El partido comenzó con un gran acierto en los tiros del equipo blanco, especialmente por parte de Ndiaye, que arrancó muy enchufado al anotar ocho puntos en los primeros minutos para poner al conjunto blanco por delante. Tavares, que demasiado pronto hizo dos faltas personales, fue mandado al banquillo por Chus Mateos para utilizarlo en la segunda parte del partido y, de ese modo, Poirier adquirió un mayor protagonismo. Tras un buen porcentaje anotador por parte de ambos equipos, el primer cuarto acabó con una ventaja del Real Madrid de 11 puntos (36-25). En el segundo compás, el Panathinaikos mostró una defensa más sólida y logró recortar distancias con el equipo blanco, llegando a estar incluso a un solo punto por debajo. El porcentaje anotador no paró de aumentar y, tras las grandes actuaciones de Musa, Lessort, Sloukas y Campazzo, la primera mitad terminó con un 54-49 en favor de los de Chus Mateo. De hecho, Real Madrid y Panathinaikos firmaron la primera parte más anotadora en una final de la Euroliga. Panathinaikos completó un tercer cuarto prácticamente inmejorable. Los griegos fueron capaces de darle la vuelta al electrónico y se pusieron con un 61-64 en su favor. Sloukas estuvo especialmente acertado desde la parcela ofensiva y el estadounidense Nunn también comenzó a ganar protagonismo en la final. Eso sí, los de Chus Mateo, que hicieron en el cuarto su peor baloncesto desde que aterrizaron en Berín, contaron con el aspecto positivo de solo haberse ido abajo por tres puntos ante la mejor versión de Panathinaikos. En el último cuarto, y con la final totalmente abierta, los griegos siguieron con su buen baloncesto. Un triple de Mitoglou fue clave en los primeros compases para aventajarse en seis puntos. Chus Mateo tuvo que parar la final y pedir un tiempo muerto que le diese aire al Real Madrid porque Panathinaikos estaba volando sobre la pista de Berlín. Sloukas y Llull anotaron dos triples seguidos para ampliar el marcador y un mate de Tavares acercó al Madrid a tres puntos (76-79) y Ataman pidió el tiempo muerto a falta de cuatro minutos para el final. El tiempo no pudo sentarle mejor a los griegos, que anotaron siete puntos consecutivos para poner la final con un 76-86 en su haber y colocar la máxima diferencia en la final (+10). Nunn, que enchufó dos seguidas, y un triplazo de Mitoglou fueron los artífices de esa buena dinámica del Panathinaikos. El guion de la final no cambió y los griegos festejaron una Euroliga que constataron tras cuajar unos excelentes dos últimos cuartos (80-95).