Las mujeres marroquíes esperan una reforma del Código de familia que les devuelva sus derechos
Marruecos ultima la modernización de la norma que regula la vida privada de la población y de la que depende el futuro de las mujeres y niñas
Las mujeres de Marruecos esperan en vilo la reforma del Código de Familia prometida por el rey Mohammed VI desde hace meses. La norma está basada en la Sharia o ley islámica y regula la vida privada de la población musulmana marroquí al margen del Código Civil, en un ámbito mixto entre el derecho privado y el público. La Mudawana, su nombre en árabe, todavía tolera el matrimonio de menores y la poligamia, entre otras cosas.
El Código de Familia marroquí ya se reformó en 2004, ampliando derechos para las mujeres como el castigo al acoso sexual. Sin embargo, dos décadas después, las expectativas del colectivo feminista están lejos de cumplirse. Queda pendiente reformar el matrimonio de menores, que vuelve a aumentar, sobre todo en el caso de las niñas, el divorcio, la poligamia, el interés superior del niño y la herencia.
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El rey encargó una segunda reforma en septiembre de 2023 para garantizar un mayor poder a las mujeres. Durante seis meses, los políticos, religiosos y juristas encargados de la renovación escucharon a los sectores interesados de la sociedad civil y ya han entregado una propuesta al Primer Ministro, quien lo presentará en el Palacio Real. Pero aún se desconoce el contenido de la nueva norma.
“Esperamos una reforma profunda y global, un cambio total y más reconocimiento de los derechos de las mujeres y de la infancia”, dice Nadia Näir, activista y miembro de la Unión de Acción Feminista de Marruecos.
Las mujeres reivindican el reconocimiento a todos sus derechos como lo estipula la Constitución marroquí de 2011 y las convenciones internacionales que Marruecos ha ratificado, como la Convención de eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Näir pone algunos ejemplos de la discriminación en el actual código que exigen eliminar. Uno de ellos es la tutela jurídica. “Solo el padre puede ejercer de tutor jurídico de los hijos e hijas. Las madres lo pueden hacer solamente en algunas situaciones y siempre tienen que acudir al juez para tener esa autorización”, explica.
También se permite el matrimonio de las niñas, “muchas veces obligadas a casarse con un hombre mayor. Para nosotras esto es privar a estas niñas de la escolarización, de poder vivir su infancia, de poder tener una formación”, denuncia la activista. “Además, en materia de herencia, las mujeres heredan mucho menos que los hombres”. Las mujeres exigen además que se les permita casarse con un no musulmán, como sí pueden hacer los hombres musulmanes. Otra cuestión central es la que plantea el divorcio. El reparto de los bienes de la familia tras la separación suele ser injusto. “Muchas veces las mujeres se van de la casa sin poder obtener ningún derecho”, lamenta la activista.
“La reforma del código tiene que adaptarse a la evolución de la sociedad marroquí”, insiste Nadia Näir. “Las mujeres hoy tienen un papel importante dentro de la familia, aportan ingresos, participan en el patrimonio familiar, educan a los hijos… no se entiende que una mujer no pueda ser tutora legal de su propio hijo”.
La activista ve imprescindible la igualdad entre hombres y mujeres para alcanzar la democratización en una sociedad moderna, y cree que ha llegado la hora de materializar el debate en un nuevo texto, pese a las voces de los sectores más retrógrados que se resisten a estos cambios.
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