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El primer Godzilla

El estreno en los cines de Godzilla y Kong: el nuevo imperio nos sirve para recordar la película en la que nació el célebre monstruo radiactivo: Japón bajo el terror del monstruo de Ishirô Honda.

Godzilla in a scene from the film. © Toho Co. Ltd. ALL RIGHTS RESERVED

En 1954 la productora japonesa Toho decidió tirar la casa por la ventana y produjo las tres películas más caras hechas hasta entonces en Japón: Los siete samuráis de Akira Kurosawa, Samurái de Hiroshi Inagaki y Japón bajo el terror del monstruo de Ishirô Honda, título con el que se conoció en España la película Godzilla. Las tres se rodaron prácticamente a la vez. Se cuenta que Kurosawa, buen amigo de Honda, se pasaba muchas veces por el plató donde se rodaba Godzilla y disfrutaba muchísimo viendo la filmación. La apuesta de aquel año de la productora Toho resultó todo un éxito. Los siete samuráis es hoy considerada uno de los grandes clásicos del cine japonés. Samurái ganó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa y Japón bajo el terror del monstruo y su personaje, Godzilla, se convirtió en la primera exportación de la cultura pop japonesa con impacto a nivel mundial.

Todo empezó con un relato de Ray Bradbury, el maestro de la Ciencia-ficción. “Cuando vivía con mi esposa en Venice, California, una noche salimos a pasear por la playa y vimos las ruinas del parque de atracciones. Lo habían desmontado todo y la montaña rusa estaba en la arena, con sus hierros retorcidos. Miré el esqueleto de la montaña y le dije a mi esposa: Me pregunto qué hace ese dinosaurio tumbado en la playa”. A partir de aquella imagen, Bradbury imaginó la historia de un dinosaurio que había permanecido en estado de hibernación en el Ártico y que, debido a un experimento nuclear, despertaba. Un relato que no tardaría en saltar a la pantalla en 1953 con un título hoy ya mítico del cine fantástico: El monstruo de tiempos remotos. Este monstruo, creado por el genio de la animación stop-motion Ray Harryhausen, sirvió para abrir la veda del cine radiactivo. Pero Hollywood iba a centrar sus pesadillas atómicas en mujeres de cincuenta pies, increíbles hombres menguantes y en arañas, hormigas y demás bichejos engrandecidos por obra de la radiación. “Salió toda una serie de películas en las que las criaturas pequeñas que pisábamos camino del colegio mutaban haciéndose gigantes y acababan pisándonos a nosotros. Y en todas ellas había un personaje que decía siempre: Nosotros somos los culpables de esto”, explicaba Steven Spielberg.

El testigo de los monstruos antediluvianos y radioactivos lo recogió el país del sol naciente. No era extraño. Los japoneses habían acusado más que nadie los efectos emocionales del shock nuclear, debido a las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Sin embargo, en Japón existían muchos tabúes sobre el tema. Los medios de comunicación nunca hablaban de ello. Lo explicaba Gareth Edwards, director de la versión norteamericana de Godzilla estrenada en 2014. “En Japón no se podía hablar de esos temas porque era hablar de su derrota, pero ¿y si haces una película en la que los americanos crean una bomba cuya radiación despierta a un monstruo que destruye una ciudad. Eso sí se podía contar en una película”, decía.

Ishirô Honda en el rodaje de Japón bajo el terror del monstruo

Ishirô Honda en el rodaje de Japón bajo el terror del monstruo

Fue así como Ishirô Honda, un antiguo soldado del emperador durante la guerra, creó en 1954 su película Japón bajo el terror del monstruo que marcaría la presentación en sociedad de Godzilla que funcionaba como una metáfora del horror atómico que estaba en el inconsciente colectivo de los japoneses. Godzilla es una palabra japonesa que mezcla los términos ballena y gorila y que define por tanto a una criatura de gran tamaño y fuerza. Así bautizaron a un monstruo que al comienzo de la película surgía de las aguas. Luego llegaba a tierra y se dedicaba básicamente a asolar Tokio.

En la productora Toho diseñaron al monstruo basándose en ilustraciones de tres dinosaurios distintos. Del Tiranosaurio tomaron la forma general, del Iguanodon, los brazos y del Stegosaurio las placas dorsales. Al principio se plantearon crear al monstruo con la técnica de stop-motion pero lo descartaron porque les llevaría mucho tiempo y decidieron tomar el camino más fácil: un tipo metido dentro de un disfraz. Haruo Nakajima, así se llamaba el especialista que se metía dentro del disfraz del monstruo. El traje pesaba casi 100 kilos por lo que moverse con él representaba un esfuerzo titánico. Además, la película se rodó en verano y dentro del disfraz la temperatura superaba los 45 grados, con lo que Nakajima sufrió más de un desmallo durante el rodaje. Visto hoy en día el monstruo resulta bastante chapucero, pero como decía el especialista en efectos especiales Bob Burns, la cosa tenía su encanto. “Creo que hay un encanto especial en un tipo deambulando embutido dentro de un disfraz de monstruo. Produce un efecto que resulta un tanto divertido. Es un tipo disfrazado, pero no te importa”, explicaba.

Ningún rugido de animal real convencía al departamento de sonido de Toho para adaptarlo a Godzilla. Al final crearon el rugido del monstruo frotando las cuerdas de un contrabajo con un guante de cuero recubierto de resina. Buena parte del éxito de la película estaba en las detalladas miniaturas creadas con yeso, madera y cartón piedra. Se construyeron más de 500 edificios en miniatura, además de vehículos, barcos, carreteras o tendidos eléctricos, todo ello recreado a una precisa escala de 1 es a 25. Miniaturas, todas ellas, que Godzilla iba pisando, destrozando o quemando con su aliento de fuego. El éxito de la película fue total y no solo en su país de origen. En Estados Unidos cogieron la cinta original y añadieron unas cuantas secuencias rodadas con actores americanos para que ellos tuvieran protagonismo. El actor Raymond Burr interpretaba a un periodista americano que se convertía en testigo de los hechos y los narraba para su audiencia. De paso, aprovecharon para eliminar toda referencia antinuclear del film cortando aquí y allá, no fuera que el público estadounidense acabara sintiéndose culpable de algo.

La versión norteamericana de Japón bajo el terror del monstruo se estrenó en 1956 y fue también un éxito en los Estados Unidos. Pero la explotación de Godzilla siguió siendo japonesa. Una oportunidad muy lucrativa porque a la primera película siguieron otras muchas. Solo dentro del cine japonés y producidas por Toho se han hecho hasta la fecha 33 películas de Godzilla a las que hay que sumar 7 producciones más del cine norteamericano. En muchas de ellas Godzilla se enfrentaba a otros monstruos, como Mothra, la polilla gigante, Ghidorah, el dragón de tres cabezas, Galien, un monstruo alienígena o Meca-godzilla, una versión cibernética del propio monstruo. Y aunque al principio Godzilla mantenía su estatus de villano poco a poco lo fue cambiando por el de héroe, pasando de ser una amenaza a una criatura que protegía y defendía Japón.

Sin embargo, cuando en 1998 el cine norteamericano hizo su particular versión de monstruo en plan superproducción, no lo hizo ya como héroe sino con toda su ferocidad asesina. Dirigida por Ronald Emmerich y con un gran despliegue de efectos especiales, Godzilla no arrasaba ya Tokio sino Nueva York. Además de las varias películas norteamericanas que seguirían a la de Emmerich, el cine japonés continúa explotando al monstruo hasta el día de hoy. La última producción Toho se estrenó el año pasado: Godzilla minus one, la película que ganó el Oscar a los mejores efectos visuales hace un par de semanas. Y es que el terror y la destrucción siguen siendo un espectáculo que da mucho juego en el cine, sobre todo en la era digital, pero nosotros seguimos recordando con cariño a aquel Godzilla de andar por casa que nació con el cine radioactivo. Ya lo dice un especialista en monstruos como es el director Guillermo del Toro: “Godzilla personificó la ansiedad y el miedo a la bomba atómica. Los monstruos del cine siempre responden al espíritu de su tiempo y son el modelo para representar una idea abstracta”.

Desde el Godzilla de Roland Emmerich de 1998 se han rodado otras cuatro películas más en el cine norteamericano. En 2014 el director Gareth Edwards, al que escuchábamos también en el reportaje, reactivó la franquicia, a la que siguieron Godzilla rey de los monstruos, Godzilla contra Kong y la que se estrena esta semana: Godzilla y Kong, el nuevo imperio.