La Flotilla de la Libertad sigue bloqueada sin llegar a Gaza

La misión, de la que forman parte catorce países, pretendía romper el bloqueo marítimo de Israel sobre Gaza llevando a la Franja 5.500 toneladas de ayuda humanitaria, pero a solo dos días de zarpar, la Flotilla de la Libertad ha quedado bloqueada en Turquía. La activista e integrante de esta Coalición, Sandra Barrilaro, culpa a Israel. Ha logrado parar el proyecto a través de presiones a Guinea-Bissau, país del que tiene bandera el barco con la ayuda, y que les ha retirado el pabellón que necesitan para navegar.

Ahora trabajan para buscar alternativas y esperan poder llevar la ayuda a Gaza en las próximas semanas. Mientras tanto, Barrilaro sigue denunciando “el asedio medieval” al que Israel tiene sometida a la población desde hace siete meses, bajo continuos bombardeos. Es una denuncia que la Flotilla de la Libertad lleva haciendo en cada una de sus navegaciones desde 2010. “Esas 5.500 toneladas de ayuda que llevamos es algo bastante simbólico para las necesidades que hay en la Franja desde hace meses”, reconoce, y se suman a los miles de toneladas de ayuda bloqueadas por Israel en los pasos fronterizos. “Israel está utilizando el hambre, la falta de medicamentos y de agua como otra arma de guerra, además de los ataques y los bombardeos”, subraya la activista.

El proyecto se ha estado preparando desde noviembre, con 350 contenedores de ayuda humanitaria que esperan a poder salir rumbo a Gaza. Pero la Flotilla está acostumbrada a que Israel complique sus misiones. “En 2010 se hizo la primera navegación de la Flotilla de la Libertad. Eran seis o siete barcos. Uno de ellos, el Mavi Mármara, un barco para pasajeros que llevaba más de 700 personas, fue atacado en aguas internacionales por Israel”, recuerda Barrilaro. Diez personas perdieron la vida.

Todas sus navegaciones posteriores sufrieron asaltos en aguas internacionales que la activista define como “actos de piratería por parte de Israel”. Denuncia que a Israel siempre se le ha permitido realizar estas acciones. Secuestraban los barcos y a los activistas y los llevaban a Israel para ser encarcelados. “A ningún otro país se le hubiera permitido un acto de piratería sin ningún tipo de consecuencias en el Mediterráneo”, insiste.

El movimiento popular de rechazo a la guerra que se ha materializado estos últimos días en las protestas universitarias en Estados Unidos y Europa, es una muestra, en opinión de Barrilaro, de que los Gobiernos van “a la contra” de las opiniones públicas de la población civil. La gente es consciente de una injusticia que hará falta 80 años para reconstruir en lo material, según las estimaciones de Naciones Unidas. Acciones como la de esta Coalición pretenden seguir llamando la atención sobre esta injusticia, con la esperanza de que las presiones empujen a los Gobiernos a actuar frente al genocidio que está cometiendo Israel.