Trump, el futuro de las derechas

Barcelona

"Vivimos en un Estado fascista", dice Trump. Lo dice porque le acaban de condenar por decenas de delitos de falsedad, sobre un soborno que intentó ocultar para no malograr sus posibilidades de victoria electoral. El soborno lo facturó a una actriz porno, para que no declarase que había tenido sexo con ella. ¡Miau! Todos los grandes estereotipos de la ultraderecha reaccionaria-religiosa: sexo de pago, pago por ocultarlo y no escandalizar a la gente bien, delito electoral. Una novela, si no fuese un drama.

Donald Trump es el primer presidente norteamericano condenado por un jurado por actuaciones ilegales dentro de su mandato. Un revolcón al personaje. Y una gran prueba para la gran democracia norteamericana.

Ya antes de que el juez confirme la condena del jurado popular, se calculan todas las expectativas y se lanzan todos los pronósticos. Es verdad que el reo podría ser elegido presidente incluso aunque estuviera en la cárcel, así de liberal, garantista y generosa es la democracia americana que él califica de fascista. El dilema no es, pues, jurídico, sino político: ¿estarán los votantes conservadores a la hora de la verdad dispuestos a votar a un delincuente? ¿O algunos no?, ¿o muchos no? ¿O la mayoría no?

Si los electores conservadores aman más la democracia que la conservación de sus intereses, la democracia quedará a salvo en EE. UU; la ultraderecha mundial quedará descabezada; y las derechas democráticas levantarán cabeza y podrán volver al centro-derecha del que nunca debieron salir. Por eso el desenlace del asunto Trump nos afecta también aquí, en cada rincón de nuestro país.