La violencia marca las elecciones que llevarán por primera vez a una mujer a la presidencia de México
La periodista mexicana Celia Espinoza y la maestra indígena Guadalupe Záyago hablan de las presiones que sufren por la falta de libertad de expresión y la violencia en su país
Más de cien millones de mexicanos están llamados a las urnas este domingo para elegir a la que será su primera presidenta mujer. Las encuestas dan por ganadora a la candidata del partido oficialista, Claudia Sheinbaum, incluso después de que la candidata opositora, Xóchitl Gálvez, lograra recortar algunos puntos de distancia en los últimos días de campaña.
Pero si algo condiciona estas elecciones es la violencia, que se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos. La inseguridad en el país ha sido la principal arma arrojadiza que ha utilizado la oposición contra la candidata gubernamental ante los constantes homicidios de los que no han escapado ni los propios candidatos. Una treintena de ellos han sido asesinados durante la campaña electoral y otros miles se han visto obligados a retirar sus candidaturas.
La periodista Celia Espinoza es buena conocedora de esta realidad y de sus consecuencias en forma de presiones y acoso. Ha cubierto el caso de la desaparición en Lagos de Moreno, en Jalisco, de cinco jóvenes. La conocida como “guerra contra el narco” ha convertido este Estado en el más peligroso por el número de desapariciones forzosas. En el desempeño de su trabajo ha experimentado la “censura y presión contra la libertad de expresión” que se ejerce en México. El enfado de las autoridades ha hecho que le hayan llegado a acusar hasta de la crisis económica que vive su región por dar a conocer ese caso de violencia mermando el negocio turístico. También han desacreditado su imagen “con una violencia digital a través de las redes sociales”, denuncia.
Según cuenta Espinoza, esta “guerra interna” que se desató en 2006 contra el crimen organizado, ha sumado miles de víctimas a las décadas de violencia ejercida por cuerpos policiales y grupos paramilitares desde 1968. Hasta el momento se contabilizan casi 115.000 personas desaparecidas. “Las principales víctimas son hombres y son jóvenes”, explica la periodista. “Esta es la forma en la que el crimen organizado ha dado muestra de lo que es capaz de hacer por controlar los territorios”.
En el caso de la educadora indígena y defensora de la Tierra Guadalupe Záyago, las presiones vienen por parte de las industrias extractivas. Su lucha es contra un proyecto que puede afectar a la comunidad indígena de Alpuyeca, en Morelos. Las ocho comunidades indígenas que forman ese corredor luchan por defender sus territorios de la empresa minera canadiense Alamos Gold, que ha recibido siete concesiones mineras que afectan a sus cerros y tierras de cultivo. “Estas empresas transnacionales de capital extranjero arman toda una estrategia de despojo del territorio donde necesitan incorporar a otros actores como son grupos paramilitares y ahora el crimen organizado”, denuncia.
Cuando salen en defensa de su territorio, los activistas reciben amenazas de muerte. En 2018 le llegó la suya a Záyago por encabezar la lucha y dar voz a las comunidades indígenas a través de la radio. “Hemos creado una radio, La Voz de los Guardianes de los Cerros, que es un espacio que además de ser una herramienta para defender el territorio, es un espacio que nos permite organizarnos”, explica la maestra. “Esto no agrada a las empresas”.
Las mujeres y niñas son las más afectadas por estos proyectos que, además del despojo de la tierra, el agua y los bosques traen prostitución, venta de drogas…, lamenta. “Las empresas transnacionales establecen relaciones de muerte con nuestros territorios. Nuestros territorios se han convertido en los basureros de las grandes ciudades”.
Estas comunidades combaten la destrucción de su tejido social con proyectos educativos para las generaciones jóvenes que permitan fortalecer los lazos comunitarios. Pero no sin riesgo. Guadalupe Záyago tuvo que huir hasta en tres ocasiones. “Las amenazas de muerte han sido por lo menos tres”, cuenta. La última, el año pasado, le ha obligado a salir del país. Le exigen que cierre la radio y le persiguen administrativamente con el despido de su trabajo como maestra de educación primaria. Todos ataques que proceden de las autoridades municipales y federales.
La previsible llegada a la presidencia mexicana de una mujer tras los comicios de este dos de junio, da esperanzas a las activistas. Záyago cree que “México está en un en un proceso muy complejo” y espera que las cosas puedan “equilibrarse a favor de los pueblos originarios”. Espinoza, por su parte, espera que el proceso electoral genere estabilidad y las condiciones para poner freno a la violencia. “Lo que reina en el país de manera muy grave es la impunidad”, dice, y esto presenta un enorme compromiso para las autoridades que salgan de las urnas, pero “también para los ciudadanos y periodistas”.
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