La elección de Georgia: Bruselas o Moscú con Ucrania en la memoria

La identidad de Georgia es la identidad de un cruce de caminos. Punto de encuentro de Europa y de Asia, de Rusia y Oriente Próximo. Y ahora esa misma identidad tiene un nuevo examen que tiene al país dividido, a la Unión Europea cada vez más preocupada y a Rusia observando en silencio un territorio que invadió en 2008, antes de iniciar sus aventuras bélicas en Ucrania.

Esta semana, el parlamento georgiano ha dado luz verde al inicio del recorrido de una ley que obligará a empresas e instituciones a registrarse como "agentes bajo influencia extranjera" si el 20% o más de su financiación procede de otros países. Es una ley muy parecida a la que está vigente en Rusia desde hace algunos meses y que, en la práctica, permite al régimen de Putin perseguir a opositores por sus relaciones, o supuestas relaciones, con terceros países.

La legislación ha contado con el visto bueno del partido mayoritario, Sueño Georgiano, que ha ido virando su postura de ser defensor de la integración en la Unión Europea a buscar evitar las asperezas con su inmenso vecino. Y cuenta con el rechazo de la propia presidenta del país, que plantea vetarla en un movimiento que la mayoría de Sueño Georgiano en el parlamento puede anular, y de miles de opositores que han salido a la calle y han recibido detenciones, cañones de agua y gases lacrimógenos como respuesta.

Marika Mikiashvili es una de esas activistas que estos días ha protestado contra la nueva ley en las calles de Tiblisi. En una conversación pública mantenida esta semana en un espacio de X, Mikiashvili ha alertado de que la nueva legislación atenta contra la Constitución de Georgia. "Estamos convencidos de que es un golpe anticonstitucional porque es evidente que no nos acerca en absoluto a Europa. La oposición no votó en contra, sino que directamente boicoteó la votación porque la considera inaceptable y contraria a la Constitución".

Mikiashvili hace referencia al artículo 78 de la Constitución de Georgia, en el que podemos leer que "los cuerpos constitucionales deben tomar las medidas al alcance de sus competencias para asegurar la integración total de Georgia en la Unión Europea y en la OTAN".

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Preocupación en Europa y Estados Unidos

El gobierno y el primer ministro sostienen que la nueva legislación no va contra los estándares europeos, pero la Unión ha dejado claro en sendas declaraciones de su presidenta y del Alto Representante que la respuesta violenta contra los manifestantes no es aceptable. "Europa está en una encrucijada", escribía Ursula von der Leyen en su comunicado, "y debería seguir en su rumbo hacia Europa".

De hecho, Mikiahsvili nos recuerda que Georgia celebra elecciones este año y que hasta esta semana esos comicios debían ser el punto de partida para acometer los cambios que exige Bruselas para sumar a este país caucásico al club de los 27.

No tienen límites morales, pedimos a Occidente que sancione a Sueño Georgiano

—  Marika Mikiashvili, activista georgiana

"Tenemos elecciones después de las que tendremos un gobierno técnico que deberá cumplir con las reformas necesarias para preparar el sistema electoral del país para celebrar otras elecciones generales en un año aproximadamente. Ese gobierno técnico debe cumplir con algunas reformas clave que pide la Unión Europea, lo que implica por tanto reformar el poder judicial o liberar al país hasta cierto punto de su centralización", explica la activista y docente.

La ley pone a Georgia en una trayectoria precaria porque es incompatible con los valores democráticos

—  Comunicado del Departamento de Estado de Estados Unidos

Las autoridades comunitarias han recordado que la nueva legislación amenaza seriamente el proceso de adhesión al que iba encaminada desde el pasado año. Al otro lado del Atlántico, Estados Unidos ha expresado también su preocupación por el viraje de Georgia y avisa de que la ley "pretende silenciar voces críticas y destruir la vibrante sociedad civil de Georgia".

Estados Unidos también alerta de que la puerta de la OTAN puede cerrarse para la exrepública soviética y añade una advertencia bilateral, ya que en el comunicado del Departamento de Estado se lee que "la ley fundamentalmente socava la fuerte relación que hemos desarrollado con el gobierno y el pueblo de Georgia".

La respuesta de Washington ha molestado al gobierno georgiano, cuyo primer ministro, Irakli Kobajidze, ha rechazado una invitación de Estados Unidos que estaba condicionada a que suspendiera el debate sobre la nueva ley de agentes extranjeros. El procedimiento parlamentario sigue adelante y dentro de dos semanas el texto se someterá a su última lectura y a su previsible aprobación definitiva.

Recuerdos de Ucrania

Mikiashvili nos admite que las protestas abren un "escenario desconocido" para la población de Georgia, ya que la oposición se ha mostrado en distintos puntos del país. Y sobre ellas sobrevuela el recuerdo de las protestas en Kiev después del giro prorruso de su gobierno a finales del año 2013.

Aquel giro terminó con el presidente Yanukovich huyendo del país, con Rusia invadiendo Crimea, con el levantamiento de milicias prorrusas en el este de Ucrania y con los cimientos ya listos para la invasión definitiva de ese país en 2022. Y Georgia fue un escenario previo de pruebas a toda esa crisis en Ucrania.

En 2008, Rusia intervino en las regiones separatistas de Osetia del Sur y Abjasia, que después proclamaron su independencia, apenas reconocida internacionalmente, y que desde entonces son zonas de facto bajo la influencia rusa, que tiene planes de extender su presencia militar en las mismas. De hecho, tropas surosetias han respaldado el despliegue de Rusia en Ucrania.