Juan Villoro: "La tecnología nos mantiene en una esclavitud feliz"

Madrid

La tecnología nos ha cambiado. La forma de relacionarnos, las costumbres, incluso la manera de escribir como resultado de cómo leemos. Todo es rápido, todo es corto, todo es ya. Es aquí donde la brecha generacional se hace más patente, “Si en los años sesenta y setenta ser joven significaba irse de casa, ahora significa aislarse en ella”. Viven en un mundo virtual, lo que dificulta su entrada en la realidad. El escritor y periodista mexicano, Juan Villoro, reflexiona sobre la influencia de lo que llama el LSD electrónico. “Estamos a un clic de cualquier deseo sin darnos cuenta de que no es nuestro sino inducido”.

El teléfono móvil se ha convertido en una extensión de nosotros mismos. Nos conoce mejor nadie. “El sistema operativo nos conoce como nadie”. Dice Juan José Millás que el forense tendría más información si le hiciera la autopsia al teléfono o al ordenador personal en vez de a nuestro cadáver.

Los efectos secundarios de esta tendencia es que perdemos destrezas. “Los aparatos se vuelven más inteligentes y nosotros más tontos”. Cada vez se hace más patente la falta de contexto, de referencias. Nada anterior a lo que se vive en la actualidad interesa. “Podríamos hablar de las alusiones perdidas”.

Nos preguntamos si cuando se inventó la imprenta y se empezaron a distribuir los primeros libros habría también esta desconfianza a lo nuevo, a lo que supondría en un futuro. “Para tranquilizar a la gente se les enseñaba que las letras estaban dispuestas como un viñedo que hay que ir leyendo, arando”. Lo desconocido se entiende mejor cuando se hacen analogías con el mundo de la realidad que ya conocemos. “La puerta de acceso a los aviones se puso a la izquierda porque era el lado por el que montaban a caballo los caballeros”.

En ese nuevo mundo virtual se finge constantemente. En las RRSS mostramos a quienes queremos ser y no a quienes somos. “En la realidad se mantiene todo igual pero en declive permanente”

Para Juan Villoro lo más sano es tener una relación primitiva con lo nuevo. Mantener una actitud individual ante la tecnología sin depender de ella. Al final todo es cuestión de dosis.