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'Lady Anne', un homenaje a las actrices que han sufrido el abuso de poder de los directores

Inma Nieto debuta en la dirección con 'Lady Anne', este personaje de Ricardo III, la tragedia de Shakespeare. Un homenaje a la fragilidad de las actrices, una revisitación del clásico desde una mirada femenina y una reflexión sobre el consentimiento

'Lady Anne', un homenaje a las actrices que han sufrido el abuso de directores

'Lady Anne', un homenaje a las actrices que han sufrido el abuso de directores

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Todo empieza y transcurre durante un ensayo, al que llega tarde una actriz superada por la vida. Se llama Eli, como quien la interpreta, Elisabet Gelabert. Eli, la actriz en la ficción, se prepara para interpretar a Lady Anne, el personaje de la tragedia de Shakespeare Ricardo III. La escena es dura, Lady Anne está frente al féretro de su marido, asesinado por el rey, que también ha matado al padre de su difunto esposo. Y la seduce, con el cuerpo del muerto presente. Dirigiendo el ensayo y dándole la réplica a Eli, ¿un director o una directora? "Esa es la pregunta, un hombre, sí", respondía Inma Nieto en la rueda de prensa, que es la que interpreta a este director de teatro. En la época de Shakespeare, eran los hombres los que interpretaban también personajes femeninos, ellas lo tenían prohibido. Así que aquí han querido invertir ese rol. Inma Nieto escribe y dirige este texto con el que debuta en la dirección, después de 30 años de carrera, en el Teatro de La Abadía, donde empezaron las dos. Hoy forman la compañía Las hijas de Eva.

Elisabet Gelabert en 'Lady Anne' / Lucía Romero

Elisabet Gelabert en 'Lady Anne' / Lucía Romero

La trama cruzará dos planos ficcionales, la de la propia historia de Shakespeare y la de una actriz, con la persona que la dirige. El público acudirá a una función que es el ensayo de una escena y también será testigo de lo que les pasa mientras preparan la función. Presenciarán de qué manera lo que ha aprehendido el personaje de la actriz, por su experiencia vital y su carrera, marcará sin duda su forma de enfrentarse al proceso creativo. Es lo que le ha pasado a Elisabet Gelabert, que recordaba en la rueda de prensa el caso de Ramón Paso, el último director denunciado por abusos. "Me han dirigido más mujeres que hombres y ellas pueden ser igual de cabronas -decía- pero entre nosotras hay una sororidad maravillosa, bien entendida y que está creciendo entre nosotras. Inma el miedo no lo transforma en abuso de poder ni en violencia. Las cosas se pueden hacer de otra manera". Hablamos con Inma Nieto a las puertas del Teatro de La Abadía.

Empezaste en este teatro, ¿cómo fueron aquellos comienzos?, ¿qué balance haces en 30 años de carrera?

Bueno, es verdad que después de 30 años, el balance, mi logro ha sido trabajar todos los años de estos 30. A veces con cosas más grandes, otras más pequeñas, pero siempre había un horizonte, un proyecto y eso me hace sentirme muy afortunada, muy afortunada. Ese sería mi balance.

Y como actriz, ¿ha cambiado mucho el teatro en estos 30 años?

Ha cambiado mucho y creo que los cambios mayores han sido en los últimos años. En el Teatro de la Abadía empezamos cuando éramos muy, muy jovencitos. Aquí tuvimos la suerte de aprender muchísimo y de trabajar muchísimo, hacer grandes giras, trabajar con directores nacionales e internacionales y es verdad que ahora es más complicada esa continuidad. Antes era más fácil tener un montaje anual y una gran gira y ahora es mucho más complicado.

¿Por qué has tardado tanto tiempo en dirigir?

Eso es algo que también me lo pregunto yo. Creo que hay veces que la imposibilidad es más interior. Creo que las mujeres de mi generación tenemos muy interiorizada la tarea que supuestamente debemos realizar. Estoy hablando en general y lo siento, porque sé que hay mujeres creadoras que llevan toda la vida colocándose en otro lugar y escribiendo, dirigiendo, pero en mi caso ha sido así, me ha costado y el mayor esfuerzo ha sido el de decirme a mí misma venga, Marieta, ¿qué quieres? Esto. Inténtalo. Me ha costado mucho. Por eso creo que los referentes femeninos son importantes y hay que visibilizarlos, de lo que no se habla, no existe, ¿no? Entonces sí, me ha costado. Hace mucho tiempo, antes de estudiar teatro, lo primero que hacía en mi adolescencia era escribir y he disfrutado tanto escribiendo, que me digo por qué no me lo he permitido antes. Bueno, pues por el miedo al error. ¿Dónde vas a ir tú? ¿Qué vas a hacer? Bueno, pues está muy bien también decir que si nos equivocamos, tampoco se hunde el mundo. No pasa nada.

Una de las preguntas que se hace la actriz en esta obra es qué sentido tiene Shakespeare hoy. Qué tiene que ver 2024 con entonces. ¿Qué sentido tiene Shakespeare hoy?

Bueno, yo creo que Shakespeare es inmortal, tiene mucho sentido. Creo que Shakespeare toca los grandes temas del ser humano con una mano magistral. Los grandes temas: el poder, la muerte, la violencia, el amor. Tiene toda la vigencia. Pero sí que es verdad que las mujeres en ese momento no teníamos una representación. Y eso se ve, por ejemplo, en la obra que estamos trabajando, Ricardo III. En la época de Shakespeare no había actrices, las mujeres estaban representadas por hombres jóvenes. Estaba prohibido la presencia de las actrices en el escenario por ley. En la época isabelina, ¡una mujer en la época isabelina! Qué cóctel. Así que creo que tiene mucho sentido por esa vigencia de Shakespeare y luego por esa necesidad de mirar al pasado para coger más fuerza y dinamitar, coger más fuerza para mirar el futuro.

En esa mirada al pasado hay también un debate muy vigente con todos los que abordáis los clásicos y que también en esta obra y es si Shakespeare escribió o reescribió a los personajes. ¿Tú crees que este acercamiento a los clásicos debe interpretarse como eran o dan pie también a la reinterpretación, a esa mirada hoy feminista, cuando entonces no existía el feminismo como tal?

Esta es la pregunta. Yo también me hago esa pregunta. Te tengo que confesar que creo que he sido bastante fiel, porque creo que cuando trabajo el texto de Shakespeare no hay interferencias. He intentado ser bastante fiel, pero a veces me he sentido muy infiel trabajando, muy infiel. Porque agarrar a Shakespeare y de repente girar la historia, cambiar las piezas y colocar a la actriz y al personaje de Lady Anne en el lugar en el que se coloca Ricardo III, pues dices, ¿qué derecho? La respuesta que yo me he dado, aunque solamente sea para consolarme, es que Shakespeare también cogió la historia. Shakespeare es tradición y es historia. Y también cogió la historia de Inglaterra, cogió personajes, e igual Ricardo III no era tan malvado como lo reescribió. Él también cogió la historia, hizo una ficción sobre la historia y generó sus obras.

Ana Zamora: &quot;Si hablamos de clásicos, no podemos hablar de feminismo. Aceptemos que no dicen lo que nosotros queremos que digan&quot;

Hemos visto aquí recientemente Casting Lear de Andrea Jiménez, donde lo que le interesaba sobre todo era invertir esos roles de poder . Una mujer joven dirigiendo a un hombre mayor. Ella decía cuando ves a una chica joven con un hombre mayor, normalmente asumes que él es el maestro, ella la aprendiz. Él es el director, ella es la actriz. Aquí también jugáis invirtiendo esos roles de poder.

Sí, es verdad. Es que el tema del poder es la clave. El tema de poder es la leche. En cuanto aparece el poder y la autoridad, es como El Señor de los Anillos, mi tesoro. Ahí se generan un montón de dinámicas conscientes, inconscientes y reflexionar en acción sobre ellas es muy interesante. Estoy de acuerdo en esto que comentas de Casting Lear, que lo vi me pareció fabuloso y nosotros lo movemos de otra manera. Pero sí, el tema del poder es el generador. Venganza, violencia y poder. Iba a poner el amor, pero lo dejamos para la siguiente función.

Relaciones de poder, venganza, violencia. ¿Podríamos decir que has volcado tus experiencias siendo dirigida por hombres en cómo diriges aquí a esa actriz?

Bueno, la relación entre actriz y director es una relación que conozco bastante por mi trabajo. Es una relación apasionante, ya no solamente por cómo te trata el director, sino por los miedos y la fragilidad que siente alguien, actor o actriz, a la hora de empezar un proceso creativo. Es maravilloso, pero es no es fácil, no es fácil, eh. He volcado mis experiencias, he volcado lo que he visto, he volcado mi imaginación y he volcado también, cinematográficamente, relaciones que también me han interesado. Y he hecho ficción. Partiendo de la realidad.

Vale. Pero gritarle a una actriz no vales para nada, estás vacía, no me estás dando nada... Tratarla con esa dureza, es una relación de poder un poco masculina, ¿no?

Sí que lo son, es verdad, y son cosas que sí que he oído. Es verdad. Y otras que me han ido contando cuando he contado esto. A mí me hicieron esto, pues a mí me hicieron lo otro, a mí no sé qué. Sí, sí que lo son. Y se podrían desarticular más fácilmente si no se hubieran interiorizado tanto por las mujeres, si no las hubiéramos asumido. Si no hubiéramos aceptado tanto como aceptamos una generación de mujeres. Ahora están alzando la voz y yo, desde aquí, muestro mi total apoyo a visibilizar y a alzar la voz, a comunicar y a contarnos, con vosotros y entre nosotras.

"Aceptar no es conceder", se insiste mucho en esta idea en la obra. ¿Cuál es la reflexión aquí sobre el consentimiento?

Bueno, ya hemos llegado a solo sí es sí. Pero a veces, antes, el sí también era no. O sea, las circunstancias que han llevado a las mujeres a determinadas decisiones, no eran una aprobación, eran unas circunstancias históricas muy frágiles socialmente. Volviendo a la escena de Lady Anne, Ricardo asesina al padre del marido de Lady Anne y al marido de Lady Anne, lo asesina por poder, porque él quiere ascender al trono. Y celebra una maravillosa ceremonia de seducción hacia ella, ante el cadáver presente. Y ella acepta. Ella acepta. O sea, eso me voló la cabeza. Esa escena la he visto representada y me voló la cabeza. Y yo entiendo por qué acepta. En Looking for Richard (documental sobre Ricardo III dirigido e interpretado por Al Pacino), decían que una actriz tiene que ser muy joven para aceptar. Bueno, o las circunstancias tienen que ser muy difíciles. Solo sí es sí, pero a veces sí también es no. Aceptar no es conceder. Y mirar hacia atrás nos genera confianza y puede invitar a generar un futuro más sólido.

¿Cómo ha sido el trabajo con Elisabet? Entiendo que no ha sido un casting tan duro como el que vemos representado, ¿no?

Jajaja, no, para nada. Ha sido todo lo contrario. Elizabet y yo empezamos juntas en el Teatro de la Abadía. Somos amigas y bueno, yo a veces, cuando miro a Elizabet en escena, digo bueno, si está Elizabet, ya no necesitamos nada más. Ha sido un placer, deseando repetir.

&#039;Del color de la leche&#039;, una voz contra los abusos 200 años antes del #MeToo
 
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