A vivir que son dos díasLa píldora de Enric González
Opinión

Cartas, amor y política

"Ese romance iba a arruinar su carrera política. Pero Chirac estaba enamorado y dispuesto a mandarlo todo a paseo. Era feliz con Jacqueline"

Cartas, amor y política

Madrid

Permitan que les cuente una vieja historia de cartas, amor, furor político y juego sucio.

En 1974, el primer ministro de Francia se llamaba Jacques Chirac. Estaba casado con una mujer de muy buena familia, tenía hijos y aspiraba a la presidencia. Chirac conoció un día a una periodista llamada Jacqueline Chabridon. Y se enamoró de ella. No hablamos de un lío, de esos Chirac tenía muchos. Hablamos de un amor furibundo.

La esposa de Chirac se dio cuenta enseguida de que algo pasaba. Y sospechó de Simone Veil, la ministra de Justicia. La consejera política de Chirac, Marie-France Garaud, una señora temible, encargó a los servicios secretos que averiguaran qué estaba pasando. No le costó demasiado descubrir el pastel, porque Chirac no guardaba ninguna precaución. Una noche, a las tantas, hizo abrir una famosa boutique de lujo porque refrescaba y Jacqueline necesitaba una rebequita.

La esposa y la consejera intentaron convencer a Chirac de que cortara con Jacqueline, una periodista casada que, encima, era de izquierdas. Ese romance iba a arruinar su carrera política. Pero Chirac estaba enamorado y dispuesto a mandarlo todo a paseo. Era feliz con Jacqueline.

La consejera Garaud decidió jugar duro. Encargó a un antiguo miembro de la Resistencia y especialista en trabajos sucios, Charles Pasqua, que organizara un robo en casa de Jacqueline y consiguiera las cartas de amor que Chirac le enviaba constantemente. Con las cartas en la mano, la consejera Garaud amenazó al primer ministro: estaba dispuesta a utilizar las cartas y varias informaciones íntimas sobre Jacqueline para organizar una campaña de prensa y destruir a la joven periodista. No a él: a ella. El primer ministro se rindió. Su historia de amor tuvo un final amargo.

Pasó el tiempo. En la noche fatídica del 31 de julio de 1997, la princesa Diana de Gales murió en París al estrellarse su coche, perseguido por paparazzi. El mundo enloqueció con la noticia. Había que localizar al presidente francés, Jacques Chirac, y el presidente no aparecía por ninguna parte. Finalmente le encontraron. Estaba en la cama de la actriz Claudia Cardinale, sin cartas, ni amor, ni política de por medio.

Me llamo Enric González. Les deseo un tranquilo fin de semana y un feliz lunes, si eso es posible.

Sigue el canal de la SER en WhatsApp
Encontrarás toda la información, el deporte y el entretenimiento: la actualidad del día y las noticias de última hora, los mejores vídeos y momentos de la radio, entrevistas, reportajes y mucho más.

Suscríbete ahora