Huir de Madrid para sobrevivir: "Todo lo que he vivido hasta hoy ha sido gracias a irme"
Las instituciones europeas plantean el reto de reducir drásticamente la contaminación atmosférica en los próximos seis años
La contaminación es un mal que hoy por hoy afecta a todos los ciudadanos del mundo. Según un estudio de la compañía suiza IQ AIR, tan solo 7 de los 134 países que se han analizado cumplen con los límites de partículas emitidas por vehículos y procesos industriales que marca la Organización Mundial de la Salud. España, como podía esperarse, no está entre ellos. Aunque todos los ciudadanos somos susceptibles a los efectos dañinos de la contaminación, hay un sector de la población, los enfermos pulmonares, que sufren más si cabe sus consecuencias.
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Venancio Rodríguez es uno de los casi 2 millones y medio de españoles que sufre una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, EPOC. Como él, son muchas las personas que tienen dificultades respiratorias cuando entran en un área con aire contaminado, como podría ser una gran ciudad. A él le diagnosticaron la enfermedad hace treinta años, y ahora, a sus 63, puede vivir con relativa normalidad gracias al apoyo de una máquina de oxígeno y al haberse alejado de su ciudad natal: "Madrid es una ciudad terrible para un enfermo pulmonar, hay demasiada contaminación. Todo lo que he vivido hasta hoy ha sido gracias a irme de allí".
La contaminación provoca más de 300.000 muertes prematuras en la Unión Europea, 25.000 solo en España, según los datos de Ecologistas en Acción. Es por eso que la Unión Europea se ha propuesto reducirla de cara a 2030 endureciendo los límites actuales, una decisión que se toma 20 años después de lo previsto.
El tráfico, factor fundamental
Existen infinidad de factores que influyen en la contaminación, pero el principal y el que más tenemos a nuestro alcance reducir es el tráfico rodado. Para suavizar sus efectos, la Unión Europea impulsó la implantación de Zonas de Bajas Emisiones, que en España son obligatorias por Ley desde el 1 de enero de 2023 en las ciudades de más de 50.000 habitantes, y no están implantándose con la rapidez que deberían. Ahora mismo son 151 las localidades que superan esta cifra, y solo 23 la han puesto en marcha.
De momento las que están activas son muy limitadas, ya sea por el área que cubren o por lo laxas que son con los vehículos contaminantes. Sin embargo, cuenta María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS que en otros países sí están siendo efectivas, como por ejemplo en Reino Unido, concretamente en Londres.
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Uno de los ejemplos en cuanto a reducción de emisiones en España es Pontevedra, que podríamos decir que se convirtió en Zona de Bajas Emisiones mucho antes de que empezáramos a llamarlas así. Miguel Anxo Fernández Lores, además de médico de profesión, es alcalde de Pontevedra desde 1999, y cuenta que, cuando asumió la vara de mando, la ciudad era una especie de "almacén de coches". Lores se propuso transformar Pontevedra y hoy en día más del 75% de la ciudad es peatonal, con unos niveles de emisiones que se han reducido drásticamente.
¿Quién asume las consecuencias?
Que las ciudades superen los límites de contaminación marcados por las instituciones europeas no es un hecho sancionable hasta el momento, aunque según cuenta Miguel Ángel Ceballos, portavoz de Ecologistas en Acción, hay un precedente a nivel europeo: "Hay una condena del Tribunal Europeo de Justicia a los ayuntamientos de Madrid y Barcelona por exceder los límites durante una década, que podría acabar derivando en el recorte de fondos europeos que corresponden a esta materia".
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Para Xavier Querol, investigador del Instituto de diagnóstico ambiental del CSIC, las sanciones son un doble castigo para la población, que "durante años ha estado expuesta, respirando aire contaminado, y que además tiene que asumir y pagar con sus impuestos la multa". De las 20 grandes ciudades españolas, en 13 las Zonas de Bajas Emisiones aún están en trámite, solo 7 las han implantado, a pesar de que ser obligatorio por ley desde 2023.