Enric Juliana: "Si te tomas este país al pie de la letra, puedes acabar enloqueciendo"

Madrid

"Estoy en condiciones de afirmar que España no se rige por la Constitución de 1978, sino por la ley del órdago". Esta definición tan sugerente (y tan desoladora) de cómo funciona la política española la firma Enric Juliana. Acaba de publicar 'España: el pacto y la furia. Una historia política de nuestro país: del 11M al presente', publicado con la Editorial ARPA.

Enric Juliana llegó a Madrid el 13 de abril de 2004. Han pasado veinte años en los que el adjunto al director adjunto de La Vanguardia ha descifrado qué ocurre en el epicentro de la política española. En estas dos décadas, Juliana ha llegado "lentamente" a una conclusión: "Si te tomas este país al pie de la letra, puedes acabar enloqueciendo".

Para entender este país, según Juliana, hay que entender las "claves teatrales españolas". Él suele comparar la política española con la italiana porque mientras Italia interpreta su política en comedia, en España se opta por la 'dramatización' y eso sirve como un "mecanismo de defensa". Sostiene Juliana que, con este mecanismo de la dramatización, se infunde miedo y el miedo "disuade".

A lo largo de estos años, Juliana ha seguido de cerca la trayectoria de la clase política española. Reconoce que todavía no ha aparecido un sustituto para Alfredo Pérez Rubalcaba, un hombre que "vivía para la política y para el estado". Su papel durante la abdicación de 2014 fue clave y cree que para entender la trascendencia de su apoyo a la Corona, hay que fijarse en el momento en el que el rey emérito se acercó a la capilla ardiente. Sobre el féretro, había una bandera del PSOE y Juan Carlos I tuvo un gesto: "Se acercó al féretro y cogió con la mano la bandera del PSOE. Eso lo resume todo", recuerda Juliana.

Juliana recuerda el papel de Rubalcaba en la abdicación de Juan Carlos I, pero también reconoce el papel de Podemos. "Los que podían haber llamado a la Tercera República no lo hicieron", recuerda el periodista. Juliana explica que "ese partido, al que se le han signado todo tipo de intenciones casi satánicas respecto a la política española, en aquel momento, no llamó a la Tercera República". El día en el que abdicó Juan Carlos I, Enric Juliana comió con Juan Carlos Monedero y en esa comida, "Monedero estaba muy ocupado con el móvil". Le explicó que estaba recibiendo presiones de Izquierda Unida para que Podemos firmara un manifiesto por la Tercera República. Monedero le dijo "no lo vamos a firmar" y le explicó que en esos momentos había que hacer "un discurso distinto", porque, en todo caso, lo que la gente quería era "decidir".

"Madrid posee un yo compulsivo, absorbente y mandón que la descentralización, paradójicamente, ha alimentado con nutrientes de primera calidad", escribe Juliana en su libro. ¿Cómo puede ser que la descentralización haya sido una ventaja para Madrid? La razón es sencilla. Si antes "para hacer un hospital nuevo en Asturias, tenía que decidirlo el ministerio. Ahora, decide Oviedo". Esa "liberación de espacio y energía la ha reaprovechado Madrid para convertirse en una gran capital económica".