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Opinión

Los claveles de abril

"Miraba yo los geranios del balcón, igual de rojos que aquellos claveles, pero quizá fueran rosados, confundo los colores, me pasa lo mismo con el verde y el azul, y creía que los geranios de mi casa eran claveles portugueses"

La píldora de Andújar | Los claveles de abril

La píldora de Andújar | Los claveles de abril

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Barcelona

Yo me asomaba al balcón con mi madre, y me agarraba a las rejas negras para sentir el frío de la barandilla. Entonces, mi mano rozaba los tallos de los geranios, ásperos, velludos como los viejos, con dureza como de árbol. Parecían desafiar al aire alto de los bloques; pero los geranios son tranquilos. Su mansedumbre es una refutación del tiempo. Los días no pasan por las plantas. Sin llegar nunca a verlas, el mágico Stevie Wonder le dedicó un disco doble a la vida secreta de las plantas. Mi madre decía macetas, nunca dijo regar las plantas. Iba con el cubo lleno de agua y el jarrito verde a regar las macetas. También hablaba de los tiestos, pero a las plantas las llamaba a cada una por su nombre. Decía las aspidistras, decía los geranios... Era el mes de abril, del año 74, en Portugal, y la palabra dicha era un clavel que salía de las bocas de la gente, lo mismo que también salían los claveles por las bocas de los fusiles. Miraba yo los geranios del balcón, igual de rojos que aquellos claveles, pero quizá fueran rosados, confundo los colores, me pasa lo mismo con el verde y el azul, y creía que los geranios de mi casa eran claveles portugueses. No se debía esto a la forma de sus flores, era a causa de la barandilla de hierro tosco y lejano, como el cañón de aquellos fusiles revolucionarios, pero pacíficos, igual que la canción que los despertó esa mañana. Una melodía popular, como una canción de lavanderas, o tal vez como una nana. Porque había un recién nacido, claro, la libertad portuguesa. Aquí, teníamos un agonizante; pero nos duraba mucho. En ningún otro país, como en España, viven más los moribundos. Se cumplen ahora cincuenta años de la revolución portuguesa de los claveles. En la vida secreta de las plantas está escrita la historia de cada persona.

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