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Opinión

No nos da la vida

"Ahora, hasta el ocio aburre. Demasiadas plataformas, montones de ofertas de canciones, de películas, de series, de información, de tutoriales... La avalancha nos sepulta en la nada. Lo que cansa no es la vida, al contrario, lo que cansa es no vivir"

No nos da la vida

Barcelona

Todo el mundo está agotado, lo dicen los periódicos, y lo dicen los sociólogos, y también lo dicen los psicólogos. Por ejemplo, yo ya estoy cansado de escribir en masculino; pero tampoco puedo andar repicando del masculino al femenino en cada sustantivo. Este es otro tipo de agotamiento, por supuesto; sin embargo, creo que ambos, el de la vida y el del lenguaje, proceden del mismo sitio. Porque los psicólogos han detectado que el problema es estructural, que no solo se trata de cosas que les suceden a algunos en la vida. Y señalan que lo que nos agota es la manera en que vivimos, trabajamos e intentamos distraernos. Como sinónimos de manera, tenemos método y, sobre todo, sistema. Suena a tarot de tele cutre; pero esto se veía venir. ¿Se acuerdan de cuando Francis Fukuyama anunció en los años noventa el fin de la Historia? Dio mucha risa, pero quizá la frase por sí misma nos avisaba de la fatiga general a la que hemos llegado. A fuerza de exigir, ya nadie da más de sí. Antes que Fukuyama, los Ilegales lo vieron venir en un disco que titularon Agotados de esperar el fin. Sabe más un rocker de Avilés que un yuppie de Chicago. En El País, explicaban el otro día que este cansancio colectivo tiene nombre. Se llama el Gran Agotamiento, y ha transcendido al síndrome del trabajador quemado. Porque no sólo es el trabajo. Ahora, hasta el ocio aburre. Demasiadas plataformas, montones de ofertas de canciones, de películas, de series, de información, de tutoriales... La avalancha nos sepulta en la nada. Lo que cansa no es la vida, al contrario, lo que cansa es no vivir. Por eso se ha puesto de moda la frase: no me da la vida. Es todo lo contrario de aquello que cantaban nuestros mayores: gracias a la vida, que me ha dado tanto. Y eso que ellos las pasaron canutas de verdad.