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Todo sobre la sororidad

Se cumplen 25 años del estreno de Todo sobre mi madre, la película por la que Pedro Almodóvar ganó el Oscar al mejor film de habla no inglesa.

Pedro Almodóvar, Penélope Cruz y Antonio Banderas, con el Oscar de Todo sobre mi madre

Pedro Almodóvar, Penélope Cruz y Antonio Banderas, con el Oscar de Todo sobre mi madre

Todo sobre mi madre significó la consagración definitiva de Pedro Almodóvar en los Estados Unidos. Bien es cierto que el director se había trabajado duramente el premio en aquel país, abriendo festivales como el de Nueva York; presentando la película en innumerables pases a la prensa y acudiendo a todas las citas públicas que podía. Pero más allá de esa campaña americana lo que el director nos ofrecía esta vez era una de las mejores películas de su filmografía y una de las que más alegrías y premios le iban a proporcionar. “Todos los premios que reciba esta película están dedicados a mi madre desde lo más profundo de mi corazón”, decía entonces Almodóvar, que reconocía que no podía hablar de ella porque comenzaba a llorar inmediatamente.

La historia de Todo sobre mi madre no trata de la madre de Almodóvar, que había fallecido pocos meses antes, sino que es una película sobre la maternidad en general, sobre la necesidad que tenemos de que alguien nos cuide y de tener a alguien a nuestro cuidado. Cecilia Roth es eso, una madre que vive en Madrid con su hijo adolescente. Un día éste sufre un accidente mortal y ella siente la necesidad de encontrar al padre del chico del que hace tiempo no sabe nada. Para ello se traslada a Barcelona. Y en Barcelona la protagonista va a trabar relación con una serie de mujeres de mundos y orígenes muy diferentes. Mujeres que nunca se hubieran encontrado de no ser por un guion, a menudo extravagante y lleno de personajes peculiares, pero que, como decía Marisa Paredes, fluía con toda naturalidad. “Lo más raro, lo más extraño que nos pueda parecer, pasa en la vida. Además, todos los personajes de Pedro no están del todo inventados. Casi todos son más o menos parecidos a personas y casos que él conoce. Y todo le sale de una forma natural porque lo imprime de naturalidad. Si lo hubiéramos contado en tono de farsa evidentemente lo hubiéramos convertido en farsa. Como lo hicimos en un tono naturalista, era la cosa más natural del mundo”, decía la actriz.

La sorpresa de la película, como decía Pedro Almodóvar, era la actriz Antonia San Juan. “En todas mis películas hay alguien que no se espera o que no se conoce y que se convierte en la revelación. Es el caso de Rossy de Palma, de María Barranco o de Loles León. Es decir, de presencias que irrumpen por primera vez y que se convierten de la noche a la mañana en estrellas. En esta ocasión es Antonia San Juan”, afirmaba el director. Antonia San Juan, en la mejor tradición almodovariana de personajes disparatados pero tiernos, interpreta a un travestí. Penélope Cruz es una monja a punto de irse de misiones y Marisa Paredes una diva del teatro que mantiene una relación sentimental con Candela Peña, otra actriz más joven y enganchada a la heroína. Todas estas mujeres que encuentra Cecilia Roth en su camino están al borde del precipicio emocional y ella, que llega a Barcelona derrotada y sufriendo, se convierte contra todo pronóstico en el apoyo de todas ellas, la madre que de alguna forma necesitaban. “De lo que hablo es de la solidaridad femenina natural. No son mujeres que están en una ONG, sino que se ayudan más cuando están peor”, explicaba Almodóvar.

Cecilia Roth, Antonio San Juan, Marisa Paredes y Penélope Cruz en una escena de Todo sobre mi madre de Pedro Almodóvar.

Cecilia Roth, Antonio San Juan, Marisa Paredes y Penélope Cruz en una escena de Todo sobre mi madre de Pedro Almodóvar.

Cecilia Roth, Antonio San Juan, Marisa Paredes y Penélope Cruz en una escena de Todo sobre mi madre de Pedro Almodóvar.

Cecilia Roth, Antonio San Juan, Marisa Paredes y Penélope Cruz en una escena de Todo sobre mi madre de Pedro Almodóvar.

Todo sobre mi madre venía a confirmar la etapa de madurez del cine de Pedro Almodóvar, etapa iniciada con La flor de mi secreto y Carne trémula. “Hay un cambio de tono general, incluso en la luz, en los colores, en los trajes y en el decorado. Probablemente porque me estoy haciendo mayor. Es casi una necesidad fisiológica”, reconocía Y a propósito de colores, el rojo es el color que más se repite en el vestuario de las protagonistas. Todos los personajes femeninos llevan una prenda roja en uno o diversos momentos de la película. Las lágrimas y las risas se mezclan en Todo sobre mi madre. A veces en la misma escena. “Es un melodrama, pero con muchos momentos de comedia. Yo mezclo géneros. Es mi manera natural de respirar y de hacer cine”, decía el director.

Almodóvar, famoso por sus papeles femeninos, redujo esta vez la presencia masculina al mínimo. Los hombres de la película son travestís o han perdido la cabeza, como Fernando Fernán Gómez en un breve papel de padre de Penélope Cruz. Todo sobre mi madre presentaba algunos cambios, si no en el estilo, sí en los hábitos que había mantenido hasta entonces el director. Por ejemplo, no había ninguna escena erótica y la presencia del sexo se limitaba solo a algunos diálogos. Almodóvar le era también infiel por primera vez a Madrid rodando casi toda la película en Barcelona. Tampoco había ninguna de esas canciones desgarradas que servían para subrayar las emociones de los personajes. Esa función la cumplían esta vez una película y una obra de teatro. La película era Eva al desnudo y la obra de teatro Un tranvía llamado deseo de Tennessee Williams.

El 8 de abril de 1999 se celebraba el estreno en Barcelona y una semana después Todo sobre mi madre se estrenaba en toda España con gran éxito. Luego fue seleccionada para participar en el festival de Cannes. La película fue la más aplaudida del festival y la favorita en todas las quinielas para ganar la Palma de Oro, pero al final el premio se lo llevó Rosetta de los hermanos Dardenne. “Ser favorito en este festival es una maldición. Si cualquiera de vosotros presenta una película y es favorita que tenga la seguridad de que no le van a dar la Palma de Oro. Lo digo con una sonrisa” reconocía ante los periodistas. Almodóvar se tuvo que conformar con el premio al mejor director. Un galardón al que se sumarían otros muchos en los meses siguientes. El premio de la crítica internacional en el festival de San Sebastián, gran triunfador en los premios europeos de cine, el Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa y, además del Goya a la mejor película, Pedro conseguía también el que más se le había resistido hasta entonces en su carrera: el de mejor director.

Finalmente, en marzo de 2000 llegó el Oscar. “Quiero dedicar esto a los españoles que me están viendo ahora por televisión y están sacrificando su lunes trasnochando para vernos. Esto es para España.” Así nos dedicaba a todos nosotros el Oscar Pedro Almodóvar. La crítica, el público y los académicos de aquí y de allá estaban de acuerdo, el director manchego había dado de lleno en la diana regalándonos una película que, 25 años después, es ya todo un clásico de nuestro cine. El retrato emocionante y a la vez divertido de un grupo de chicas inolvidables.

 
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