudio vende a un nuevo mercado un programa o una serie, reciben muchísimo dinero y, sin embargo, un guionista ve muy poco dinero por la autoría y los royalties, cuando es el artífice de la idea y su desarrollo. Por ejemplo, el guionista de Rules of engagement recibió 38 céntimos por episodio. Mientras que por la comedia Out of practice obtuvo 93 céntimos. Y por King of The Hill, donde escribió por cinco temporadas, cobró 1.350 dólares. Esto tenía más complicaciones con la llegada del streaming ya que no ofrecen datos de los visionados, de las ventas, ni de nada. Además, los servicios de streaming, como Netflix, HBO, Amazon Prime Video o Disney +, han comportado otro importante cambio que afecta a los ingresos de los trabajadores. En muchas ocasiones, adquieren los derechos globales de los programas durante varios años, lo que implica que los guionistas dejen de ganar grandes sumas de dinero con las ventas recurrentes e internacionales. "El negocio está cambiando y ahora los streamers dependen de la publicidad. Y si quieren vivir de anunciantes, van a tener que dar información de visitas, descargas, vengas. Con el tiempo, esa información de las plataformas será menos secreta. Nosotros hemos tenido acceso a ella, y ellos también quieren compartirla. Sabemos que será una batalla constante con ellas".
Quizá el gran tema, que los escritores americanos, visualizaron antes que nadie y quisieron legislar y corregir, fue el de la Inteligencia Artificial. De esto dependía que muchas profesiones en el cine no desaparecieran para siempre. "Tuvimos suerte porque negociamos en un momento donde pudimos incluir la inteligencia artificial, si hubiéramos empezado con la negociación meses antes, no hubiéramos hablado de este asunto. El mundo cambia muy rápido y eso es lo que hemos vivido en este proceso. Algunos veíamos como una amenaza la IA, pero mucho más lejana. Sin embargo, hemos podido obtener protecciones de propiedad intelectual. En esos meses de negociaciones y huelga ha sido un tema clave, importantísimo".
El sindicato pedía también a los estudios que aceptasen un mínimo de guionistas para el desarrollo temprano de los proyectos en los mini rooms, una especie de sala de guionistas. El WGA proponía al menos seis escritores con un contrato de al menos 10 semanas consecutivas de trabajo. Los estudios rechazaban tener una cifra fija. Finalmente, eso se ha legislado. También se exigía un incremento del mínimo semanal de los escritores, que está sobre los 4.546 dólares. Este representa un rango entre los 91.000 y 109.000 dólares por un trabajo de 20 o 24 semanas. El sindicato solicitó además mejoras habituales en la negociación de los contratos colectivos, como una subida a las aportaciones a los fondos de pensiones y al seguro médico. "Este es el aspecto que en las últimas negociaciones menos desarrollamos", reconocen los guionistas.
Esta movilización, en una industria que emplea a 2,4 millones de personas, tuvo implicaciones más allá, afectando fuertemente a la economía de Los Ángeles (la segunda ciudad del país) y California en su conjunto. "La huelga fue una especie de grito de guerra para los trabajadores de todo el país. La evidencia de que personas que parecen pequeñas y sin voz en realidad podrían unirse y ser poderosos. Había algo que estaba pasando en ese momento, también con los trabajadores de las aerolíneas. Y así los sindicatos de todo el país empezaron a sentir su poder. Y debido a que Hollywood tiene una especie de notoriedad recibimos mucha atención". La huelga significó el paro inmediato de la actividad en los estudios que producen night talk shows y series de televisión, lo que afectará en gran medida a los estrenos programados para este otoño. Lo que significó es que los trabajadores unidos, aunque sean escritores, pueden conseguir cosas frente a los empresarios. "Ha sido un viaje emocional, después de seis meses de una larga y difícil lucha. Ha significado mucho. Es muy gratificante", dice uno de ellos. "En realidad cuando la gente está en muy mala situación, como era el caso de los guionistas, es fácil que se unan y luchen. Nosotros solo escuchamos a los miembros del sindicato, sus demandas, sus problemas y, a partir de ahí, negociamos", explican sobre una huelga histórica que marcará el futuro de la industria y que, dicen, tendrá repercusiones en el resto de países, entre ellos, España.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...