El final de la amnistía

Barcelona

Llega el final de la amnistía. O sea, llega el reconocimiento de su triunfo. Se formalizará a final de mes en el Congreso. Cuando se someta de nuevo a la Cámara baja y esta le dé su aprobación final.

Pero ese es un trámite de procedimiento en el que se descarta cualquier sorpresa. De hecho, la medida de gracia ya es incontestable. Políticamente, la ha validado el resultado de las elecciones catalanas del domingo. Si hubiera ganado el independentismo unilateral, eso habría significado que la política de reconciliación solo había servido para dar fuelle a las amenazas de ruptura del Estado.

Pero se impuso de forma incontestable el socialismo de Salvador Illa, y de Pedro Sánchez, patrones -junto a los Comunes y a Sumar- de esta estrategia de bajar la tensión y de buscar la concordia en vez del enfrentamiento. Así que eso implica que la respuesta popular en las urnas -aplaudirla en vez de considerarla insuficiente- legitima ese propósito y su traducción práctica, la medida de perdón. Ojalá la derecha, aunque le cuesta, acabe entendiéndolo.

En realidad ya ha empezado a reconocerlo, aunque sea diciendo lo contrario. El Senado vetó la amnistía, pero sabiendo que lanzaba un brindis sectario al sol. Pero, en cambio, no se atrevió a llevar su pulso contra el Congreso ante el Tribunal Constitucional. Por algo se empieza. De todos modos, no exageremos el optimismo. El PP seguirá armando jaleo en las plazas y ante los juzgados, sobre todo de cara a las elecciones europeas. Pero ya sabe que todo su empeño solo es ruido, y que ha perdido la batalla.