Lo nunca visto en una final: Aguirre y su ritual previo a los penaltis ante el Athletic
El técnico mexicano repitió la imagen previa a los penaltis que ya se vio en las semifinales ante la Real Sociedad
Javier Aguirre elige a los lanzadores de penalti en la final de Copa del Rey entre Mallorca y Athletic / Jon Barco Gómez
Javier Aguirre es un entrenador carismático, un veterano con 14 equipos en siete países a sus espaladas y un técnico que, independientemente del resultado, ha hecho soñar a un RCD Mallorca que hace no tanto tiempo luchaba por salir de la 2ª División B. El mexicano, centrado en LaLiga y en que los mallorquinistas no tengan que ver a su equipo lejos de primera de nuevo, ha ilusionado a la isla plantando al equipo en una final de Copa del Rey 21 años después. Quién sabe, tal vez la historia le debía más la Copa al Athletic, pero el Mallorca plantó cara, se adelantó y llevó el partido hasta unos penaltis en los que la fortuna no sonrió a los bermellones.
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Antes de esa misma tanda de penaltis, Javier Aguirre y sus jugadores repitieron una fórmula, ya casi convertida en ritual, que les hizo superar otra tanda de penaltis y llegar a la final en San Sebastián, ante la Real Sociedad. Nada de caras serias, ni corros silenciosos ni tensión mientras el entrenador hacía públicos los nombres de los lanzadores. Como ya hicieran en Anoeta, el grupo de camisetas celestes que rodeaban al mexicano fue este sábado noche un grupo de jugadores felices, desenfadados, que reían y celebraban cada nombre que pronunciaba Aguirre.
Por cada lanzador, empezando por Muriqi y pasando por Morlanes, los jugadores del Mallorca lo vitoreaban como si acabara de ganar la lotería. Aguirre entró en dinámica y empezó a celebrar también cada jugador que señalaba con el dedo, dándole cierta emoción incluso. En La Cartuja, ante cerca de 50.000 aficionados y en uno de los momentos más importantes de la historia del Mallorca, los jugadores terminaron saltando, cantando y lanzando el agua de sus botellas al aire, como si ya hubieran ganado la final.
La afición conmulgó con su equipo en aquel momento y todos y cada uno de los mallorquinistas en el estadio se creció, brazos en alto, tanto como los hombres que se vitoreaban a sí mismos desde el verde. La fórmula había funcionado en San Sebastián, dónde el Mallorca anotó todos y cada uno de sus lanzamientos y donde Greif tapó el del capitán Mikel Oyarzabal. Pero, como si la suerte se hubiera consumido en aquella tanda, en Sevilla la fortuna sonrió al Athletic. Greif no pudo evitar ningún lanzamiento, Aguirrezabala paró el disparo de Morlanes y por último, Radonjić envió su lanzamiento a las nubes para que Berenguer finalizara la tanda.
Los dos abrazos más sentidos de Aguirre
Independientemente del resultado, Javier Aguirre nos dejó otras imágenes de puro fútbol en la final de la Copa del Rey. Son, concretamente dos abrazos. El primero con Abdón Prats, el talismán del Mallorca en esta competición y que no tuvo minutos en la final. A pesar de estar calentando durante buena parte de la prórroga, el mexicano apostó por mantener Muriqi para intentar cazar algún centro y el mallorquín se quedó sin sitio en el once. Aguirre no tuvo sólo un abrazo para él, sino también el reconocimiento: "Abdón se merecía jugar, lo lamento mucho. Es un profesional que antepone el equipo a la individualidad".
El segundo abrazo no es producto sino de una de las maravillosas casualidades del fútbol, que tiende a juntar a los mismos protagonistas, en ocasiones muchos años después y casi siempre en bandos diferentes. Aguirre y Raúl Navas también se fundieron en otro sentido abrazo tras la final: casi 20 años antes, en 2004, el técnico había hecho debutar a ese jovencísimo canterano con la camiseta de Osasuna.
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