¿Qué pasa si Pedro Sánchez anuncia su dimisión como presidente del Gobierno?
En este momento el presidente no puede hacer uso de su potestad exclusiva para convocar elecciones; no puede poner punto final a la legislatura hasta el 29 de mayo que es cuando habrá pasado un año desde la última disolución de las cortes | Si Pedro Sánchez dimite el Gobierno quedaría en funciones y el Rey tendría que organizar una nueva ronda de contactos para buscar otro candidato a presidir el Ejecutivo. Si la búsqueda no da frutos en dos meses iríamos a las urnas de nuevo en verano
¿Y ahora qué? ¿Qué pasa si Pedro Sánchez deja la presidencia del Gobierno?
Madrid
El anuncio de Pedro Sánchez de su periodo de reflexión hace asomarse a la política española a precipicios por los que no transitaba desde comienzos de los años 80, cuando Suárez dimitió dejando su sillón azul a Calvo Sotelo. En este momento el presidente no puede pulsar el botón rojo del maletín electoral, no puede decir que disuelve las cámaras y convoca elecciones.
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Esa convocatoria no puede efectuarse hasta que haya pasado al menos un año desde la anterior disolución de las cortes. Eso nos llevaría como mínimo al 29 de mayo, que es justo cuando se cumple un año del momento en que se inició la cuenta atrás para las últimas elecciones generales de verano del 2023.
Despejada esa incógnita se abren otras. Si Pedro Sánchez anuncia el próximo lunes que dimite el Gobierno pasaría automáticamente a estar en funciones. Este escenario está descrito en el artículo 101 de la Constitución: "el Gobierno cesa tras la celebración de elecciones generales, en los casos de pérdida de la confianza parlamentaria previstos en la Constitución, o por dimisión o fallecimiento de su presidente".
El Ejecutivo en funciones sólo puede despachar los asuntos ordinarios y no está habilitado para tomar grandes decisiones. Quedaría por ver si Sánchez acepta seguir al frente temporalmente de ese Gobierno en funciones o si se retira por completo y entonces tiene que ser sustituido por su vicepresidenta primera, María Jesús Montero.
El rey entra en juego
Llegados a ese punto sería el turno del Rey. Felipe VI tendría que montar una nueva ronda de contactos, reunir a los portavoces de todos los partidos presentes en el Congreso y escucharles para designar un nuevo candidato que tendría que someterse a un proceso de investidura, con los tiempos y los rituales que tenemos muy recientes. Designado candidato (lo lógico sería que fuera un político o política del PSOE) la presidenta del Congreso convocaría un pleno con las fechas para el debate. Tras la celebración de ese debate se producirían las votaciones. El candidato tendría que lograr la confianza mayoritaria de la cámara en la primera votación. De no hacerlo se celebraría un nuevo debate en formato reducido y una nueva votación 48 horas después de la primera en la que bastaría con una mayoría simple.
Si la búsqueda de un nuevo presidente no da frutos y pasan dos meses sin volver a poner a alguien al frente del ejecutivo, las cámaras quedarían disueltas y entonces sí, la legislatura se daría por finalizada e iríamos a unas nuevas elecciones generales. Los comicios caerían de nuevo en pleno verano.
La carta de Sánchez debe servir para ponernos todos en modo pausa | La firma de Àngels Barceló
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