Nadie Sabe Nada
Humor

Berto Romero relata su accidente de moto en Barcelona: "La gente estaba con la boca abierta"

"¿La propia moto te habló?"

Madrid

Berto Romero y Andreu Buenafuente han lanzado un nuevo episodio de 'Nadie Sabe Nada' donde han compartido con su público algunas anécdotas sobre mascotas, música o motos. Este último tema ha hecho recordar a Romero un pequeño accidente que tuvo mientras conducía su moto con su hijo por las calles de Barcelona.

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Con una música de tensión de fondo, el humorista ha relatado que se encontraba circulando por la Plaza de la Bonanova cuando se cayó del vehículo. Romero ha confesado que fue una "caída ridícula" ya que la moto estaba parada en un semáforo, "se desequilibró, de los nervios se movió el manillar, dio un giro y cayó al suelo". Tras escuchar la anécdota Buenafuente le contestó lo "torpe" que había sido, una escena que provocó las risas entre la audiencia.

"¿La propia moto te habló?" siguió insistiendo Buenafuente a Romero, quien le advirtió que dejara de reírse porque la historia tenía un giro que podía helar la sangre". Aún así el humorista no cedió con la broma y se aventuró a poner titulo a la historia de Berto, "La caída, un verdadero true crime". Si el primer capítulo ya resultaba interesante porque Berto estaba parado en un semáforo con su moto, el segundo mejoró aun más cuando el humorista añadió otro detalle, llevaba a su hijo detrás.

El público se sorprendió y Buenafuente pidió que quitaran la música para hacer una pregunta que daría más contexto a la historia, "¿el pequeño o el mayor?". Berto respondió el mayor, algo que no preocupó a Buenafuente porque aun le quedaban dos. El momento desató la risa en el plató y Berto continuó su historia. Según explicó su hijo no sufrió ningún daño, una suerte que no tuvo él que apareció en el hospital con el brazo y la pierna magullados por rasparse en el asfalto.

La situación se convirtió en una escena digna de película después de que el humorista admitiera se puso a discutir con su hijo por la herida que tenía en la pierna. Además, "de los mismos nervios" su única reacción fue volverse a subir en la moto "con los dos retrovisores colgando", huyendo "de la vergüenza" que le dio ver las caras de todas las personas que estaban presenciando ese momento "con la boca abierta" en una parada de autobús, un final perfecto para una anécdota que Romero siempre va a recordar.

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