Juanjo Artero: "Mis padres impidieron con su ejemplo que después de hacer 'Verano azul' yo me convirtiese en un auténtico gilipollas"

Madrid

De toda la pandilla, él fue el único que después siguió asomándose por los televisores de media España. Fue Javi, el líder de la cuadrilla veraniega de una de las series más recordadas de la historia de la televisión: Verano Azul. Pero de todo ello, como ya de casi todo, han pasado más de cuatro décadas. Un periodo de tiempo en el que no ha dejado de trabajar en televisión ('El Comisario', 'Amar es para siempre', 'El Príncipe'), el cine ('No habrá paz para los malvados', 'El río que nos lleva') o el teatro ('El hijo de la novia', 'Juan Tenorio' o 'Robots').

Artero, de esa extraña relación entre reconocerle lo mucho que le debe a 'Javi' y a Antonio Mercero (director de aquella mítica serie) y tratar de separarse de aquel éxito irrepetible, "Entonces nos veían 14 millones de espectadores porque sólo había una televisión y no había competencia", pero en cierto modo asfixiante, dice con cierto desapego que "aunque no hay día en el que alguien no me recuerde que fui Javi, ahora que he conseguido vivir de la interpretación y ser mucho más que un niño que iba en bicicleta, me parece algo bonito" Y reflexiona sobre la gigantesca huella del personaje: "A mí, después de 'Verano azul' el ejemplo de mi familia impidió que me convirtiera en un auténtico gilipollas", comenta el actor y nominado a un Goya por "No habrá paz para los malvados".

Una base familiar muy sólida y que tiene a su padre en un auténtico referente. Su padre, fallecido antes de la pasada Navidad. Una figura que, por lo demás, también "interpretó" un papel en la historia (real) de nuestro país. Cirujano Cardiovascular, formó parte del equipo de médicos que asistió al dictador Franco en sus últimos meses de vida y que, circunstancias de la vida, fue quien literalmente le cerró los ojos antes de que un lacónico Arias Navarro dijera en televisión aquello de "Españoles: Franco, ha muerto", un deceso que marcó el principio de una época que auguraba un largo verano azulado para el país tras un invierno muy gris y hostil. "La historia de España de esos meses pasaba por el salón de nuestra casa. Recuerdo coger el teléfono y decirle a mi madre que llamaba Adolfo Suárez. Era una época que iba a cambiar la historia de nuestro país. Mi padre, hijo de la República acabó cerrando los ojos a Franco, trató como paciente a Dolores Ibárruri, La Pasionaria, pero es que además salvó la vida de Torrebruno (actor cómico de programas infantiles de la época). Recuerdo que mi padre iba a esa operación muerto de miedo, nos decía que jo, como me cargue a Torrebruno que es el ídolo de todos los niños de España...".

"Mi padre - ha confesado muy emocionado Juanjo Artero me enseñó lo que es importante de lo que no lo es. Era una persona que llegaba de trabajar a casa e igual le había salvado la vida a una o dos personas. Yo he visto en un restaurante a personas ponerse de rodillas, cogerle de la mano, besarla, y darle las gracias por haberles salvado la vida". Además, "era una persona que disfrutó de mi éxito, aunque él nunca me lo decía, era en cierta manera un actor frustrado, al que le gustaba la interpretación y que siempre me apoyó en que pudiera ser lo que fui".

Una lección bien aprendida, porque ahora, Juanjo, ve con placer y orgullo que sus dos hijos estudien y se preparen para ser actor y actriz en el futuro. "De alguna forma creo que he inoculado esta pasión a mis hijos. Y me hace mucha ilusión que, con todas las inseguridades y temores que genera esta profesión, ellos quieran dedicarse a ello. Este oficio es maravilloso".