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Mad Max: una saga de héroes solitarios que huele a gasolina, arena del desierto y chatarra

Furiosa: De la saga Mad Max, que ahora se estrena, es la quinta película de una de las franquicias cinematográficas más populares de la historia del cine

Es un icono del cine postapocalíptico, uno de los héroes futuristas más famosos de la historia. Nació hace casi cinco décadas como protagonista de una serie B de bajo presupuesto cuyo mayor acierto fue recuperar en el momento justo la tradición del héroe solitario. “Es el héroe solitario, es Clint Eastwood, es Jojimbo, es Shane… Lo genial del personaje es que se mueve en un mundo en el que no hay reglas ni ley ni orden, y lo único que puede distinguir a un héroe ahí es que sigue su propio sistema moral porque si no, no valdría la pena vivir en ese mundo”, explicaba Terry Hayes, coguionista de la segunda y tercera películas de la saga.

Su nombre, traducido al español sería “Max el loco” o “Max el furioso” pero en realidad el título tiene mucho más que ver con la sonoridad de las palabras que con la presunta locura del personaje. “Mad Max se me ocurrió de repente y pensé que era un gran nombre porque las iniciales son la misma letra y termina con una X. Era un nombre impactante y sonaba futurista”, decía el director George Miller.

A principios de los años 70 del pasado siglo George Miller trabajaba como médico en la ciudad australiana de Sidney. Durante esa etapa fue testigo de numerosos accidentes automovilísticos y de las graves lesiones que éstos provocaban. “Recuerdo la sensación que tenía al trabajar en el hospital. La violencia y las carnicerías que provocaban los accidentes de carretera me conmocionaban, así como la manera en la que lo aceptábamos y procesábamos”. Miller y su amigo Byron Kennedy rodaron un corto documental sobre la violencia y empezaron a trabajar en la idea de hacer un largometraje de ficción que también tratase el tema. Un largometraje protagonizado por un personaje que en principio no iba a ser un policía. “Mad Max empezó como un periodista de Melbourne, alguien desensibilizado a causa de las historias criminales que cubría. Pero no funcionaba como periodista y lo convertí en policía de carretera, alguien que acude cuando hay sucesos violentos. Luego veíamos lo que ocurría cuando un día la violencia la sufría su propia familia”, rememora Miller.

Mad Max, salvajes de autopista, la primera película, transcurre en un futuro cercano, un futuro marcado por la escasez de recursos y en el que la delincuencia ha crecido de forma drástica. Solo unos pocos tratan de mantener el orden. Uno de ellos es el protagonista, un policía de carretera. Max se enfrenta sin contemplaciones a los salvajes motorizados pero un día éstos asesinan a su mujer y a su hijo. Es entonces cuando el policía decide saltarse las reglas y vengarse de los pandilleros. “Creo que todos tenemos eso dentro, esa historia del tipo solitario que lucha contra todo, que intenta marcar la diferencia y acaba destrozado por el camino. Le han machacado, pero consigue levantarse y pelea. Es algo que secreta e íntimamente todos quisiéramos hacer cuando nos cabrean, poder hacer daño. Venganza, en una palabra”, afirma Mel Gibson.

Aunque Mel Gibson era por entonces un desconocido, Miller tuvo claro desde el momento en que le vio en el casting que era el actor adecuado. “No parecía que actuara. Hizo que lo que decía pareciese parte de su comportamiento normal y los sentimientos fluían con facilidad. Recuerdo verle y pensar, vaya, se me ha olvidado que estamos haciendo una prueba. Estaba absorto en lo que hacía y decía”, declaraba George Miller. El rodaje fue un caos. Se trataba de una cinta de presupuesto escaso, con un director y un productor novatos y que además querían rodar complicadas escenas de acción y persecuciones motorizadas, por lo que los accidentes y problemas de toda índole eran constantes. Mel Gibson se sentía igual que su personaje. “Veías que allí nadie sabía lo que estaba haciendo y me impresionaba y me deprimía al mismo tiempo. Miraba a George y le preguntaba: ¿cómo va a funcionar esto? ‘Funcionará en el montaje’, me decía y yo no me lo podía creer.

Pero Miller sí consiguió salvar la película en el montaje y más aún, de ahí sacó la fuerza para que el personaje tuviera continuidad. “El presupuesto era muy bajo y era una película muy compleja y ambiciosa. Durante el rodaje tuvimos toda clase de problemas. Salieron tantas cosas mal que acabé totalmente vencido y pensando que no estaba hecho para hacer películas. Pero en los siguientes nueve meses me dediqué a editar la película en mi cocina con un equipo rudimentario y pude apreciar todos mis errores. En ese tiempo aprendí las pocas cosas que hice bien y las muchas que hice mal y eso me hizo cambiar de idea. Pensé: seguiré haciendo películas, pero la próxima vez no haré esto o haré esto otro”, confesaba el director.

Para sorpresa de sus propios creadores Mad Max fue un gran éxito en todo el mundo. Se estrenó en 1979 y todavía hoy sigue siendo una de las películas australianas más taquilleras de la historia. La diferencia entre lo que había costado y lo que recaudó la mantuvo durante años en el libro Guinness de los Récords como la película más rentable jamás creada. Mad Max, salvajes de autopista terminaba con el protagonista perdiéndose en el horizonte convertido en lo que iba a ser a partir de entonces: un guerrero solitario de la carretera.

Para la segunda película George Miller se cuidó de no caer en la repetición y orientar al personaje hacia un nuevo rumbo. Mad Max II, el guerrero de la carretera, transcurre en un mundo post apocalíptico. Una guerra nuclear ha convertido la Tierra en un páramo desierto. Max ayuda a un grupo de colonos a defenderse del ataque de un señor de la guerra y de sus hordas motorizadas que quieren robarles su tanque de gasolina, verdadero tesoro en ese mundo. Si en la primera película ya había numerosas escenas de acción motorizada es en esta segunda película, con persecuciones sobre ruedas aún más largas y espectaculares, las que convierten estas secuencias en la principal seña de identidad de la saga.

Mad Max II, el guerrero de la carretera fue también un gran éxito de crítica y público en todo el mundo y convirtió definitivamente al personaje en un mito cinematográfico. “Empecé a comprender que el éxito de Mad Max se debía a que era un arquetipo universal. En Japón era como un samurái; en América veían la película como un western sobre ruedas con un héroe solitario, los escandinavos le veían como el clásico guerrero vikingo y así en todas partes del mundo”, explicaba George Miller.

En 1985 llegó la tercera película de la saga. En Mad Max III, más allá de la cúpula del trueno, Rokatansky, el personaje interpretado por Mel Gibson se enfrentaba a Tina Turner, reina de Nego-ciudad. Esta tercera película de la serie es considerada la más floja de la saga. La Warner decidió que la nueva entrega se orientara a un público más amplio y exigió que tuviera una calificación que la hiciera apta para mayores de 13 años, por lo que resulta menos intensa y salvaje que las dos anteriores. El tono de la película es bastante más ligero y optimista y fue vista por muchos como una concesión al cine más comercial.

Tras esta tercera película el mito de Mad Max había resultado un poco tocado. Así que cuando en 2015 se anunció que George Miller retomaba al personaje 30 años después en una nueva película, algunos se pusieron a temblar. Pero no había nada que temer Mad Max, furia en la carretera resultó una de las mejores películas de acción jamás realizadas. Película trepidante donde las haya en la que además el 80 por ciento de sus efectos especiales son reales y al estilo de la vieja escuela, es decir, con explosiones, saltos, caídas y un trabajo increíble de los más de 300 especialistas que participaron en ella. Demasiada acción para un ya veterano Mel Gibson que fue sustituido en el papel de Max por Tom Hardy. “Es una película con un gran impulso visual, es decir, interpreto a un personaje que pasa por una acción física tras otra y hay que transmitir como eso le afecta. Es una historia muy difícil de contar”, decía el actor.

En Mad Max furia en la carretera nuestro héroe ayudaba a una guerrera a liberar a un grupo de mujeres a las que tenía esclavizadas un nuevo y siniestro tirano. Y este personaje, Imperator Furiosa, se convertía en el verdadero caramelo de la película, consagrándose como una de las grandes heroínas de acción de la historia, a la altura de la teniente Ripley, Sarah Connors o la Beatrix Kiddo de Kill Bill. Un personaje al que daba vida una sorprendente Charlize Theron. “No soy muy metódica ni como persona ni como actriz, pero pensé que había que entregarse. Estuvimos sin respirar ocho meses rodando esta película, es un gran reto logístico intentar dramatizar una historia en movimiento constante, es muy complicado”, aseguraba la actriz.

Ahora se estrena Furiosa: De la saga Mad Max, una precuela que comienza 15 años antes de los sucesos de Furia en la carretera y que nos cuenta los orígenes de Furiosa, interpretada ahora por Anya Taylor-Joy. George Miller ha anunciado que ya prepara una sexta película que llevará por título Mad Max, the wasteland, “Mad Max, la tierra baldía” y en la que volverá a recuperar el protagonismo el viejo Rokatansky, presumiblemente interpretado de nuevo por Tom Hardy. Aunque últimamente han salido noticias de que quizá no, de que quizá sea sustituido en el papel por otro actor. En cualquier caso, Mad Max es ya un mito que va más allá del actor que lo interprete. Como dice su creador, George Miller, un personaje que se ha abierto un hueco en la cultura universal moderna. “Mad Max tiene ahora una mitología a su alrededor, se ha transformado en un mito. Es interesante ver como las palabras Mad Max se han convertido en parte de la cultura mundial. La gente usa el concepto Mad Max como si fuera una palabra nueva”, concluye.

 
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