A vivir que son dos díasLa píldora de Enric González
Opinión

Toda una vida

"Durante todos estos años, tras la orden de Jomeini y tras el apuñalamiento de 2022, el escritor ha seguido escribiendo. Y el fanatismo religioso ha seguido matando y oprimiendo, en Irán y en muchos otros lugares"

Toda una vida

Madrid

Volvamos por un momento al 14 de febrero de 1989. Algunos de ustedes no habían nacido aún. Felipe González estaba al frente del Gobierno. José María Aznar presidía Castilla y León. Manuel Fraga acababa de transformar Alianza Popular en el Partido Popular. Pagábamos en pesetas. La Unión Soviética se retiraba de Afganistán. Yugoslavia iba a ganar ese año Eurovisión. Johann Cruyff era el nuevo entrenador del Barcelona.

Los veinteañeros de entonces tienen ahora la jubilación a la vista.

Toda una vida. Piénsenlo. El 14 de febrero de 1989, en una alocución radiofónica, el ayatolá Ruhollah Jomeini, líder de la revolución islámica iraní, condenó a muerte a un escritor de 42 años que empezaba a tener éxito. El motivo de la condena era un libro, “Los versos satánicos”, que Jomeini ni siquiera había leído.

Para el escritor, Salman Rushdie, celebrado por su sentido del humor, empezó una siniestra cuenta atrás. Los musulmanes de todo el mundo, según Jomeini, tenían la obligación de matarle. Alguien, algún día, iba a intentarlo. Salman Rushdie tuvo que ocultarse.

Piénsenlo de nuevo. 35 años de clandestinidad, a veces más cerrada, a veces menos, por el fanatismo de un ayatolá y sus seguidores. La cuenta atrás se detuvo por un momento el 12 de agosto de 2022, cuando un joven chií nacido en California y llamado Matar, precisamente, estuvo a punto de ejecutar la condena del ayatolá. Rushdie perdió un ojo y el uso de una mano, pero sobrevivió. Y la cuenta atrás volvió a ponerse en marcha, porque siempre habrá alguien lo bastante fanático y lo bastante imbécil.

Durante todos estos años, tras la orden de Jomeini y tras el apuñalamiento de 2022, el escritor ha seguido escribiendo. Y el fanatismo religioso ha seguido matando y oprimiendo, en Irán y en muchos otros lugares. Esta es una historia atroz en la que, por una vez, queda clarísimo de qué lado está el bien y de qué lado está el mal. Lo triste es que haya en el mundo tanta gente del lado del mal, y no llegue a darse cuenta.

Me llamo Enric González. Tengan ustedes un día feliz y libre de fanatismos.

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