En el corazón de la fuerza de vigilancia de la OTAN: así despliega la Armada Española su potencial disuasorio en aguas del Mediterráneo
La SER sube a bordo del portaaviones 'Juan Carlos I' que ostenta el Mando Avanzado de la maniobra ‘Neptune Strike’ de vigilancia reforzada, en la que participan 15 países de la Alianza Atlántica, entre ellos, Suecia que aportará por primera vez en su historia un helicóptero a la OTAN
(Imagen: Javier Bañuelos / Edición: Roberto Cuadrado)
Mar de Creta (Grecia)
A 14 millas de la costa de Creta, invisible desde tierra, el portaaviones 'Juan Carlos I', el mayor buque de la Armada Española navega acompañado de la fragata 'Blas de Lezo'. Se están preparando para participar en una nueva maniobra bajo mandato OTAN, centrada en "actividades de vigilancia reforzada en tiempos de paz". Se trata de 'Neptune Strike' (NEST), un potente ejercicio de la Alianza Atlántica para demostrar las capacidades de fuerza de los aliados con la participación de 21 barcos; 48 aeronaves, entre aviones y helicópteros; 4.600 militares de 15 países y dos batallones de infantería de marina con 150 vehículos. Además, por primera vez, en esta maniobra se sumarán el portaaviones francés 'Charles de Gaulle' y el 'Anadolu' turco – el gemelo del Juan Carlos I-. En total, se movilizarán cuatro portaaviones, incluyendo también al italiano 'Cavour'.
La aportación española se engloba en el Grupo de Combate Expedicionario 'Dédalo 24', bajo el control del Mando de Operaciones (MOPS) del Estado Mayor de la Defensa, en el que también participan el buque de asalto anfibio 'Galicia', la fragata 'Reina Sofía', siete aviones 'Harrier', tres helicópteros AB212 'Gato' de la Flotilla de Aeronaves de la Armada y un Batallón Reforzado de Desembarco de 500 infantes de marina pertenecientes al Tercio de la Armada. En total, 1.700 militares españoles participan en esta maniobra.
Serán días intensos porque se van a realizar más de 350 salidas aéreas en las que los aviones 'Harrier' de la Armada sobrevolarán los cielos de Eslovaquia, Macedonia del Norte, Bulgaria, Rumanía, Italia, Montenegro y Albania. Además, habrá cuatro operaciones anfibias. Durante las próximas semanas también se incorporará a las maniobras de la OTAN un helicóptero sueco. Será, de hecho, la primera vez en su historia que participen en una maniobra de la Alianza Atlántica, en este caso, centradas en ciberdefensa.
En el corazón del 'Juan Carlos I'
La vida a bordo del buque insignia de la Armada, el 'Juan Carlos I', funciona con una sincronización perfecta. Aunque el único portaaviones de la Armada – de 231 metros de eslora- es un auténtico laberinto y es fácil perderse, todos los miembros de la tripulación tienen muy claro cuáles son sus funciones, desde quienes participan en el hospital Role 2 ECO – que cuenta con dos quirófanos y ocho camas de UCI sincronizadas con hospital Gómez Ulla a través de telemedicina-, hasta quienes cuidan con mimo los 'Harrier' que son revisados en el hangar tras cada vuelo, sin olvidar el corazón del mayor buque de la Armada, el puesto de mando del 'Juan Carlos I', que este año incluye el despliegue de un Elemento de Mando Avanzado STRIKFORNATO, desde el que se dirige cada movimiento para movilizar la capacidad de defensa de la OTAN ante cualquier amenaza.
Hasta el momento no ha habido ningún incidente. "No hay ningún riesgo de confrontación con Rusia, precisamente estamos aquí para evitarlo, estamos aquí con un mensaje disuasorio de la OTAN para garantizar que no se va a producir ningún enfrentamiento", relata el almirante Gonzalo Villar, comandante del 'Dédalo 24', a bordo del 'Juan Carlos I'. "Es cierto que Rusia vuela y navega con frecuencia en el Báltico, pero no se ha producido nunca ninguna situación de confrontación. La conducta por ambas partes ha sido segura", añade el almirante Villar.
El objetivo de la presencia de las Fuerzas Armadas españolas en esas aguas es muy claro: "Se trata de demostrar el compromiso de España con la disuasión, la defensa aliada y con la seguridad marítima desde Estambul hasta Helsinki", puntualiza el almirante Villar, orgulloso de la implicación de su tripulación, desde los más jóvenes que tan solo llevan unas semanas a bordo, hasta los más veteranos que acumulan años de experiencia con varias misiones a sus espaldas. "Todos suman", defienden entre ellos.
Lo primero que llama la atención a bordo del portaaviones español es la potente capacidad armamentística que equipa a la infantería de marina. Tal y como ellos mismos defienden cuentan con un material de alto nivel, entre otros, los lanzagranadas de un solo uso C90 – de Instalaza-; ametralladoras del calibre 7,62 mm; morteros de 81 y 60 mm; los misiles de guiado Spike – de fabricación israelí- capaces de eliminar cualquier blindaje equipados en los vehículos VAMTAC con una capacidad de alcance de 4 kilómetros que permiten cambiar de objetivo sobre la marcha o localizar nuevos objetivos durante el vuelo; los misiles antiaéreos Mistral y el sistema ROVER 4 (Remote Operational Video Enhanced Receiver), una de las joyas de la corona porque permite a la infantería recibir en tiempo real las imágenes captadas desde el cielo por los aviones de la OTAN para poder moverse con seguridad.
El 'Juan Carlos I' no esconde muchos secretos, pero sí hay algunas sorpresas. Una de ellas es el descubrimiento de una de las compañeras más queridas a bordo, no viste de azul, tampoco lleva el traje de Infantería de Marina, camina a cuatro patas y se llama 'Lika', una pastor alemán especializada en detección de explosivos que está en plena forma porque casi a diario participa en ejercicios de localización de IED – artefactos explosivos caseros utilizados por los terroristas-.
Los radares instalados en las dos fragatas de la Armada que acompañan al Grupo de Combate Dédalo son otra de las herramientas fundamentales del contingente español. Son los ojos de la OTAN en la zona porque gracias a las señales interceptadas pueden monitorizar en tiempo real cualquier amenaza. Las sospechas que saltan en el visor pasan a manos de los 'Harrier', los cazabombarderos de la Armada que aún ostentan el mérito de ser el primer caza del mundo capaz de despegar y aterrizar verticalmente o en pistas cortas. "Nuestros cazas cuentan con bombas de guiado laser y GPS, o combinado, en el que un soldado en tierra nos designa un objetivo y lanzamos la bomba con una precisión muy alta [dato clasificado] para evitar el daño colateral", cuanta a los periodistas el piloto de 'Harrier' Pablo Bayo. La amenaza de los cazas rusos es constante, sobrevuelan cada vez con más frecuencia el espacio aéreo de la OTAN - sobre todo Polonia, Estonia y Letonia-, de ahí que la alerta sea máxima, aunque no se ha registrado ningún incidente: "Normalmente estamos en alerta 60, que significa que en menos de una hora estamos en vuelo, pero podemos estar en alerta 5, es decir, con la aeronave montada, con el piloto listo para salir en cualquier momento".
Los pilotos de 'Harrier' son uno de los puestos más importantes y exigentes por el número de horas de vuelo - pueden realizar hasta 10 horas con repostaje en vuelo-, por eso, cuentan con fisioterapeutas para eliminar cualquier contractura que les impida volar, también reciben revisiones permanentes por parte del dentista para que no sufran ninguna lesión en los dientes por culpa de la enorme presión que sufren en cada uno de sus vuelos.
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Javier Bañuelos
Redactor Jefe en la Cadena SER responsable de la información sobre Interior y Defensa. Antes trabajé...