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Mahdi Fleifel, director de la única película palestina en Cannes: "No somos un grupo de árabes enojados que quieren destruir el refugio judío que creó Occidente"

Mientras Israel continúa bombardeando la Franja de Gaza, el Festival de Cannes presenta 'To a land unknow' una película humanista sobre el exilio de dos jóvenes que sueñan con llegar a Alemania tras ser expulsados de Palestina

Fotograma de To a land unknow / CEDIDA

Cannes

El Festival de Cannes ha obviado el tema palestino. Ha evitado hacer ningún comunicado y, durante, estos doce días de certamen, el mundo del cine ha hecho como si no existieran los bombardeos en Gaza. Algo muy diferente a cómo se comportó el festival cuando Putin decidió invadir Ucrania. Sin embargo, el certamen ha acogido una película palestina. To a land unknow es uno de los filmes que ha acogido la Quincena de Relizadores y donde Mahdi Fleifel ha presentado su primer largometraje de ficción, la historia emotiva de dos refugiados palestinos tratando de llegar a la tierra prometida. "Esta es una película sobre exiliados y también está hecha en el exilio. Siempre me he visto como un cineasta exiliado. Soy palestino, pero vivo en Dinamarca", decía el director en una entrevista en la Cadena SER.

El director es nieto e hijo de refugiados palestinos, sus abuelos salieron de Palestina en el 48, poco después de la creación del Estado de Israel, y se asentaron en el Líbano. Sus padres nacieron allí. Él nació en Dubai y de ahí sus emigraron a Dinamarca cuando cumplió nueve años. La identidad en el exilio ha sido el tema que ha marcado su vida y el que ha elegido para esta película, tras haber realizado varios documentales. El filme se inicia con una frase de uno de los exiliados palestinos más conocidos, el escritor Edward Said. "En cierto modo, es una especie de destino de los palestinos no terminar donde empezaron, sino en algún lugar inesperado y lejano”.

Las lecturas de Said, que definió cómo Occidente se apropia de Oriente constantemente, fueron casi terapéuticas para este joven cineasta. "Edward Said fue una especie del profeta Jeremías de los exiliados. Él es la persona que me ha ayudado a entender lo que significa ser un exiliado, por la forma en que lo articuló, por la forma en que lo vivió. Soy un gran admirador de su trabajo. Tuvo una gran influencia en mí, pero también alguien que me animó a abrazar múltiples identidades. Ahora sé que puedo ser árabe y europeo, que puedo ser palestino y danés, que puedo ser todas estas cosas a la vez y que no es necesario que te limites a una sola identidad".

Esa mezcla identitaria se observa en el filme, que bebe del cine de autor europeo, del thriller moderno y también de la literatura palestina, como la novela de Ghassan Kanafani, Hombres en el sol, donde tres hombres de tres generaciones distintas se encuentran en el vientre de un camión cisterna para escapar ilegalmente de los campos de refugiados donde viven. También del documental, género en el que ha destacado dentro del cine independiente. "Estilísticamente no tanto de documental, pero sí en el espíritu, porque creo que en mis documentales trabajo el punto de vista en primera persona y sigo a mis personajes en su día a día. Son ellos los que me guían básicamente. Con esta película quería mantener esa intimidad con los personajes".

Esos personajes son dos jóvenes, Chatila y Reda. Lograron salir de un campo de refugiados y su sueño es llegar a Alemania, esa tierra desconocida que da título al filme. Pero se hallan atrapados en Grecia, como tantos refugiados sirios, palestinos, africanos, afganos... "La puerta de entrada a Europa desde el Medio Oriente es Grecia, pero nadie quiere quedarse allí porque para ellos no es Europa. Esperan que la Tierra Prometida esté algo más al norte, muy lejos. Además Atenas tiene esa presencia de esos dioses antiguos. Pensé que tenía también una especie de elemento de tragedia griega". Sin embargo, es paradójico que sea Alemana el destino elegido, un país que por su propia historia, ha prohibido todo apoyo al pueblo palestino tras los bombardeos que llevan sucediéndose en la Franja de Gaza desde octubre. "Es parte de ese anhelo del exilio, también de cierta ingenuidad de alguien que está buscando algo mejor y proyecta esas cosas. Antes lo hacían sobre Estados Unidos, sin saber muy bien qué les iba a esperar allí. Ahora es Europa. Esos muchachos ni siquiera saben cómo se vive allí, cuál es la política, pero es como la tierra de la leche y la miel. También creo que existe esta sensación de que no importa lo malo que les digas que es, porque para ellos no es tan malo como el lugar donde vienen. "Es como si dijera, vale, serán racistas, pero tendré trabajo".

Todo en la película está pensado. Hasta el casting. "Insistí en que los palestinos interpretan a los palestinos. Los sirios, a los sirios, los libaneses, a los libaneses. No quería mezclar. Para mí no son personas de color, como pueden serlo para occidente, cada uno tiene sus acentos, dialectos, sabores, culturas y demás. Por otro lado, quería descubrir caras nuevas, no quería actores que llevaran mucho trabajando", explica sobre la elección de los actores, Mahmood Bakri, que ya ha trabajado en el cine y hasta ha rodado con el francés Omar Sy, y el debutante Aram Sabbah. Tienen la naturalidad y el arrojo de esos personajes de La Haine (El odio), la película de Matthieu Kassovitz o de los jóvenes brasileños de Ciudad de dios, la película de Fernando Meirelles. "El casting era muy importante". "Quería algo conseguir lo que hacen películas que vi mientras crecí como espectador, donde hay una estilización, hay un ritmo urbano, son sexis, tienen música, pero al mismo tiempo son naturales, y los actores son como si fueran los jóvenes Marlon Brando que se ponen ante la cámara".

To a Land Unknown es un drama social realista impulsado por esas dos magníficas actuaciones, donde dos hombres tratan de configurar su propia identidad, su masculinidad y forjar su futuro. Cumplir su sueño, como cualquier otro joven en cualquier parte del mundo. A lo largo del viaje se preguntan quiénes son, tras haber sido expulsados a la fuerza de su tierra natal y por qué se criminalizan sus cuerpos y su existencia. "Espero que se dejen llevar por estos personajes y que esa experiencia pueda ayudarlos a ver las cosas de manera diferente la próxima vez que escuchen noticias sobre personas ahogándose en las afueras de Lampedusa. Quizá piensen que no son sólo números y estadísticas, que son seres humanos", insistía el director con un discurso similar al del italiano Matteo Garrone que en su Yo Capitán mostraba la odisea de dos chavales senegaleses hasta alcanzar las costas italianas.

El filme se rodó en pleno inicio de los ataques isralíes. "Claro que nos afectó. Todos estábamos, especialmente los actores jóvenes, mirando las noticias sin parar, nos quedábamos despiertos para ver todo lo que ocurría. Tuvo que decir en un momento determinado que lo único que podíamos hacer era poner nuestro corazón y alma en esto. Creo que eso también es lo que nos dio el ímpetu y el empujón para hacer lo imposible, que es tener una película lista en seis meses y dos semanas, para llegar a Cannes". El festival francés era el objetivo, pues aumenta la exposición y, con ella, las ventas internacionales para que esta película llegue a todo el mundo. En España todavía no tiene distribución, pero Mahdi Fleifel confía en que la haya pronto. "Espero que se estrene en España, que ya sé que es pro Palestina", decía en relación a esa decisión de Pedro Sánchez de reconocer el Estado Palestino. "Es muy importante. Necesitamos ese apoyo, que la gente hable, que haya un cambio. Lo que está sucediendo ahora es por culpa de Occidente. Así que creo que necesitamos que el cambio venga de nosotros. Y tenemos que reevaluar realmente lo que pasó, nuestra historia y cómo queremos seguir adelante. Y creo que estos son pasos realmente importantes para nosotros, aunque pueden ser simbólicos en este momento, pero son importantes", comentaba sobre la decisión de España.

Para el director la opinión pública está cambiando: "Mucha gente se está dando cuenta de lo que está sucediendo. Quizás estábamos dormidos. Los poderes fácticos no quieren que pensemos o que sepamos lo que está pasando en Palestina. Pero creo que ahora es imposible. Todos ven con sus propios ojos, en sus teléfonos, en sus pantallas lo que ocurre". Para él lo importante es que a través del cine, la gente pueda empatizar con los jóvenes y romper los estereotipos que pesan sobre la población palestina. "Tengo la oportunidad y la suerte de poder hacer películas y me gusta enfocar mi cámara en algo que otros no pueden hacer. Decir que no somos un grupo de árabes enojados y locos que quieren destruir este refugio judío que creó Occidente, sino que somos personas. Tenemos una cultura. Tenemos una historia. Tenemos sueños, esperanzas, miedos. Somos como cualquier otra persona en el mundo. Eso es lo que nos aporta el cine, un espacio tan hermoso para vivir y soñar. El cine trasciende todos estos límites de nacionalidad y nacionalidades y tonterías".

Fleifel también introduce un aspecto interesante, la necesidad de delinquir para poder cumplir ese sueño. Los primos roban bolsos y hurtan en tiendas, ahorran para comprar documentos de identidad y transportarlos a Alemania a través de un capo del mercado negro. "Sabes, cuando empiezas a tratar a las personas como animales, empiezan a comerse unos a otros", dice uno de los personajes en la película. "El cine es lo único que realmente puede ponernos un espejo a nosotros mismos para ver qué es el mundo. Así es como tenemos la oportunidad de reflexionar sobre quiénes somos, qué estamos haciendo. No soy un activista, pero me gusta ese cine que te activa como espectador, que no solo vende palomitas de maíz. Para mí el cine es intrínsecamente político porque te hace pensar", contaba el autor.

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada...