Belén Cuesta y la entrañable historia de sus abuelos: "El dilema era si abrir o no la carta"

Madrid

La actriz Belén Cuesta ha visitado esta semana 'La cena de los idiotés' y ha puesto sobre la mesa un dilema que dividió a su familia. Tras escuchar el dilema que ha planteado Aimar Bretos, Cuesta ha querido intervenir para relatar la entrañable historia de sus abuelos. "Murieron con 48 horas de diferencia. Estuvieron toda la vida juntos. Mi abuela, como pensaba que moriría pronto, dejó una serie de cartas escritas. Una para su primera hija, para resto de hermanos de mi padre y una, en especial, para que se la dieran a mi abuelo por si ella moría antes", ha explicado.

Finalmente, el abuelo murió primero y dos días después falleció su mujer, lo que abrió un gran debate en la familia. "Se repartieron las cartas y entonces se abrió el dilema de si abrir la carta para mi abuelo, porque todos querían saber lo que mi abuela le decía a su marido, o si enterrábamos la carta con él en la tumba", ha contado.

A pesar de la curiosidad familiar, la familia decidió respetar la voluntad de la abuela y enterró la carta en la tumba junto al hombre: "Esa carta estaba cerrada, era para él". "Yo también creo que no había que abrirla, aunque deseo que se hubiese abierto", ha dicho Aimar Bretos tras escuchar la historia.

Para Jabois, la historia de los abuelos de Cuesta es una elección entre la poesía y la narrativa: "La poesía es dejar la carta ahí encerrada". El director del Museo Reina Sofía, Manuel Segade, le ha recordado a Cuesta, entre risas, que "hay muchos restauradores" en España que podrían haber cerrado la carta "perfectamente" para que pareciese que nunca fue abierta. "Tenemos que exhumar una carta. Es nuestro deber como nación", ha concluido Jabois.

¿Aceptarías que te enterraran para satisfacer los deseos de tu pareja?

"Llevas varios años con tu pareja. Sois muy felices y todo os va bien. Entonces, llega el momento de plantearos vuestra vida a largo plazo", ha sugerido Aimar Bretos. El director de 'Hora 25' no se refería a la posibilidad de tener un perro o comprar una casa, sino a plantearte junto a tu pareja qué quieres que ocurra con vuestros cuerpos cuando muráis. "Decides empezar tú con la conversación. Dices que tus principios te llevan a querer ser incinerado porque no quieres estar enterrado. No quieres estar con los gusanos bajo tierra, ni que tu familia pague el nicho. No quieres generar la obligación de que tus familiares, quieran o no, tengan que ir el 1 de noviembre al cementerio. No quieres dejar ninguna obligación y tus principios te llevan a querer ser incinerado. Se hace el silencio. Tu pareja te dice que quiere que la entierren y que le gustaría que os enterrasen juntos. ¿Qué haces?", ha planteado.