La cantante María Rozalén ha presentado en la ventana su último trabajo, El Abrazo, un disco en el que habla del autocuidado, el amor y los abrazos. Y es que tras haber realizado este trabajo asegura que ha aprendido a darse amor por dentro y «pa fuera». El nombre del disco no es una casualidad y es que afirma que una razón, es que muchas de las canciones tienen la palabra abrazo consecutivamente. Además, también se trata de un disco que tienen ritmos muy festivaleros porque Rozalén ha plasmado los tiempos en los que iba con sus amigos al Festival Viña Rock. Ha querido incluir los ritmos de «rave» porque también le recuerdan a sus amigos y sus buenas amistades. La cantante ha querido hacer una oda a la amistad y homenajear a todos sus amigos y «amistades verdaderas». Con esto ha incidido en lo que ella considera una amistad verdadera, y con este trabajo deja claro que son todas las relaciones que «da igual el tiempo que pase que siempre van a estar ahí para todo». Su último disco refleja la amplitud de estilos musicales que la artista es capaz de defender y hacer suyos cada vez que canta. «Es mi gran defecto, no tengo una etiqueta propia porque hago de todo». A pesar de esto, asegura que sus discos siempre tienen un gran componente de música española con referencias al folklore tradicional como fue el caso de su último disco matriz. Con «El abrazo» también ha querido cerrar una especie de etapa en la que asegura que deja definitivamente atrás su infancia. «Supongo que estoy en la edad en la que se me apaga la infancia y me doy cuenta de que tengo que relajar con a vida», afirma la cantante. Además, todo este trabajo ha tenido sus dificultades. Y es que la propia Rozalén ha asegurado que durante la composición del disco, ha tenido que visitar en alguna ocasión a su psicóloga y le ha confesado que «igual me tenía que dedicar a otra cosa». Pese a estos contratiempos durante, la cantante informa que hay bastantes influencias que ha plasmado en el disco de su reciente viaje a Colombia con una ONG. Una experiencia que le marcó y además le hizo aprender y comprender más sobre el mundo que le rodeaba. Precisa que hubo una historia que le «removió mucho». Conoció a un sacerdote que tenia en su casa a 30 chavales para que pudieran estudiar y recibir una educación. Todo eso no se queda ahí, ya que nada más publicar el disco, recibió al poco tiempo un mensaje del sacerdote que conoció, en el que le agradecía mucho el trabajo realizado con el disco y su aportación. Confiesa que le «ha aparecido muy emocionante que se acordara de nosotros». También ha habido un hueco para el amor. Y es que tras su ruptura ha querido reflejarlo de alguna manera. Sin embargo, ha insistido en que no canta canciones del estilo de «rata de dos patas». Ha querido agradecer a su anterior relación todo el tiempo y todo lo aprendido: «No creo que se haya acabado nuestro amor sino que se ha transformado».. Se trata de una antítesis de la «rata de dos patas».