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Plantar árboles en casa o el jardín es posible: todos los trucos para sacarlos adelante

Pasamos revista con Eduardo Barba a los semilleros de árboles que hicimos en diciembre y analizamos qué señales nos están enviando para seguir creciendo.

Semilleros de árboles y esquejes para poblar el jardín

Semilleros de árboles y esquejes para poblar el jardín

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El 12 de diciembre hicimos semilleros de árboles en tres bandejas de alveolos forestales. Cinco meses después tenemos la emergencia de la gran mayoría de las semillas, así que nos ha ido bien.

Almendros

Los almendros fueron los más rápidos. Ya son de un palmo y han amarilleado algunas hojas. Son las hojas más viejas. El otro día metí la aralia (Fatsia japonica) en el estudio para que viéramos cómo es un proceso natural que no debería preocuparnos. La aralia tenía algunas de las hojas más viejas, en la parte baja, de color amarillo. Esas hojas tendrían, como mínimo, un año de vida. Este amarilleamiento era debido a un relevo natural en la planta: estaba produciendo una grandísima cantidad de hojas nuevas, gracias al trasplante a un macetón que quintuplicaba el tamaño del tiesto que traía del vivero. En ese proceso de generar hojas nuevas, las viejas amarillean porque ceden su energía a la planta, que reabsorbe los nutrientes móviles, como la clorofila. Como esta tiene un color verde, al retirarla de la hoja aparece el pigmento amarillo que ocultaba la clorofila. Así que vemos que es algo incluso positivo.

Pero en este caso de los almendros no es tan positivo. ¿Cuánto tiempo tienen las hojitas de este almendro recién nacido? Unos cuatro meses de vida. Así que no es buena señal, ya que nos indica una cosa: he agotado toda la reserva de nutrientes. Esto se junta con otra señal que refuerza esta falta de nutrición. Las nuevas hojas de los almendros, en la punta, son más pequeñas que las que están en la parte baja, y ya no van a crecer más. La ayuda que nos está pidiendo la planta es clara: hay que añadir un abono orgánico a los alveolos en los que están creciendo, para que pueda retomar un crecimiento sano.

¿Debemos abonar el resto de semillas germinadas, las de los otros árboles?

Las que están recién germinadas, todavía no. Pero, en cuanto tengan un poco más de tamaño, las abonaré también. Así hicimos la primavera pasada con nuestro encinar, al que tuvimos que aplicar abono un par de veces, para que no se vinieran abajo. Por cierto, aquí queda todavía una anomalía que nos germinó de aquellas bellotas: una encina albina. No tiene prácticamente nada de clorofila, por eso tiene este color blancuzco, que incluso se ha llegado a quemar un poco de cuando le ha dado el sol más fuerte. Sigue viva contra todo pronóstico, aunque está raquítica del todo, no ha crecido nada. Compárala con la otra encina que nos quedamos de su promoción, y que ahora está en una macetita engordando.

Almeces y naranjos trébol

Los siguientes en germinar fueron los almeces, sobre todo el almez americano (Celtis occidentalis), que se dio más prisa en emerger. Al almez europeo (Celtis australis) le costó un poco más, pero también lo tenemos por aquí. Ambas especies tienen ahora mismo solo unos tres centímetros de alto, pero deberían de crecer rápido a medida que avancen las semanas. Después de los almeces llegaron los naranjos trébol (Citrus trifoliata), que han germinado muy uniformes, parecen soldaditos en un desfile, con un color verde claro muy bello. Las hojas son compuestas y tienen tres foliolos, como vimos el otro día, lo que le da ese apellido de naranjo trébol.

Encinas y el robles bur

También emergieron las encinas (Quercus ilex) y los robles bur (Quercus macrocarpa). Podemos observar cómo de pinchudas son los bordes de sus hojas. Recordamos que esto era una protección de la plantita, para evitar ser comida. Estas espinas de la hoja son como pequeñísimas agujas, muy afiladas. Cualquier mamífero herbívoro que acercara el hocico a sus hojas se llevaría un picotazo de aviso, por lo que quizás desistiría de comerse a la joven encina.

En cuanto a los robles bur son una auténtica rareza, ya que se trata de un árbol norteamericano, de Estados Unidos y Canadá, y se distingue por el tamaño de sus bellotas. A eso hace referencia el epíteto macrocarpa, de fruto grande. Solo teníamos tres bellotas, y germinó primero esta de aquí, la plántula que ves con mayor tamaño. Si observamos sus hojas, veremos que tienen un color rojizo, lo que nos indica que está muy sano. Esa pigmentación es un fotoprotector solar, que defiende a los tejidos que están debajo de las radiaciones del sol que son perjudiciales. Cuando los tejidos maduren y endurezcan, las hojas pasarán a ser completamente verdes.

Melias y ginkgos

Las dos especies más tardonas en germinar fueron las melias (Melia azederach) y los ginkgos (Ginkgo biloba), pero ya están aquí. Las melias están ahora en flor o a punto de empezar a florecer, y llenan los parques y jardines de las ciudades con su aroma increíble. Yo siempre me acuerdo de una melia que está en la puerta de Almodóvar, en Córdoba. Aquí han emergido unas pocas, aunque todavía no todas las semillas que pusimos. Los que sí que están más animados son los ginkgos, de los cuales tenemos unos pocos ya. Es de la especie de la que más semillas pusimos, simplemente por gusto personal, ya que es un árbol que me fascina. Además, es muy resistente a casi cualquier condición de cultivo, y está libre de plagas. Al ginkgo ya le dedicaremos un programa especial cuando estén más grandes, porque es uno de los milagros de la naturaleza. Los nuestros están empezando a desplegar sus hojas, que tienen forma de abanico, lo que los hace de lo más peculiar dentro de los árboles.

¿Vamos a hacer como con las encinas, y tenerlos hasta el invierno que viene en las bandejas de alveolos, para después plantarlos en tierra o a una maceta mayor?

Sí, lo más probable. Los seguiremos engordando en estas bandejas de alveolos forestales, para que generen una buena raíz. En invierno los repartiremos, como hicimos con las encinas, para que crezcan en la tierra. Hay un dicho que tenemos en arboricultura, que es el cuidado y cultivo de los árboles, que cuenta que, si quieres un árbol grande, hay que plantarlo pequeño. Así que esperemos que todos estos minúsculos árboles den sombra algún día a docenas de personas bajo su copa.

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Eduardo Barba

Eduardo Barba

Eduardo Barba Gómez es jardinero, investigador botánico en obras de arte, paisajista y profesor de jardinería....

 
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