Los catalanes han votado ibuprofeno

Madrid

No sabemos si el procés está finito o si ha hecho una parada para repostar, pero las elecciones del domingo permiten -sea lo que sea- entrar en el escenario de la política catalana a cambiar el decorado.

Es una ironía: en los primeros momentos de órdago independentista, Artur Mas protagonizó un video en el que imitaba a Moisés, un líder ungido y carismático, liderando al pueblo. Han pasado doce años desde entonces. Y el resultado, después de tantos ardores, después de tantas tensiones, es que los catalanes han votado a un señor que, en su confortable normalidad, recuerda mucho más al marido de una prima que a un personaje de la Biblia.

Después de la curda del procés, muchos catalanes querían un ibuprofeno. Por eso Illa es el candidato más votado. Por eso el nacionalismo está en su cota más baja en muchas décadas.

Algunos ya han entendido el mensaje: Oriol Junqueras ha anunciado que se va, aunque dejar la primera línea le apeteciera tanto como a Winston Churchill dejar el whisky. Otros aún no han captado ese mensaje ni están cumpliendo su promesa: Puigdemont se resiste a abandonar el escenario como esos borrachines que se aferran a la barra pese a que el bar ya huele a lejía.

Cuando el Cándido de Voltaire se retira, tras una vida muy azacaneada, se dice a sí mismo, "es hora de cultivar nuestro jardín". No sé a qué espera Puigdemont ahora que va a poder volver a Girona a cultivarlo.