En la memoria de Euskadi

Madrid

Un dirigente del IRA dijo una vez algo sincero y espeluznante: "Lo peor fue cuando me di cuenta, desaparecida ya la organización y las armas, de que podíamos haber llegado al mismo punto en que estábamos cuarenta años después, sin haber matado a una sola persona". Esa es efectivamente la conclusión a la que deberían llegar hoy los militantes y dirigentes de ETA que asesinaron a cientos de personas que no pensaban ni querían lo mismo que ellas: su, entre comillas, “organización armada” no tuvo nunca justificación ni objetivo político real. Tenían razón quienes predicaban, desde hace más de 40 años, que se podía defender cualquier propuesta política abertzale por medios democráticos. Tenían razón Gregorio Ordóñez, Enrique Casas o Francisco Tomás y Valiente. Hoy debe haber quedado claro para siempre. Es importante que una organización política abertzale como Bildu, que asume medios democráticos y pacíficos, y que está plenamente incorporada a las instituciones que creó la Constitución española, haya obtenido ese gran resultado. Como dice el profesor Rodríguez Teruel, éstas no han sido las primeras elecciones vascas sin ETA, pero sí han permitido poner de manifiesto el significado que esa organización dejará en la memoria de Euskadi. La misma que reconoció aquel dirigente del IRA: sangrienta inutilidad.