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Sociedad | Actualidad

La increíble adaptación natural de las plantas trepadoras

Sin una luz suficiente las plantas se vienen abajo

Madrid

Una planta trepadora es una especie que trepa por otras plantas u otro tipo de soporte, como un árbol muerto o una valla, en su crecimiento. ¿Para qué lo hace? Para conseguir más luz, porque la luz es lo primero que una planta necesita si quiere desarrollar el resto de sus funciones vitales. Sin una luz suficiente, hemos visto cómo las plantas se vienen abajo.

Plantas trepadoras y flores de "la suegra y la nuera"

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Las plantas trepadoras tienen esta adaptación natural a crecer enroscándose sobre otras. Y no solo enroscándose, dando vueltas para "abrazar" a la otra planta y ayudarse en su ascenso en la búsqueda de mayor luz. Las plantas trepadoras —lo que mucha gente llama "enredaderas" de forma popular—, tienen distintas estrategias para trepar. Una puede ser como la de esta akebia, en la que es todo su tallo el que gira sobre sí mismo. Cuando encuentra algo que le puede ayudar a escalar, se enrosca sobre este. Otras plantas, como la hiedra (Hedera helix), emiten unas raíces aéreas en sus tallos que se fijan con fuerza en superficies sólidas, como un muro, por ejemplo. Por eso la hiedra es perfecta para cubrir un muro con su manto verde. De igual forma, la hiedra no es tan eficiente cuando cubre una malla o una verja, ya que hay que estar ayudándola constantemente hasta que copa todo el espacio. Otras plantas trepadoras tienen unos zarcillos, como muelles, que es lo que tiene una planta de parra (Vitis vinifera). Estas plantas con esos "minimuelles" son ideales para que se enrosquen en vallas metálicas, las típicas vallas metálicas de simple torsión de toda la vida. Otras plantas tienen pequeñas ventosas, como le ocurre a la parra virgen (Parthenocissus tricuspidata), candidata perfecta para quedarse pegada a un muro, como la hiedra.

Akebia

Es una rareza dentro del mundo de las plantas trepadoras. La akebia (Akebia quinata) es muy bella, con unas hojas verde claro y fresco, unas hojas que tienen la peculiaridad de ser compuestas, es decir, que están formadas por distintas “piezas”. En este caso, están formadas por cinco foliolos u hojuelas pequeñas, redondeadas, muy orgánicas y que ciertamente enamoran a quien las observa con detenimiento. Además de este verde tan alegre, la planta produce en estas fechas una floración muy extraña, de color violáceo fuerte, y que, además, es aromática, con toques especiados muy originales. Si se ha producido la fecundación de las flores femeninas —porque la planta tiene flores femeninas y masculinas por separado—, formará un fruto comestible. También les encanta a los pájaros.

¿De dónde proviene esta planta?

Como otras especies que tenemos por aquí ya, la akebia es asiática, de China y de Japón, así que se une al selecto grupo formado por la aspidistra (Aspidistra elatior), la aralia o fatsia (Fatsia japonica), la planta del dinero china (Pilea peperomioides) o el helecho bronce (Dryopteris erythrosora). La primera vez que la vi fue en el Real Jardín Botánico de Madrid, hace unos 25 años, porque descuelga hacia la calle por uno de los muros perimetrales del jardín. Es un muro bastante sombreado, con muchísima luz, pero sin casi sol directo, al estar bajo unos grandes árboles de plátano (Platanus x hispanica). Y es que es una planta perfecta para zonas de más sombra, donde otras trepadoras no crecerían a gusto. Por eso la elegí para este lugar en nuestra terraza, ya que no recibirá más sol directo que un par de horas al amanecer.

¿Plantamos alguna otra planta al pie de la akebia?

Sí. En nuestro caso, todavía tengo dudas de si poner otro helecho o quizás una clivia (Clivia miniata), una planta que me encanta y que podría quedar muy bien. Puede que me decida por un par de especies distintas, para dar mayor ritmo a la base de la planta. Lo iremos viendo en las siguientes semanas. Pero una que voy a plantar hoy seguro es esta campánula (Campanula portenschlagiana) de las zonas montañosas dálmatas, en Croacia, con sus flores azuladas tan hermosas. Es una planta herbácea que seguro que los oyentes han visto en las floristerías estos días, ya que es tremenda de bella y de llamativa. Tiene forma de cojín, es bajita, y a veces tienen tantas flores que cuesta ver sus hojas, que se encuentran por debajo de aquellas. Le gusta el sol, pero en sitios tan calurosos como nuestra terraza puede vivir mejor si no tiene sol del mediodía. Así que vamos a plantarla en el lado del macetón de la akebia que recibe más luz, incluso sol directo, para ver si conseguimos que siga floreciendo bien. Si vemos que el emplazamiento no le gusta y que no florece con profusión, la cambiaremos a un lugar más soleado.

La suegra y la nuera

Aquí está, con todo el esplendor de sus flores gigantes abiertas. Plantamos este bulbo enorme de Hippeastrum en febrero del año pasado, y ese primer año ya nos floreció. Pero la floración de este año es más potente. Como en el caso de la cebolla preñada, o cebolla de la suerte, hay que plantar su bulbo de manera que asome una gran parte, como dos tercios incluso sobre la superficie de la tierra. Lo bueno de esta planta es la rusticidad que tiene, porque hay que hacer muy poco para que todos los años, por estas fechas, nos florezca. Cada inflorescencia suele llevar varios floripondios, tres, cuatro, cinco... donde cada flor tiene mayor tamaño incluso que un CD. Van a durar un par de semanas incluso, lo que dependerá de si le cae agua encima.

Como nosotros tenemos esta planta en la terraza, pero bajo cubierto, eso no le va a afectar. Las flores también durarán menos si reciben el sol más fuerte del mediodía, algo que a nosotros tampoco nos afecta, ya que solo tiene un poquito de sol directo a primera hora de la mañana. Y es que es una planta que se puede cultivar tanto bajo el sol como con una luz muy intensa, sin sol directo, lo que la hace muy apropiada para casi cualquier balcón.

¿Hay que trasplantarlas a una maceta más grande?

No, tanto para la cebolla preñada como para este Hippeastrum es conveniente que crezcan con las raíces un poco apretadas, para que florezcan mejor. Si les damos mucho espacio, no florecen tan bien. Así que vamos a dejarlas otro año más en sus respectivas macetas. Las abonaremos, eso sí, para que tengan suficientes nutrientes para montar sus inflorescencias tan espectaculares, cada una en su estilo.

¿Son de la misma familia la cebolla preñada y la suegra y la nuera?

No, cada una pertenece a una familia distinta, aunque próximas, por lo que son parientes. Mientras que la cebolla preñada pertenece a la familia del espárrago, Hippeastrum pertenece a la familia de las amarilidáceas, como los narcisos (Narcissus spp.) o nuestro agapanto (Agapanthus ‘Poppin’ Purple’). Su origen también es diferente: mientras que la cebolla preñada vimos que era sudafricana, la suegra y la nuera son de América.

Semilleros de árboles y esquejes para poblar el jardín

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Eduardo Barba

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Eduardo Barba Gómez es jardinero, investigador botánico en obras de arte, paisajista y profesor de jardinería....

 
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