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Un hombre valiente

El 16 de marzo de 2024, los equipos de MSF a bordo del buque de búsqueda y rescate Geo Barents rescataron a 249 personas que viajaban en tres embarcaciones en peligro en el Mediterráneo central. Stefan Pejovic, responsable de comunicación del Geo Barents, cuenta cómo fue su experiencia aquel día

Imagen cedida por Médicos sin Fronteras (MSF) / Mohamad Cheblak

Imagen cedida por Médicos sin Fronteras (MSF)

16 de marzo de 2024, alrededor de las 10 de la noche. En algún lugar del Mediterráneo Central.

Una embarcación llena de gente volcó ante nuestros ojos aquella noche: caos, histeria y el ruido procedente de personas que luchaban por su vida. Los gritos y las llamadas de auxilio eran aterradores.

Los equipos de MSF en dos lanchas rápidas de rescate —embarcaciones neumáticas de casco rígido, o RHIBS, por sus siglas en inglés— estaban muy concentrados y rebosando adrenalina, desesperados por alcanzar y recuperar a todos los que se habían lanzado a las frías y oscuras aguas del mar Mediterráneo.

Idriss era uno de ellos.

"Había un joven, un amigo, que [me dijo que] quería pagar la boda de su hija. Pero no sabía nadar. Entonces [vi] a todos esos niños.... En esos momentos sentí una serie de emociones extremas. Había mucho miedo en ese barco", me contó Idriss, un trabajador de la construcción marroquí de 40 años, al recordar los momentos previos al vuelco del barco abarrotado.

Imagen cedida por Médicos sin Fronteras (MSF)

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Después de que Idriss fuera rescatado del agua con una docena de personas, le vi sentado en el borde de la semirrígida ayudándonos a rescatar a más supervivientes, agarrándolos y subiéndolos a la embarcación, tratando de tranquilizar a todo el mundo diciéndoles que ahora estaban en buenas manos y que no permitiríamos que se ahogaran.

De repente, Idriss saltó por la borda.

Me quedé atónito. En medio de la noche y los gritos, Idriss nadaba con lo puesto en el frío mar sin chaleco salvavidas. Parecía un pequeño punto gris azulado abriéndose camino hacia alguna parte... o hacia alguien.

"Cuando estaba en el barco de rescate de MSF, sentí que me quedaba algo de energía y valor", relató Idriss. "Oí mi nombre. Era mi amigo, el que quiere organizar la boda de su hija, llamándome. No sabía nadar. Quería ayudarle".

Idriss nadó de vuelta a la lancha de rescate, pero no estaba solo. Llevaba a su amigo con él. Luego ayudó a su amigo a subir al barco, un esfuerzo mucho más difícil de lo que parece porque las personas pesamos mucho más en el agua debido a la ropa mojada. Aun así, Idriss empujó a su amigo y luego consiguió subir él mismo a la embarcación.

Tras asegurarse de que su amigo estaba a salvo, siguió ayudándonos.

Imagen cedida por Médicos sin Fronteras (MSF)

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Desde la lancha, pudimos ver a una joven pidiendo ayuda desde las oscuras aguas. Nunca olvidaré sus gritos desesperados, su rostro y sus ojos muy abiertos.

Su bebé fue uno de los 25 niños y mujeres a los que pudimos rescatar de la embarcación antes de que volcara. Sólo podía imaginar la angustia de esta madre mientras luchaba por su vida y tal vez pensaba en cómo su bebé podría pasar el resto de su vida sin una madre. Aunque estaba sola en el agua, tuve la sensación de que esta madre luchaba por dos vidas. Hasta que, finalmente, la fuerte mano de Idriss la sacó del agua y la puso a salvo.

"Sólo cumplía con mi deber", dijo Idriss cuando le preguntaron por su valiente actuación aquella noche.

Tras varias horas de tensión, los equipos de MSF consiguieron encontrar y recuperar a todas las personas que habían caído al agua. La joven madre y su bebé se reunieron a bordo del Geo Barents poco después.

Muchos de los 150 supervivientes que ya estaban a bordo del Geo Barents —de los dos rescates anteriores realizados por MSF ese mismo 16 de marzo— nos ayudaron a atender a las personas del barco volcado. Algunos de ellos sufrían hipotermia y un shock severo, y se encontraban en estado grave.

A la mañana siguiente, cuando el sol volvió a salir sobre el mar, todos se encontraban ya mejor, recuperándose poco a poco del traumático suceso de la noche.

Durante aquella oscura noche en el Mediterráneo, la solidaridad y la empatía no fueron sólo palabras vacías. Sin embargo, al llegar a puerto, nuestro barco fue retenido durante 20 días, bajo la acusación de e desobedecer a los guardacostas libios cuando fueron estos quienes pusieron en peligro la vida de rescatados y personal humanitario en pleno salvamento. Tras cumplir con la correspondiente periodo de detención, logramos salir de nuevo al mar el pasado día 12 de abril.

Imagen cedida por Médicos sin Fronteras (MSF)

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