En vilo y sumido en la incertidumbre. Ese es el estado en el que se encuentra el Partido Socialista como consecuencia del periodo de reflexión que ha abierto Pedro Sánchez antes de decidir si debe seguir al frente del Gobierno o no. Tras el shock que generó en la toda la formación la carta en la que el presidente reconocía que valora dimitir, desde Ferraz, las federaciones territoriales y la militancia trasladan la idea de que hoy tienen una última oportunidad para tratar de convencerle de que merece la pena continuar en la Moncloa. Esa oportunidad de la que hablan pasa por convertir el Comité Federal de este sábado en un acto de apoyo masivo que logre frenar a su secretario general. El partido, sin su líder, se va a concentrar en la sede socialista en una reunión convocada inicialmente para ratificar la candidatura a las elecciones europeas del próximo mes de junio. Finalmente, solo se confirmará a Teresa Ribera como cabeza de cartel y el resto de la lista se aprobará el martes, cuando Sánchez haya comunicado su decisión. Pero este asunto va a pasar a un segundo plano. El partido no quiere que el máximo órgano de dirección entre congresos, en medio de esta crisis inédita, se reúna para tratar cuestiones orgánicas, sino para hacer una muestra pública de respaldo a su líder. En un gesto nada habitual, en los comités federales, salvo el mensaje del secretario general, el resto son a puerta cerrada, las intervenciones de todos los dirigentes socialistas se van a retransmitir en abierto. Se espera que desde los socialistas más fieles a los más críticos con Sánchez, incluido el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, tomen la palabra para cerrar filas en torno a él. La organización ha colocado pantallas en la calle para que los militantes y simpatizantes que se concentren fuera puedan seguirlas en directo y se han fletado autobuses desde distintos territorios para convertir la calle Ferraz en el epicentro de una concentración que pida al presidente del Gobierno que continúe. Internamente, la cúpula de Ferraz asegura que no se ha abierto ningún debate sucesorio. Ni el partido, ni el Gobierno está realmente preparado para un posible relevo. Sánchez no había emitido ninguna señal que hiciera pensar que no iba a seguir al frente durante los próximos tres años. Pero lo cierto es que desde el miércoles hasta hoy, el PSOE ha pasado del impacto por el contenido de la misiva a reconocer que el riesgo de que el lunes el presidente diga que se marcha es real. Pero nadie se pone en ese escenario. Públicamente, los ministros más cercanos al jefe del Ejecutivo hablan en clave de continuidad. Todos insisten en que esperan que después de estos días Sánchez anuncie que continúa liderando la coalición. La dimisión, explica un veterano socialista, es “el elefante en la habitación”. Nadie lo asimila ni lo ve, pero todos sabemos que está ahí. En realidad, desde que el miércoles saliera del Congreso tras responder las preguntas de la oposición en la Sesión de Control, Sánchez no ha intercambiado pareceres con prácticamente ningún miembro de su equipo. Eso es lo que aseguran en La Moncloa. Se ha refugiado en su familia y ninguno de los colaboradores con los que trabaja habitualmente conoce cuál puede ser el desenlace final. La mayoría también se niega a especular. «Ha pedido que respetemos este periodo de reflexión personal y solo desde el ámbito más personal y familiar pueden aconsejarle», dice otro veterano socialista. No hay táctica electoral en esta situación, insiste. La hipotética renuncia de Sánchez dejaría al PSOE en un terreno de absoluta incertidumbre, en medio de un ciclo electoral en el que el partido no tiene unas malas expectativas, pero sin saber qué efectos puede tener la situación actual. La previsión es ganar en Cataluña el 12 de mayo con Salvador Illa, las encuestas apuntan a esa posibilidad, e intentar acortar la distancia con el PP, que según los sondeos parte mejor situado de cara a las europeas. Después de la maratón de elecciones, la coalición tendría que retomar la negociación de los Presupuestos con los socios parlamentarios para, de una vez por todas, que la maquinaria legislativa eche a andar tras la aprobación de la ley de amnistía. Todo eso queda en tierra de nadie a la espera de que Sánchez el lunes comunique el resultado de su reflexión.