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Juan Manuel de Prada: "La literatura no es una obra de Netflix, aunque ahora intenten igualarlo todo"

Aimar Bretos entrevista al escritor Juan Manuel de Prada, que publica 'Mil ojos esconde la noche. La ciudad sin luz' (Espasa)

DIRECTO | Entrevista a Juan Manuel de Prada, en Hora 25

Madrid

Juan Manuel de Prada tiene nueva novela y una lesión en la mano. Acabó la escritura de su última libro 'Mil ojos esconde la noche. La ciudad sin luz' con la "yema del pulgar reventada y el dedo corazón con la falange distal torcida y un callo del tamaño de un garbanzo". Escribe a mano por pura convicción artística; es "una manía de la que no se ha liberado" y que le permite "escribir mejores novelas".

Las entrevistas de Aimar | Juan Manuel de Prada

Escribir de puño y letra es imprescindible para "plasmar mejor la belleza y con más visceralidad". Juan Manuel de Prada está convencido de que ser escritor es un "oficio artesanal" y por eso se ha volcado en la documentación previa y a la elección de cada una de las palabras de esta novela oceánica. Esa entrega se ha contagiado (o quizás heredado) a su padre, que se ha entregado a la ardua tarea de pasar a limpio el manuscrito de mil seiscientas páginas.

Un escritor y un autor consorte

La ayuda de su padre en esta titánica tarea le han hecho ganarse el título de "autor consorte", porque "el trabajo que ha hecho es inmenso", porque consigue reconocer su letra. Cuando acababa de transcribir, su padre le pedía más páginas "porque se quedaba con la intriga de saber qué pasaba". "Me di cuenta de que había escrito algo especial porque tenía a mi padre en vilo", confiesa el escritor. El manuscrito se aloja ahora en las oficinas de la editorial Espasa, pero en cuestión de tiempo acabará con el resto de sus manuscritos, que se conservan en un altillo de la casa de sus padres. Cree Juan Manuel de Prada que esos manuscritos serán "la mejor herencia" que dejará a sus herederos.

Novela áspera y brutal

La escritura de Juan Manuel de Prada es una relación de ida y vuelta. Él se exige, pero exige al lector, porque es consciente de que su literatura no es una serie de Netflix, "aunque ahora intenten igualarlo todo".Esta novela "áspera y brutal y que tiene un impulso poético" está protagonizada por un falangista anegado por el resentimiento.

Fernando Navales vive en París, en los días previos a la llegada de los nazis a la capital francesa. Allí vive "anegado por el resentimiento" y ese resentimiento será un motor para cada una de sus acciones. Navales integraba los comandos que se enfrentaba con los adversarios en los meses previos al estallido de la Guerra Civil y formaba parte del círculo de confianza de José Antonio Primo de Rivera, pero su nombre se silencia cuando Falange intenta dar en los años '40 una imagen más luminosa de sí misma. En ese contexto, recibe Navales un encargo:infiltrarse en la colonia española de exiliados en París para que colaboren con Falange.

En esa colonia está Pablo Picasso, al que tritura Juan Manuel de Prada con párrafos como éste: "Había más retratos de mujeres deformadas, con caras y cuerpos furiosamente vejados y lágrimas gordas como peladillas. Eran cuadros de una hiena sádica que se regodea sometiendo a todas las mujeres que se cruzan en su camino a las sevicias físicas y morales más abyectas; pero como había pintado el Guernica y no sé qué patochadas más el comunismo internacional lo tenía en palmitas. El odio a sus amantes se había vuelto odio universal al sexo femenino, mezclado con un exhibicionismo orgulloso de sus fechorías". Para el escritor, Picasso es "un personaje humanamente deplorable, porque el trato que dispensa a sus amantes es abyecto. Los alemanes no tocaron a Picasso, porque el escultor áulico de Hitler aconsejó no tocarle para no dar munición a la propaganda". En todo caso, dice De Prada, "podemos contemplar en la grandeza de un artista y de su obra, más allá de que no fuese un santo, entre otras cosas porque nosotros tampoco lo somos".

La novela de Juan Manuel de Prada invita a la reflexión sobre cómo la cultura oculta las partes menos memorables de algunos artistas. En ningún caso, él aboga por una cancelación porque cree que se debe "contemplar la grandeza de un artista, aunque no sea un santo". Sin embargo, cree que es de justicia aportar visiones completas de los personajes históricos.

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Marisol Rojas

Trabaja en la Cadena Ser desde 2007. Empezó madrugando...