A vivir que son dos díasLa píldora de Enric González
Opinión

Tiempos de fantasía

"El punto consiste en creer lo que a uno le da la gana"

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Madrid

Vivimos tiempos interesantes. Cada vez hay más gente dispuesta a creer en lo que llamamos “realidad alternativa” o “hechos alternativos”. El punto consiste en creer lo que a uno le da la gana. Sumando genealogías de la Biblia, por ejemplo, algunos afirman que el planeta fue creado hace unos 6.000 años. Imagínense el apretujamiento de la historia en tan poco tiempo: mientras se construyen las pirámides (ya puestos a creer, las construyen los marcianos) unos dinosaurios jubilados miran la obra.

Son cosas de la fe. Los que afirman que la Tierra es plana no han llegado a encontrar ese borde del planeta por el que te caes, pero da igual. Los que aseguran que el humano no ha pisado nunca la Luna no se hacen preguntas cuando utilizan los satélites en su GPS. Se puede negar el Holocausto, se puede negar la eficacia de las vacunas, se puede negar que existiera el covid, se puede negar que en Gaza esté ocurriendo una matanza sistemática. Puestos en ello, cada uno puede negar la realidad biológica de su propio cuerpo.

La era de la razón, que comenzó allá por el siglo XVII, puede darse por terminada. Platón decía que los sentidos nos engañan, que sólo percibimos sombras y que la única forma de llegar a la verdad es el razonamiento: es su famosa alegoría de la cueva. El problema consiste en que para razonar hay que pensar y para eso, tan ocupados como estamos con el móvil, tenemos poco tiempo. Y, de todas formas, tampoco podemos pagar el alquiler de la cueva.

De entre todas las ideas que se extienden por ahí, la más curiosa es esa que dice que un gobierno mundial secreto dirige nuestras vidas. Me temo que no es exactamente así. Los megamillonarios que poseen la tecnología de la información y los recursos naturales mangonean nuestras vidas a plena luz del día y sin ningún secreto. Están a la vista. Pero no dirigen el mundo, se limitan a saquearlo.

La teoría más absurda de todas dice que, en realidad, entre tanta ensoñación, no hay nadie al mando. Y esa me parece la más verosímil.

Me llamo Enric González. Les deseo un feliz día.