No tendrá remedio

Todos los años la colecta que se realiza el Viernes Santo en muchas parroquias de todo el mundo se dedica a Tierra Santa, al mantenimiento de las iglesias que siguen existiendo en Israel y Palestina y a la ayuda a los cristianos que siguen residiendo allí, muchas veces al frente de pequeños comercios que viven de los viajes de los peregrinos. La guerra que lleva a cabo Israel en Gaza y las agresiones continuas que comete en Cisjordania ha provocado en parte la huida de algunos de esos cristianos y la solidaridad de todos ellos con sus vecinos palestinos, horrorizados ante la brutalidad del ataque desatado por Netanyahu. Algunos han intentado llevar alimentos, agua y medicinas a las víctimas palestinas, pero han sido rechazados una y otra vez por las autoridades israelíes, que han llegado a tal grado de deshumanización que es imposible que puedan huir ellos mismos de sus efectos en el futuro. El gobierno israelí ignora olímpicamente todos los llamamientos al alto el fuego y a la entrada continua de ayuda humanitaria en Gaza, pero lo que no podrá ignorar es que los tribunales internacionales terminen por condenar a Israel por crímenes de guerra y por crímenes contra la humanidad. El daño que habrán hecho Netanyahu y sus socios, no solo a Palestina, sino también a Israel, ya no tendrá remedio.